El Señor es
el Espíritu
Rafael Montesinos
En 2
Corintios 3:17 dice: “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el
Espíritu del Señor, allí hay libertad.”
¿Qué
realmente dice el apóstol Pablo en este versículo? Algunos afirman que Pablo está
diciendo que el Espíritu Santo y Cristo son la misma persona. El problema con
esta interpretación es que en la próxima cláusula del mismo versículo se
distingue al Espíritu Santo de Cristo. Se le llama: “el Espíritu del Señor.
Además tal idea es contraria a la teología del apóstol. En 2 Corintios 13:13,14
Pablo se despide de los Corintios con una bendición epistolar Triuna: “La
gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo
sean con todos vosotros. Amén.” De Cristo y el Espíritu Santo ser la misma
persona, tal saludo no tendría sentido alguno. El capítulo tres hace una clara
distinción entre Cristo y el Espíritu Santo. En los versículos seis al ocho se
menciona el ministerio del Espíritu bajo el nuevo pacto. En el versículo 14 el
apóstol dice que cuando los judíos leen el antiguo pacto les queda el mismo
velo no descubierto, el cual es quitado por Cristo. Se mencionan a Cristo y al
Espíritu Santo por separado.
Jesucristo
mismo hizo una marcada distinción entre él y el Espíritu Santo. Cristo dijo: “A
cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero el que la diga contra el Espíritu Santo, no le será perdonado
ni en esta vida ni en la venidera” (Mt. 12:32). En Juan 14:26 Cristo dijo lo
siguiente con relación al Espíritu Santo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” Jesucristo se refirió al
Espíritu Santo como “otro Consolador”. Otro no significa “él mismo”, sino otra
persona diferente.
Algunos
afirman que “otro” (ἄλλοv) en Juan 14.16:
significa: “de forma diferente, o de otra manera”[1],
sin embargo algunos apelan a una palabra diferente a la que Juan utilizó.
Traducen el adjetivo “allon” (ἄλλοv) que
significa: otro, como si fuera el adverbio “allōs”
(ἄλλως), que
significa: “de otra manera, o forma diferente”. No se puede pasar por alto que
son dos palabras diferentes. La primera, “allon” (ἄλλοv) se traduce
literalmente como: “otro”, mientras que la segunda, “allōs” (ἄλλως), se
traduce: “de otro modo, de otra manera”. Lo cierto es que en Juan 14:16 aparece
la palabra ἄλλοv (adjetivo) y no ἄλλως (forma
adverbial). Por lo tanto, el Espíritu Santo es otra persona diferente a Cristo.
El “Léxico Griego del Nuevo Testamento” de Liddell y Scott, dice que la palabra
ἄλλος (ALLOS)
en Griego Koiné, primariamente significa “otro, o uno al lado”. Por cierto,
A.T. Robertson, en su obra “Word Pictures of the New Testament”, dice que “allon”
(ἄλλοv) significa: “otro de la misma clase”. Jesús no
solamente dijo que el Espíritu Santo era otra persona, sino que hizo claro que
era otra persona divina. Eso se desprende del uso de “allon” (ἄλλοv).
Orígenes
tradujo 2 Corintios 3:17 así: “Pero el Señor es un espíritu, y donde el
espíritu del Señor está, hay libertad.” (Ancient Christian Commentary on
Scripture). Según esta posición, Cristo es espíritu, al igual que Dios es
espíritu (Jn. 4:24). El problema con esta posición es que en el texto Griego,
espíritu lleva artículo en 2 Corintios 3:17: “τὸ πνεῦμα” (tò pneúma). En el
Nuevo Testamento la expresión griega “τὸ πνεῦμα” (tó pneúma)
se utiliza para designar al Espíritu Santo. Por lo tanto, el pasaje afirma que
el Señor es el Espíritu Santo, no espíritu (naturaleza espiritual). Lo cierto
es que en la segunda parte del versículo Pablo hace una clara distinción entre
Cristo y el Espíritu Santo, haciendo claro que son dos personas diferentes.
¿Qué significa entonces la expresión “el Señor es el Espíritu”?
Crisóstomo
no aceptó la traducción de Orígenes y escribió lo siguiente: “Nosotros no
decimos El Señor es un espíritu pero El Espíritu es el Señor” El enseñó que 2
Corintios 3:17 proclamaba el Señorío del Espíritu Santo. El acuñó la frase: “El
Espíritu es el Señor”.
Teodoreto de
Ciro afirmaba que Pablo quería decir con esta frase que el Espíritu Santo y Dios
eran iguales. Para justificar su posición ubicó este versículo en el contexto
de 2 Corintios 3:15 donde dice: “Pero hasta el día de hoy, cuando se lee a
Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” El pensaba que este
versículo aludía a Éxodo 34:34, cuando Moisés cubría su rostro con un velo ante
la presencia de Jehová. Según Teodoreto de Ciro, el espíritu santo era igual a
Jehová.
