Rechazando al
más esperado: Un análisis de Mateo 13:53-58
CoPr. Oscar
Mendoza Orbegoso
Iglesia Adventista del Séptimo Día "Miraflores"
Asociación Peruana Central
Iglesia Adventista del Séptimo Día "Miraflores"
Asociación Peruana Central
Introducción
Cristo nació en un establo en
Belén Efrata (Mt 2:5) y creció en Nazaret (Mt 2:22, 23). En su juventud,
ejerció el oficio de carpintería. Su madre, una mujer y madre ejemplar, se
llamaba María (Lc 2:4-7). Tuvo también hermanos y hermanas que se relacionaban
con él (Mr 6:3).
Aparentemente, Cristo era un
ser humano común; pero, nunca lo fue. Su nacimiento fue sobrenatural, por obra
y gracia del Espíritu Santo (Mt 1:20, 21). Su vida, más que un plan establecido
por él, era el cumplimiento de las profecías veterotestamentarias. Su misión,
más que engrandecerse en esta tierra y ser un gran carpintero, fue la de salvar
al que se había perdido: el hombre (Lc 19:10; Jn 12:47). En otras palabras, él
no era un ser humano cualquiera, él era el Verbo hecho carne (Jn 1:1, 14), el
Mesías.
¿Pero cómo saber que él era el
Mesías? Precisamente sus actos, su mensaje y su vida responderían esta
pregunta. Y así sucedió. Varios comprendieron el cumplimiento profético acerca
del Mesías y su misión, en la persona de Jesucristo. No obstante, no todos
creyeron. Había pueblos, aldeas y localidades que lo rechazaron. Y una de ellas
fue Nazaret, donde se había criado.
Entonces, ante tal rechazo,
surgen algunas interrogantes ¿Por qué los vecinos de Jesús lo rechazaron como
Mesías? En este artículo, se estudiará el motivo del rechazo a Jesús por parte
de Nazaret. Para ello, se analizará Mateo 13:53-57, desde un enfoque
gramatical- histórico.
Galilea: Contexto
político, social y religioso
En sus inicios, Galilea
fue poblada por los cananeos. Sin embargo, al pasar el tiempo, los cananeos
llegaron a ser invadidos por los israelitas, por lo cual, cananeos e israelitas
se mezclaron, siendo así una población mixta. Después, Galilea fue conquistada
por Tiglat-Pileser III (2 R 15:29; 732 AC), transformándose en provincia asiria
de Meguido, llegando a ser una región mayormente gentil, llamada por algunos “Galilea de los gentiles” (Is
9:1; cf. Mt 4:15). Durante el período de los macabeos,
habitaban allí pocos judíos (posteriormente fueron trasladados a Judea
por Judas Macabeo, véase 1 Mc 5:23; 164 AC),[1] y la influencia gentil llegó a ser tan fuerte que más tarde Galilea se
separó de Palestina durante medio siglo. Tal vez perteneció, en esta época, a
la zona gobernada por Fenicia.
Posteriormente, Galilea fue colonizada por los judíos, produciendo
desestima por parte de los judíos hacia los galileos. Después de unirse al reino
de Judea, en tiempos de Herodes, Galilea atrajo a tantos judíos que pronto
llegó a ser completamente judía. Por tal motivo es que Cristo toma a Galilea
como el escenario principal de su ministerio. Recuérdese que él se había criado
allí, y que también la mayoría de los apóstoles procedían del mismo lugar.
En el ámbito religioso, muchos cultos populares originados en las
culturas alrededor del Mediterráneo se propagaban en esta región gentilizada de
Israel. Ciertos restos arqueológicos demuestran la presencia de estos cultos en
Samaria, Fenicia, Siria y las grandes ciudades de Galilea, especialmente en
Tiberias.[2]
Sin embargo, a pesar de este sincretismo religioso y de la helenización que
imperaba en Galilea, mantenía con Judea unos rasgos esencialmente judíos. Con
relación a la influencia helena hacia Jesucristo no había ningún problema,
puesto que Galilea, al tener un poblado numeroso de judíos y rasgos parecidos a
Judea, caracterizaba a Cristo, más que ser un galileo, como un judío de
Galilea.[3]
Nazaret, en el tiempo de Jesús,
era una pequeña aldea con una población de entre 1 600 y 2 000 habitantes. En
lo laboral, la demanda de carpinteros era grande.[4]
Antes del
rechazo
Después de conocer en qué
región creció Jesús, se dedicará a estudiar los antecedentes que suscitaron
aquel rechazo en Galilea (Mt 13:53-58). Para esto, se estudiará el contexto de
dicho relato.
