Si yo fuese el
diablo
George Knight
El
Adventismo del Séptimo Día al filo del siglo veintiuno está en un lugar que
nunca esperó estar en la tierra.
Más
allá de eso, se ha expandido más allá de los sueños más descabellados de sus
fundadores; y continúa expandiéndose. Cuando yo me uní a la iglesia en 1961,
había algo más de 1 millón de adventistas alrededor del mundo. Esa cifra se
expandió a más de 2 millones in 1970, 3.5 millones en 1980, cerca de 7 millones
en 1990, y alrededor de 11 millones en el 2000.
A
la tasa de crecimiento actual, podemos esperar 20 millones de adventistas en el
2013 y 40 millones entre 2025 y 2030, si el tiempo durara. ¡Qué cambio desde
1848, cuando sólo había alrededor de 100 creyentes! Para ellos la visión de
Elena G. de White sobre las publicaciones, de que el adventismo algún día sería
como rayos de luz extendiéndose alrededor de la tierra, les debe haber parecido
un disparate alocado. Si uno de ellos hubiese predicho 11 millones de
adventistas, los otros, como la Sara de antaño, probablemente se hubieran reído
a carcajadas.
Hay
una sensación de que lo imposible ha
sucedido. Aquellos primeros creyentes eran pocos, pobres, y débiles. Por otro
lado la iglesia hoy son muchos, con la más amplia presencia mundial en la
historia del protestantismo, con millones de dólares en adquisiciones y
recursos.
Sin
embargo, el crecimiento ha traído sus propias complicaciones y desafíos. Las
cosas eran simples en los primeros días de la Iglesia Adventista. Todos
hablaban el mismo idioma, todos pertenecían a la misma raza, todos vivían en
una parte relativamente restringida del noreste de los Estados Unidos, y todos
habían sido criados en una cultura que les proveía con un sistema de valores y
expectaciones compartido.
En
el año 2000 el adventismo está lejos de ser simple. Nos saludamos desde más de
200 naciones, utilizamos más de 700 idiomas, y variamos grandemente en nuestras
expectaciones y trasfondos culturales.
El
adventismo hoy tiene finanzas sin paralelo y reservas de obreros capacitados,
sin embargo enfrenta desafíos sin precedentes al moverse hacia adelante con su
misión. Afortunadamente, nuestro Dios es Dios de lo imposible. Para mejor o
para peor, Él ha escogido usar más bien instrumentos humanos para terminar Su
tarea.
Si
yo fuese el diablo (que es uno de mis juegos favoritos), reuniría todas mis
energías contra el elemento humano en los planes de Dios en tanto su iglesia
intenta moverse del presente al futuro. De hecho, si yo fuese el diablo,
planificaría mi estrategia muy cuidadosamente. Tendría un plan muy bien pensado
para frustrar a la iglesia en su misión. La primera cosa en mi agenda sería la
generación de adventistas que está próxima a aparecer.
Objetivo: Jóvenes
Si yo fuese el diablo, pondría mis mejores energías
para lograr que la iglesia rechace las ideas y planes de la generación que
viene. Y
eso no sería muy difícil, ya que en la mayoría de áreas no se visten como sus
integrantes más viejos, no cantan como ellos, o ni siquiera piensan como ellos.
Cuando
me toque gente mayor que le ponga mala cara a las guitarras, al mismo tiempo
les ayudaré a que se olviden que los primeros adventistas ni siquiera permitían
órganos en sus iglesias. Cuando haga un disparo a sus así llamados dramas,
ayudaré a sus mayores para que se olviden que Jesús usó historias ficticias
como la del Rico y Lázaro, y que Elena G. de White usó el término drama para
referirse a lo que nosotros conocemos como telenovelas [o teleseries]. Incitaría a los miembros de más edad para que
piensen que los dramas son un gran mal en vez de una parábola actuada. También
ayudaría a la Iglesia Adventista a que se olvide que su propio movimiento fue
iniciado en su mayoría por gente joven cuyas ideas eran innovadoras y
creativas.
El
diablo no es tonto. Él sabe que si puede desanimar a lo mejor de nuestros
jóvenes para que se hagan cargo de la iglesia, ésta estará muerta o agonizante.
Para alcanzar a la nueva generación, nosotros debemos aprender a comunicarnos
en el lenguaje de su tiempo, tal como Jesús usó el lenguaje y modismos de Su
tiempo y Jaime White lo hizo en el suyo. Si la iglesia insiste en usar modismos
del siglo diecinueve para alcanzar a jóvenes en el siglo veintiuno,
eventualmente terminará como los Amish (cuákeros) que han mantenido sus formas y
tradiciones pero han perdido su misión para con el mundo.
La
iglesia necesita reconocer que las generaciones venideras ni siquiera piensan
como los que nacimos alrededor de 1940 y antes. La lealtad a las marcas
desapareció. El mundo post-Watergate, post-Vietnam, post-moderno tiende también
a ser post denominacional. La iglesia ya no puede esperar lealtad sin pensar o
producida por sentimientos de culpa sólo porque los jóvenes hayan nacido
adventistas o porque ellos piensan que el adventismo tiene la verdad. Al
contrario, la iglesia necesita demostrar que es verdad lo que proclama ser y
que está utilizando sus fondos y recursos fielmente. La juventud de hoy hace
muy poco asco respecto a usar sus recursos y talentos fuera del adventismo
organizado.
Este
no es un problema pequeño. Los jóvenes de la iglesia son su más grande
posesión, y los jóvenes de afuera de la iglesia son su campo misionero presente
y futuro. Los jóvenes son la más grande oportunidad del adventismo y su más
serio desafío. La iglesia debe formular planes para alcanzar sus mentes y
lograr su apoyo. Ellos serán la iglesia del futuro.