Ambrosio
escribió lo siguiente sobre 2 Corintios 3:17: “Usted tiene entonces al Señor
también llamado Espíritu Santo; no porque el Espíritu Santo y el Hijo sean una
persona, sino una sustancia.
¿Quién es el
Señor en el versículo 17? Este Señor es Cristo. En las epístolas paulinas Cristo
es el Señor (Ro. 10:9; 1Co. 8:6; 2Co. 8:9; Col. 2:6; Efe. 5:24; Filp. 2:11). En
el idioma Griego Koiné el predicado se indica omitiendo el artículo. Ejemplo de
ello es Juan 1:1u.p., donde Dios (θεὸς) es el predicado de “ho
logos”. El texto Griego de Juan 1:1 u.p. dice: καὶ (kai) θεὸς (theos) ἦν (en) ὁ (ho) λόγος
(logos). En esta cláusula, “logos” es el sujeto, pues lleva el artículo
definido ὁ. θεὸς es
entonces el predicado, ya que no lleva artículo, es lo que se dice del λόγος.
El Verbo era Dios.
El problema
que presenta 2 Corintios 3:17 es que πνεῦμα (pneúma -
espíritu) lleva artículo. Lo que realmente Pablo está diciendo es que “El Señor
es el Espíritu”, el Espíritu Santo. No se debe de pasar por alto el hecho de
que Pablo no está fusionando dos personas de la Deidad en una sola persona, ya
que en la próxima cláusula él escribe: “el Espíritu del Señor”. Definitivamente
se mencionan dos personas con una esencia idéntica y los dos realizan la misma obra.
Donde está el Señor, está también el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es
mencionado en el engendramiento de Jesús (Mt. 1:18; Lc. 1:35), en su bautismo
(Mt. 3:16), durante la tentación en el desierto (Lc. 4:1), durante el inicio de
su ministerio en la sinagoga (Lc. 4:18), en su resurrección (Ro. 1:4; 1P. 3:18)
en su glorificación (Jn. 7:39; 16:7,13,14) e intercediendo por los santos (Ro.
8:26,27). Todos estos versículos presentan al Espíritu Santo tomando parte
activa en el plan de salvación y en relación con Cristo.
Pablo
simplemente utilizó una figura que Jesús también utilizó varias veces al hablar
con sus discípulos sobre su relación con el Padre. En Juan 14:8-11 Felipe le
dijo a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta.” Jesucristo le contesto:
“¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido Felipe? El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre?
¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?” En otra ocasión les
dijo a sus discípulos que él y el Padre eran uno (Jn. 10:30). Además, en Juan
12:45 Cristo utilizó una figura similar: “y el que me ve, ve al que me envió.”.
¿Significa
esto que el Hijo y el Padre son la misma persona? No, absolutamente no. En Juan
17: 23 Cristo aclaró lo que él quería decir: El y el Padre trabajan en perfecta
unidad. Es en ese sentido que el Padre y el Hijo son uno. Esto también es
cierto con relación a Cristo y al Espíritu Santo. Volverse al Señor es volverse
al Espíritu Santo y volverse al Espíritu Santo significa libertad. ¿Por qué
Pablo menciona al Espíritu y no solo al Señor? La respuesta es obvia. La
respuesta la encontramos en Juan 14:16,17, 26,27; 16:7. El Señor siempre obra a
través del Espíritu Santo. No se pueden separar.
En 2
Corintios capítulo tres se compara el ministerio de muerte y de condenación
bajo el primer pacto. Los judíos convirtieron la ministración de la ley en un
ministerio de muerte y condenación por la forma en que la interpretaban y
aplicaban. Bajo el nuevo pacto, al aceptar al Señor como salvador personal y
ser justificados por la fe, somos sellados con el Espíritu Santo de la promesa
(Jn 7:38,39; Ro. 5:1,5; Efe. 1:13). Al aceptar al Señor aceptamos el régimen
nuevo del Espíritu y dejamos atrás el régimen viejo de la letra (Ro. 7:6). Los
que son del Señor andan en novedad de vida (Ro. 6:4) y son ministros del nuevo
pacto (2Co. 3:6). Ahora el Espíritu nos vivifica y ministra (2Co. 3:6 u.p., 8).
Ahora miramos a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, vamos
siendo transformados de gloria en gloria a la misma imagen por la acción del
Espíritu del Señor” (2Co. 3:18).
Rafael Montesinos
Máster en Religión de la Universidad de Andrews
Trabajó 20 años como pastor en la Asociación
Adventista del Oeste de Puerto Rico (1979-2009). Produjo programas de radio y
televisión para la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico y para la
cadena de Los Tres Ángeles (3ABN).
Además, también apoya como consejero del
Ministerio de Investigación Adventista y consejero editorial de la revista
digital bíblico-teológica Didajé.
[1]James
Strong, Diccionario de idiomas bíblicos: Griego antiguo. CD ROM, e-Sword, versión
9.9.1 (USA: Franklin TN, 2000-2011), G243.
0 comentarios:
Publicar un comentario