La historia de Jesús, según el
orden que el evangelista Mateo presenta, no es tan clara. Este no está en un
orden cronológico sino temático, y esto genera un poco de problemas. Sin
embargo, la mayoría de estudios, como el de Ulrich, presenta un modelo para
estructurar este evangelio, se llama: el
Modelo de cinco libros, que vienen a
ser los cinco discursos de Jesús (Mt 5-7; 10; 13:1-53; 18; 23-25).[5]
Según este modelo, la perícopa
en estudio está en el tercer discurso de Jesús: las siete parábolas del reino. Este discurso, por cuanto a la fecha,
más o menos se desarrolló en el año 31 DC, el tercer año de ministerio de
Cristo en Galilea.
1. La presentación de Jesús, el
Rey (1:1-4:11)
2. Las enseñanzas del Rey (4:12-7:29)
3. El poder de Jesús el Rey
(8:1-11:1)
4. La oposición al Rey Jesús
(11:2-16:12)
a. El rechazo del Rey
(11:2-12:50)
b. Las parábolas del reino
(13:1-52)
c. Rechazo adicional del Rey
(13:53-16:12).[8]
De acuerdo a este bosquejo, ahora
se estudiará el contexto que compete mediato: la oposición al Rey Jesús
(11:2-16:12).
Primero. En 11:3 registra la duda de
Juan el Bautista sobre el mesianismo de Cristo.
Segundo. En 11:20-24 revela la
desconfianza de los galileos al mensaje mesiánico. Ante esto, Cristo los exhorta
emitiendo los ayees.
Tercero. En 11:25 en adelante,
registra los ayees declarados por Cristo, quien analiza la realidad de Galilea.
Por este motivo, Él los comprende y les hace una nueva invitación (11:28).
Cuarto. En Jesús explica y hace
entender las implicancias del reino mesiánico en relación al sábado: se pide misericordia
y servicio, que puro formalismo (12:1-13).
Quinto. A pesar de las enseñanzas y
milagros de Jesús, aun el pueblo no cree. Piensan que él es el representante de
Belcebú, y para que cambien su manera de pensar, exigen una señal (12:22-37).
Esto, por supuesto, era un pretexto.
Sexto. Antes de enseñar las
parábolas, por la incredulidad del pueblo, Jesús hace un paréntesis muy
interesante. “Los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo, los
tales son mis hermanos”- afirma (12:46-50). En otras palabras, los que creen en
su mesianismo y aceptan el Reino de los cielos, están haciendo la voluntad de
su Padre. Después de mencionar estas palabras, inicia con las parábolas.
Séptimo. En 13:1-52, Cristo enseña parábolas
sobre el reino de los cielos.[9]
Octavo. Mateo utiliza la frase “ho ejon ota akouéto” tres veces (11:15;
13:9,43), especialmente
en el contexto cercano de la perícopa en estudio (11:2-13:58). Las
tres guardan relación con las enseñanzas de Jesús sobre el reino. En este
aspecto, el Señor les previene para que luego no tengan excusa ante el juicio.
Ahora se enfocará en la perícopa
vv. 53, 54: “Y sucedió que cuando
Jesús terminó estas parábolas, se retiró de allí. Y viniendo a su tierra, les
enseñaba en la sinagoga […]”.[10]
Cristo termina de enseñar las
parábolas sobre el reino de los cielos y se retira de allí. ¿A dónde va? A su
tierra Nazaret.
Llega a Nazaret y va de frente
a la sinagoga. Mateo no registra el día, pero Marcos sí (Mr 6:1, 2). Era día
sábado. Un día preciso para predicar e invitar a las personas al reino de los
cielos.
El rechazo en
Nazaret
Sucedió todo lo contrario.
Ante la enseñanza por parte de Jesús, se dio una reacción no grata por parte de
ellos. En Mateo 13:54-58 se registra lo siguiente:
[…] así que (ellos) se asombraban y
hablaban ¿De dónde tuvo éste esta
sabiduría y estos poderes milagrosos?
