La relación del santuario con la
salvación
Pr. Oscar S. Mendoza
Distrito Misionero "Lurín"
www.prmendoza.com
Introducción
Uno
de los temas más complejos de la Escritura, es la salvación. La cristiandad
está dividida en la comprensión de esta verdad. ¿La salvación se limita solo a
la cruz, como lo entienden los evangélicos? ¿El ser humano se salva solo
observando los sacramentos —bajo la intercesión de los difuntos— como sostienen
los católicos? ¿Qué dice la Escritura al respecto?
1.
La salvación: una serie de acciones divinas
a. La Escritura revela un conjunto
de acciones que Dios realiza para salvar al ser humano. La salvación no se
limita a una acción, sino a un conjunto de acciones, planteadas y planificadas
por la Trinidad en un inicio.
b. Este conjunto de acciones,
básicamente, incluyen: justificación, santificación y glorificación. Sin
embargo, es recomendable entenderlas desde la perspectiva del santuario y del
conflicto cósmico.
c. Veamos cada una de ellas:
Justificación por la fe. Desde que el ser humano pecó, quedó destituido de la gloria de Dios (Rom 3:10-18). Sin embargo, Dios llama al pecador para perdonarlo (Hch 2:38), imputarle la justicia de Cristo (Rom 5:6-11; Ef 2:13) y, luego, declararlo “justo” (Ro 5:17; 19-20; Zac 3:1-5; Luc 19:10-14). Para ser declarado justo, se le tuvo que haber purificado de sus pecados, y esto es gracias a la sangre de Cristo en la cruz (Ro 5:19-20). Para ser justificado, se necesita tener fe (Ro 1:16-17). Al ser declarado justo, el nuevo creyente recibe el Espíritu Santo (Hch 2:38).
Santificación. Al recién justificado, le toca vivir como justo. Como a todo creyente, se le invita a tener buenas obras (Ef 2:10); y no seguir bajo el dominio del pecado (Ro 6:1-4). La salvación influye positivamente en el estilo de vida del creyente, porque ahora es “nueva criatura” (2 Cor 5:17). A través de su lealtad y obediencia a la ley, revelará su amor al Creador (Jn 14:15). Esto no quiere decir que jamás pecará; pero, sí se sabe que, al momento de caer, Dios estará dispuesto a perdonarlo desde el santuario celestial (Heb 4:16; 1 Jn 2:1). Dicho de otro modo, la santificación es el nuevo estilo de vida del recién justificado, en el cual es desculturizado por su lectura diaria de la Biblia; pero, bajo la conducción del Espíritu Santo.
Glorificación. Se podría decir que es la última
etapa de la salvación. Esta se revelará cuando Cristo retorne por segunda vez,
nos transforme (1 Tes 4:13-18), y nos haga morar con Él por la eternidad.
Aquellos que serán glorificados (1 P 5:14), serán los que hayan permanecido con
la justicia de Cristo.
d. Como es notorio, la salvación no
depende exclusivamente del pre-determinismo divino (en algún tiempo atrás),
tampoco de lo logrado solo en la cruz. Un cristiano puede perder la salvación
(Heb 6:4).
e. El hijo de Dios es llamado a
experimentar la salvación, por medio de una comunión diaria con Cristo. Al
recibir la influencia del Espíritu Santo, cada uno se prepara para la segunda
venida.
2.
La salvación desde la perspectiva del santuario
a. Por medio del santuario terrenal,
Dios enseñaba la salvación a los judíos en el Antiguo Testamento. Para los
cristianos del primer siglo, el santuario celestial era aquella escuela.
b. Cada creyente, si desea conocer
la salvación, necesita saber los elementos básicos del santuario. De lo
contrario, tendrá un pensamiento parcial de Cristo y sus acciones redentoras.
c. Las etapas que hemos estudiado,
que son la Justificación, Santificación y Glorificación, deben entenderse a través de los ritos y elementos
del santuario terrenal.
d. Por ejemplo, el hebreo era
justificado diariamente, porque acudía al santuario terrenal con una ofrenda. Esta se convertía en su substituto al momento del degollamiento
(Lev 4:15).
e. Al degollar la ofrenda e
imponerle las manos sobre su cabeza (Lev 4:24), los pecados de aquel hebreo se
transferían a la sangre de la ofrenda, y así la sangre quedaba contaminada.
f. Después del sacrificio, el
sacerdote ingresaba con la sangre contaminada al santuario, la vertía siete
veces en el velo e intercedía por el pecador (Lev 4:6, 17).
g. Así, el pecado quedaba en el
santuario (por medio de la sangre contaminada), y el creyente retornaba a su
casa “justificado”.
h. Ahora, ¿el recién justificado regresaba
a casa a seguir pecando? De ninguna manera. Recordemos que los diez mandamientos
estaban guardados en el arca del pacto (Deut 10:2). La ley no solo era la base
para toda clase de juicio, sino que era el elemento recordatorio para cada
recién justificado. Aquella ley debía ser cumplida por amor al Creador y al
prójimo.
i. Por supuesto, si el creyente
hebreo se equivocaba, el sacerdote intercedía por él en el lugar santo. Esto
sucedía diariamente.
j. Finalmente, los judíos
participaban del día de expiación, que prefiguraba la expiación
cósmica (Lev 16), iniciada en 1844 DC. Este día, también, prefiguraba la glorificación que experimentaremos en
el futuro.[1]
k. Con esto, vemos que los judíos
entendían la “justificación” en los actos de “sacrificio” de la ofrenda, la
transferencia del pecado al santuario y la declaración (de justicia) de Dios.
Todo era por fe.
l. La santificación se entendía
mejor dentro del santuario, por medio de la intercesión del sacerdote y la
observancia de los diez mandamientos. De hecho, sin dejar de lado la labor del
Espíritu Santo, representado por el candelabro.
m. Por supuesto, la glorificación se
comprendía en el lugar santísimo, con el cual, cuando se realizaba el Día de
expiación, a los judíos se les venía en mente la “Nueva creación de Dios”.
3. Cristo en su santuario[2]
a. El altar de sacrificio, en el AT,
representó a la cruz donde murió Jesucristo.
b. El lugar santo simbolizó al santo
del santuario celestial, donde Cristo ministró desde el año 31 hasta 1844 DC.
Su función, básicamente, fue de intercesión.
c. En el lugar santísimo, desde 1844
DC, Jesús opera el juicio investigador y salva al creyente hoy.
d. En la actualidad, cuando el creyente
peca, debe acudir al sumo sacerdote Jesucristo, para que Él interceda. Luego,
Dios lo perdona y lo declara “justo”, como si nunca hubiese pecado.
e. Al ser justificado, es llamado a
perseverar, guardar los diez mandamientos y tener fe en la voz profética (Ap
12:17; 14:12), mostrando así el nuevo estilo de vida en Cristo, como resultado
de la obra del Espíritu Santo.
f. Cuando Jesucristo deje el lugar
santísimo, vendrá a la tierra y glorificará a todo aquel que haya permanecido
con su justicia.
Conclusión
a. Si queremos conocer a Cristo, debemos
conocer el Santuario.
b. La salvación solo se entiende
desde la perspectiva del santuario (terrenal y celestial).
La salvación incluye una
serie de acciones, a saber, la “justificación”, la “santificación” y la
“glorificación”; todo esto, a la luz de la doctrina del santuario.
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