La Deidad triuna trabajando en perfecta unidad.
Rafael Montesinos
New Jersey – Estados Unidos
“La
Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención”
(Elena G. de White, Consejos sobre Salud, 219).
En 1
Pedro 1:18-22 dice: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de
personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de
vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera
de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles,
como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo,
pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el
cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para
que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Habiendo purificado vuestras almas por
la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no
fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.”.
En
estos versículos se hace meridianamente claro que el sacrificio de Cristo fue
planificado antes de la fundación del mundo. Según Hebreos 9:14 el Espíritu
Santo tuvo una parte activa en este plan. “¿cuánto más la sangre de Cristo, el
cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,
limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”.
En
ocasión de la encarnación del Hijo de Dios, la Deidad Triuna obró en perfecta
unidad. “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” (Lc. 1:35).
Cuando
Cristo fue bautizado, nuevamente estaba la Deidad Triuna presente. “Aconteció
que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando,
el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal,
como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti
tengo complacencia.” (Lc. 3:21,22).
En la
resurrección de Cristo participaron el Padre y el Espíritu Santo. “Porque
también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos,
para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado
en espíritu.” (1P. 3:18).
Al
analizar el texto griego podemos notar lo siguiente: Porque también Cristo una
vez por [los] pecados padeció. Δικαιος υπερ αδικων ινα ημας ... σαρκι
ζωοποιηθεις δε πνευματι siendo muerto en carne, pero vivificado en [virtud del,
por] Espíritu... Otras versiones traducen la expresión griega δε πνευματι (de
pneumati) “por el Espíritu”.
La
expresión griega δε πνευματι (de pneumati) es un dativo y expresa la idea de
algo hecho a favor de otra persona. En este caso expreza lo que el Espíritu
hizo por Jesús. El Espíritu Santo resucitó a Jesús, de la misma forma que
resucitará nuestros cuerpos mortales. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de
los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo
Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros.” (Ro. 8:11).
Cristo
fue ungido con el Espíritu Santo en la tierra antes de dar comienzo a su ministerio
mesiánico. “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de
Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por
el diablo, porque Dios estaba con él.” ¿Cuando ocurrió este ungimiento? En
ocasión del bautismo de Jesús cuando el Espíritu Santo descendió sobre él en
forma corporal, como paloma. Por tal razón, cuando entró al templo dijo: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A
pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a
los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” (Lc. 4:18,19).
Nótese
que nuevamente el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo continúan obrando a favor
de la raza caída.
Luego
que Cristo ascendió al cielo fue ungido antes de dar inicio a su ministerio en
el santuario celestial. Esta ceremonia terminó el día de Pentecostés. El
descenso del Espíritu Santo fue una confirmación fehaciente de este hecho. El
Padre ungió al Hijo nuevamente, como lo hiciera en ocasión de su bautismo. Esta
vez, antes de dar inicio a su obra como nuestro sumo sacerdote.
En los
tiempos del Antiguo Testamento se ungía a los sacerdotes antes de que ellos
iniciaran du oficio sacerdotal (Éx. 40:14,15) y de igual forma se ungía a los
reyes (1R. 1:39). La unción era una investidura de autoridad con el objetivo de
ejercer un oficio, ora fuese real o sacerdotal. Cristo no fue la excepción. El
Padre y el Espíritu Santo nuevamente participaron en el ungimiento de Jesús en
el santuario celestial.
“¿Habéis
renacido? ¿Os habéis convertido en un nuevo ser en Cristo Jesús? Entonces
cooperad con los tres grandes poderes del cielo que trabajan en favor de
vosotros” (Com. de EGW, CBA, t. 7, 920).
“La
eterna Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está involucrada en la
acción requerida para dar seguridad al instrumento humano” (E. G. de White,
Alza tus ojos, 146).
Rafael Montesinos
Máster en Religión de la Universidad de Andrews
Trabajó 20 años como pastor en la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico (1979-2009). Produjo programas de radio y televisión para la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico y para la cadena de Los Tres Ángeles (3ABN).
Además, también apoya como consejero del Ministerio de Investigación Adventista y consejero editorial de la revista digital bíblico-teológica Didajé.
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