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María y sus hermanos
Jacobo, José, Simón y Judas? ¿Y no todas las hermanas de él están con nosotros? Por lo tanto ¿De dónde sacó (este) todas éstas cosas? Y se
escandalizaban de él, pero Jesús les dijo: no es profeta deshonrado sino en su
tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros por la incredulidad de
ellos.[11]
Antes de analizar estos textos,
es necesario recurrir al evangelista Marcos. Marcos, en 6:1-6,[12] registra la misma escena
que Mateo. Ambos narraron el rechazo hacia Jesús por parte de Nazaret. Sin
embargo, recuérdese que el evangelio de Marcos, probablemente, se escribió
primero.
Por ejemplo, en el primer
versículo (v. 53), Mateo registra que Jesús partió solo de Capernaún. Por otro
lado, Marcos agrega que Jesús salió con sus discípulos (v. 1). Mateo no registra el día, pero Marcos afirma
que los sucesos ocurridos fueron en sábado (v. 2). Marcos enfatiza más la frase
“este hombre” (v. 2) como si fuera
“una clase de hombre”, de manera despectiva. Marcos es enfático en los
preconceptos y el trato de cada nazareno.
Para Marcos, Jesús es
carpintero (v. 3); para Mateo, él es el hijo del carpintero. Esto permite
concluir que Jesús estuvo laborando como carpintero desde su niñez hasta la
adultez; quizá por eso Cristo era muy conocido por todos sus vecinos.
Por cuanto a los milagros realizados,
Marcos es más puntual al decir “sanar algunos enfermos” (v. 5), puesto que
Mateo solo menciona “no hizo muchos milagros” (v. 58).
Por último, Marcos registra
algo importante: el asombro de Jesús ante la incredulidad de sus vecinos. A
pesar de todo el mensaje y los milagros que vieron y escucharon, aun no creían.
Ahora, se estructurará los
versículos 53 al 58:
A. El Maestro terminó de enseñar (v. 53)
B.
El Maestro vuelve a enseñar (v. 54)
C. Sorpresa y duda contra el Maestro (vv. 54-56)
D. Escándalo y deshonra contra el Maestro (v. 57)
E. Resultado de la incredulidad al
Maestro: pocos milagros (v. 58).
Es interesante que, al
analizar las cinco preguntas que hacen los de Nazaret, encontrar una estructura
quiástica que ayudará comprender mejor la perícopa en estudio:
A: “así que (ellos) se asombraban”
B: “¿De dónde tuvo éste esta sabiduría y estos
poderes milagrosos?”
¿No es éste el hijo del carpintero?
X: ¿Su madre no se llama María y sus hermanos
[…]?
¿Y no todas las hermanas de él están con nosotros?
B’: “¿De dónde sacó (este) todas éstas cosas?”
A’: “Y se
escandalizaban”
Al ver la estructura, el
aspecto familiar, de procedencia, para aceptar o no a Jesús como Mesías, es
importante. En A, los pobladores se asombraron
por la sabiduría obtenida; mientras que en A’, ellos, también, se escandalizaron. Ambos términos denotan
discordancia y desagrado contra Jesús.
En primer lugar, asombrar viene del término griego "eskandalizo", que significa maravillar. En los
cuatro evangelios y Hechos (Mt 7:28; 13:54; 19:25; 22:33; Mr 1:22; 6:2; 7:37;
10:26; 11:18; Lc 2:48; 4:32; 9:43 Hch 13:12), en sus distintos usos (tiempo,
caso, persona, etc.), tiene dos aplicaciones: 1) En el sentido de ver algo
fuera de lo común. El objetivo es alegrarse, agradecer por algo “sorprendente”,
pero creíble. 2) En el sentido despectivo, insensible, indiferente. El objetivo
es ser escéptico y despreciativo a la vez. En este caso, según el contexto, se
usaría la segunda aplicación. Increíblemente, los de Nazaret se asombraron de
la inteligencia de Jesús, no para felicitarlo, sino con el solo hecho de ser
despectivos con él. En segundo lugar, la palabra escandalizar viene del término griego "eskandalizo", que significa desconcertar, dar motivo de ofensa, ofender,[13] poner un lazo o trampa en el camino (Mt 5:29,30; 11:6; 13:21,57; 15:12; 17:27; 18:6, 8, 9; 24:10; 26:31, 33[2x];
Mr 4:17; 6:3; 9:42, 43, 45, 47; 14:27, 29; Lc 7:23; 17:2; Jn 6:61; 16:1; 1 Co
8:13 [2x]; 2 Co 11:29).[14]
Como
sustantivo, designa el escándalo como ocasión de pecado; incitación a la
apostasía y a la incredulidad (Mt 18:7; Ap 2:14; Ro 14:13; 16:17); aquello que escandaliza,
algo que choca o indigna, provoca protesta, que constituye un impedimento para
la fe (1 Jn 2:10; 1 Co 1:23; Gá 5:11; Mt 13:41).[15]
Como verbo, en voz activa,
significa: inducir al pecado, dar escándalo (Mt 5:29s; 18:6; 1 Co
8:13); en pasiva: escandalizarse, caer, ser inducido o seducido (Mt 13:21; 24:10; Jn 16:1; 2 Co 11:29);
escandalizarse en Jesús (Mt 11:6; 13:57; 26:31, 33). Por último, irritar, encolerizar; desconcertar,
suscitar oposición (Mt 17:27; Jn
6:61; Mt 15:12).[16]
Por lo tanto, A y A’ enfatizan
el desacuerdo contra Jesús. Los de Nazaret se maravillaron y escandalizaron.
Quedaron desconcertados y ofendieron al Maestro. A pesar de sus milagros, no
creyeron en él. Se indignaron y protestaron contra él. Y no solo eso, se
opusieron a su enseñanza. Despreciaron el mensaje y al mensajero.
¿Pero, por qué se maravillaron? Por su sabiduría y
poder. Sígase con la estructura quiástica. En B se pregunta de dónde Cristo
obtuvo su sabiduría y su poder, y en B’ generaliza y expresa el término cosas, refiriéndose a sabiduría y poder.
El término poder
proviene de la palabra griega "dynamei", que viene de la raíz duna, que significa capacidad, fuerza, poder (Mt
14:2; 22:29; Hch
1:8; Ro 1:4; Col
1:11; 2 Ti 3:5; Heb
7:16; 2 P 1:3), habilidad, competencia (Mt
25:15; 2 Co 1:8; 1
Co 14:11). Especialmente actos o hechos de poder, milagros (Mt
11:20; Mr 6:5; 2
Co 12:12; Heb 2:4).
En los
sinópticos y en Hechos, dynamei connota el poder o acto divino, los poderes celestiales
o angelicales (Hch 8:10; Ro
8:38; 1 Co 15:24),[17] el poder de
hacer milagros y curaciones,[18] y el poder del mal en contra del
poder de Dios (Lc 10:19; 1 Co 15:56; 2 Ts 2:9; Ap 13:2).[19]
En el
caso de Jesús, él recibió poder del Espíritu Santo, y este don le confirió la
autoridad de expulsar demonios y curar enfermos. Sus milagros son designados
como dunamei, esto
es, como obras poderosas, ya que con ellas
empieza hacerse operante en la tierra la fuerza del reino de Dios y se
emprende la lucha contra el demonio en el campo de la vida humana.[20] Estas
obras difieren en tres puntos con las obras que se realizaba en esos tiempos:
a) no hay conexión con la magia, b) son realizadas por la palabra y c) se
necesita fe para obtenerlo.[21] En el
caso de Jesús, había momentos que él hacía milagros teniendo fe en su Padre,
afirmando que no podía hacer nada sin él; con todo, muchos de sus milagros
revelaban su poder divino.
Entonces,
en B y B’ se hace énfasis sobre los atributos de Jesús. Él tenía poder y
sabiduría. A través de dicha sabiduría, les estaba manifestando que él era el
Mesías que tanto habían esperado. Suponiendo no le crean, por las palabras y
enseñanzas expresadas, él manifestaría, y así lo hizo, su poder divino con el
fin de que prueben su mesianismo. Serían sus milagros, también, los que revelarían
que él era el Cristo que tanto hablaron los profetas. Como declara Betz: “Los
milagros de Jesús sirven como prueba
dada por Dios para mostrar que Jesús es el Mesías, el ungido con el
Espíritu de Dios”.[22] A través de dichos
poderes milagrosos, hasta la persona más desconfiada creería.
Lo paradójico, sin embargo, es
que no le creyeron. Y es en la letra X, siguiendo el quiasmo, que se encuentra
la respuesta al porqué del rechazo a Cristo. La pregunta, “¿De dónde?”,
Expresadas en B y B’, son esenciales. ¿De
dónde consiguió estos poderes y esta sabiduría, si su papá es José el
carpintero? Él, también, es carpintero ¿De dónde sacó todo lo que hemos visto y
oído? Además ¿Su mamá no es María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?
¿No están sus hermanas con nosotros? Con estos antecedentes ¿Puede decir que él
es el Mesías? ¿Podemos creer en lo que nos dice?[23]
Tales preguntas pasaron por las mentes de los
vecinos de Jesús y mostraron el desagrado hacia los padres de Cristo. Esto, para
ellos, reflejaba
la única realidad y autoridad que representaba a Jesús y su mensaje.[24]
Pero, una vez más ¿Por qué era
tan importante para los de Nazaret la procedencia
y la familia como base para creer si
en verdad Cristo era o no era el Mesías? Por una razón, ellos pensaron que el
Mesías iba a ser un gran rey que los iba a librar de Roma. Ellos, al mal
interpretar y tergiversar las Escrituras, no estaban esperando a un Mesías
humilde y sufriente, siervo de los demás (Is 53), sino que esperaban a un
Mesías rey, que libere y gobierne Judea y, al final, al mundo entero. Según Gancho,
“habían adquirido en la mentalidad judía, oscurecidos por prejuicios de raza y
de religión, un carácter totalmente erróneo, al pueblo judío, víctima de la
opresión extranjera, el ansia de días mejores y de desquite, le hizo ver tan solo,
en las grandiosas imágenes usadas por los profetas, una restauración nacional y
temporal de Israel”.[25]
No solo los judíos esperaban
un Mesías rey, Horn registra: “Había en todo el mundo gentil gran expectativa
por un salvador, cuando Augusto subió al trono (27 AC) y siglos de lucha dieron
lugar a una paz casi universal, los sentimientos populares aplicaron leyendas y
profecías mesiánicas a él”.[26] El historiador romano
Suetonio escribió: “se había difundido por todo el Oriente una antigua y firme
creencia de que la suerte quería que en ese tiempo hombre salidos de Judea
gobernaran al mundo. A esta predicción, referida al emperador de Roma, como
surgía de los acontecimientos, la gente de Judea la tomó para sí misma”.[27]
Por este motivo, ver a Jesús
como carpintero, ser hijo de José y María, y tener aquellos hermanos, causaba
un enfrentamiento entre la persona de Jesús y los preconceptos y creencias que
ellos tenían acerca del Mesías profetizado.
¿Jesús, sin embargo, no les
había demostrado con sus milagros y palabras que él era el Mesías? ¿Todo esto
no era más que suficiente para demostrar su autoridad? ¿No pesaba más sus
palabras y milagros palpables, que ser hijo de María y de José el carpintero?
Al parecer, para ellos no. Más pesaba sus preconceptos, que el cumplimiento de
las profecías, sabiduría y poder de Jesús.
Paradójicamente, Cristo, el
más esperado, fue rechazado, y ¡por su propio pueblo! Esto, por la incredulidad
de ellos, produjo que Cristo no realizara muchos milagros.
Conclusión
[1] El deseo de Cristo, al ir
a Nazaret, fue presentarse como Mesías e invitar a sus vecinos al reino de los
cielos.
[2] Para que ellos crean, Él utilizó
sus poderes y manifestó su sabiduría, con el fin de demostrar que él es el
Mesías, el Deseado del pueblo de Israel.
[3] La mala interpretación y
comprensión de las profecías mesiánicas, como también fiarse en las creencias
populares del mundo oriental de aquellos días, provocaron en los pobladores de
Nazaret prejuicios que, sin darse cuenta, terminaron rechazando al mismo
Mesías. Principalmente, por los preconceptos acerca de la procedencia del
Mesías, para ellos les era imposible reconocer que su salvador sea el hijo
del carpintero.
[4] Por la incredulidad en el
Reino Mesiánico de Jesucristo, el Señor no hizo muchos milagros. Aquellas
personas, que no aceptaron a Jesucristo como Mesías, no recibieron las
bendiciones que otorga al estar en del reino de los cielos.
[5] La invitación continúa
para cada creyente: venid al Reino de los cielos y serán bendecidos.
Publicado
en la revista bíblica– teológica Berit
Olam 5, no. 1-2 (2008): 85-93.
[1]Siegfried H.
Horn, Diccionario bíblico adventista
(Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 478.
[2]Wilton M.
Nelson, Nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (Nashville, TN: Caribe,
2000), 435.
[3]Jonathan L.
Reed, El Jesús de Galilea: Aportaciones desde
la arqueología (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006), 90, 271-3.
[4]Capernaún, una
de las ciudades de Galilea, fue una pequeña aldea de pescadores con no más de 1
000 personas, que posteriormente el
número aumentó de 12 000 a 15 000 habitantes. Esto hace suponer que las
localidades y ciudades no eran tan grandes. Por otra parte, el carpintero era
aquella persona que fabricaba objetos de madera o de piedra, como casas o
herramientas. A pesar que este trabajo tenía bastante demanda, era tan solo un
trabajo manual, más no una profesión (véase Craig Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento [TX:
Mundo Hispano, 1993], 79; Reed, 90; Ulrich Luz, El evangelio según Mateo: Mt 8-17 [Salamanca: Ediciones Sígueme,
2001], 2:508).
[5]Ulrich Luz, El evangelio según San Mateo (Salamanca:
Ediciones Sígueme, 1993), 1:33-5.
[6]Comentario bíblico Portavoz: Panorama del nuevo testamento (Grand Rapids, MI:
Portavoz, 1993), 79, 80.
[7]Solo se estudiará
hasta el capítulo 16.
[8]Mateo enfatiza
bastante el “reino de los cielos”. Como declara Everett F. Harrison, la
enseñanza respecto al reino “es dominante en todo este evangelio” (Introducción
del Nuevo Testamento [Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1999], 164).
[9]Son siete las
parábolas que enseña a la gente, y estas guardan relación con el reino de los
cielos: [1] El sembrador: “Cuando alguno oye la palabra del reino…” (vv. 18, 19);
[2] Trigo y cizaña: “El reino de los cielos es semejante a…” (v. 24); [3] Grano
de mostaza: “El reino de los cielos es semejante al…” (v. 31); [4] La
levadura: “El reino de los cielos es semejante a…” (v. 33); [5]
El tesoro escondido: “Además, el reino de los cielos es
semejante a…”
(v. 44); [6] La perla: “También el reino de los cielos es
semejante a…”
(v. 45) y [7] La red: “Asimismo el reino de los cielos
es semejante a…”
(v. 47). En las seis últimas parábolas se utiliza la frase “ho basileía ton
oujranon” seis veces, y en la primera se utiliza “ton basileía”
una vez, enfatizando así el tema principal del capítulo: el reino de
los cielos.
[10]Traducción personal. Las palabras en
cursiva es para énfasis.
[11]Ibíd.
[12]Véase,
también, Lucas 4:16-30, donde el autor, probablemente, se basa a Marcos e incorpora
nueva información.
[13]Ortiz, 234.
[14]W. E. Vine, “escandalizar”,
Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento
exhaustivo (Nashville, TN: Caribe, 2000), 125.
[15]Ortiz, 235;
Guhrt, 2:98.
[16]Ibíd.
[17]Véase O.
Betz, “dunamei”, Diccionario teológico del Nuevo Testamento, eds. Mario Sala y Araceli Herrera
(Salamanca: Ediciones Sígueme, 1984), 3:386. En adelante DTNT. W. Grundmann, “dunamei”, Compendio
del diccionario teológico del Nuevo
Testamento, ed. Gerhard
Kittel, et. al (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 187. En adelante CDTNT.
[18]Betz, “dunamei”, DTNT, 3:387; Eugene E. Carpenter y
Philip W. Comfort, “Milagro”, Glosario Holman de temas bíblicos (Nashville,
TN: Broadman&Holman, 2003), 330.
[19]Pedro Ortiz,
“dunamei”, Concordancia
manual y diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento (Madrid: Sociedad
Bíblica, 2000), 256. En adelante CMDGENT.
[20]Betz, 3:387.
[21]Grundmann, 189.
[22]Betz, 3:387.
[23]La pregunta
de manera clara y específica, que resumiría las cinco registradas en Mateo, se
registra en Juan 6:42; 7:15: “Siendo sus padres María, José y teniendo hermanos ¿Cómo dice que ha venido del cielo?” (la cursiva es para énfasis).
[24]Donald A. Hagner, Matthew 1-13,
en Word Biblical Commentary, eds.
David A. Hubbard, et al (Dallas, TX: Word Books, Publisher, 1993), 33A:405.
[25]C. Gancho, Enciclopedia de la Biblia, ed. Pablo
Termes Ros (Barcelona: Ediciones Garriga, 1969), 5:84.
[26]Horn, 633, 4.
[27]Ibíd.
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