Objetivo: Visión
Si yo fuese el diablo, haría que la iglesia piense en
pequeño.
Esta táctica está cercanamente relacionada a la que tienen los jóvenes frustrados.
Yo conozco adventistas que pueden dar 110 razones del por qué casi cualquier
cosa que se les sugiere no se puede
hacer. Y normalmente apoyan sus razones con versículos bíblicos y citas de
Elena G. de White tomadas fuera de contexto.
Tales
apóstoles del negativismo aparentemente nunca han leído Testimonies for the church (Testimonios para la Iglesia), volumen
6, página 476. Elena G. de White escribió: "Nuevos métodos y nuevos planes
saldrán de nuevas circunstancias. Nuevos pensamientos vendrán con los nuevos
obreros que se darán a sí mismos para la obra.... Ellos recibirán planes
ideados por el Señor mismo." Nuevos obreros son a menudo obreros jóvenes.
Pensar
en pequeño en el Adventismo significa que la Iglesia X bautizará 50 en el 2001,
más bien que su blanco proyectado de 25; significa alcanzar la marca de los 20
millones para el 2007 en vez de lo que estaba proyectado para el 2013. Con
pensar en pequeño la iglesia estará en el planeta por un largo tiempo.
Pienso
en mi amigo Arnold Trujillo que está en Hawaii. Él ahora tiene 29 iglesias y
grupos con 5.500 miembros, pero ha declarado públicamente que su meta es tener
10.000 iglesia- hogares de 12 miembros cada una para el 2005 y actualmente está
trazando las bases para esa expansión. ¿Eso es visión o ilusión? Ambas podrían
estar muy cerca. Nunca se olvide que Jesús mandó a los 11 discípulos que
llevaran el evangelio a "todo el mundo" (Marcos 16:15), y nunca se
olvide la tarea imposible que enfrentaron nuestros propios antepasados en el
adventismo. Necesitamos pensar en la magnitud de la lluvia tardía y la fe.
¿Cómo podemos pensar en grande y utilizar mejor nuestros fondos y recursos para
hacer nuestros sueños realidad?
Objetivo: Conformismo
Si yo fuese el diablo, incitaría a la gente a creer que
sólo hay una manera de hacer algo y que todos tienen que hacerlo de esa única
manera.
Tomemos por ejemplo a la adoración (el culto). Hace unos pocos años en la
División Norteamericana tuvimos algo de tensión en cuanto a lo que se llamó
culto "celebration". No sé mucho acerca de la adoración
"celebration", pero sé que en un servicio de culto adventista
promedio me puedo quedar dormido durante la invocación, despertarme en la
última oración y decirles exactamente qué pasó.
La
iglesia tiene que darse cuenta, como lo escribe Elena G. de White, que no todas
las mentes deben ser alcanzadas por los mismos métodos (Testimonies,
Vol. 6, p. 116). Estilos de adoración, por ejemplo, están
relacionados con la clase socioeconómica de una persona. Lo que tal vez alcance
a algunas comunidades de clase media-alta quizás no alcance a Pentecostales o
Anglicanos u Ortodoxos o Islámicos. No estoy diciendo que nos hagamos
Pentecostales o Islámicos, pero que debiéramos tener modos de alcanzarlos que
les sean atractivos. El adventismo no necesita una o dos maneras de adorar,
sino 50. Otra manera de decirlo es que si todos en la iglesia se parecen a mí,
entonces no estamos llegando muy lejos.
He
hablado acerca de la adoración, pero lo mismo puede ser dicho acerca del
evangelismo. Nuestro Dios ha creado variedad en todos lados. Nosotros debemos
movernos más allá de la cosecha de uno en uno en una comunidad dada y alcanzar
a todos los hijos de Dios. Si vamos a alcanzar a aquellos que menos se parecen
a nosotros, debemos conscientemente desarrollar métodos y procedimientos que
sean más bien distintos a los tradicionales.
Objetivo: Innovación
Si yo fuese el diablo, minimizaría la importancia de
las nuevas tecnologías en la terminación de la obra de la iglesia. Las nuevas
tecnologías tienen tremendo poder tanto para bien como para mal. Muy a menudo
le hemos dejado el campo al diablo.
H.M.S
Richards una vez me dijo que él tuvo que luchar con los hermanos a cada paso.
La radio en 1930 era demasiado nueva, demasiado radical, demasiado innovadora,
demasiado no probada, un desperdicio del dinero del Señor.
Hoy
en día estamos en la frontera de las tecnologías para esparcir los mensajes de
los tres ángeles que Richards ni siquiera soñó. Hoy como nunca antes
necesitamos una generación con el espíritu de H.M.S Richards pero con las
imaginaciones del siglo veintiuno.
Antes
de dejar el tema de la tecnología, necesito decir que yo pensé que la idea de
NET (programa norteamericano vía satélite) era loca. ¿Quién iría a una iglesia
para ver a un predicador en una pantalla? Estoy contento de que estaba
equivocado. El programa NET ha puesto a los adventistas en la misma
frontera de algunos tipos de comunicación
mundial.
¿Qué
otras ideas están allá afuera para ser descubiertas? ¿Y cómo podemos
utilizarlas mejor?
Objetivo:
Participación
Si yo fuese el diablo, haría de los pastores y
administradores el centro de la obra de la iglesia. Debe haber sido el
diablo el que nos dio la idea de que el pastor debería hacer toda la
predicación, dar todos los estudios bíblicos, ser el básico ganador de almas de
la iglesia, y tomar y llevar a cabo todas las decisiones administrativas de la
iglesia.
Necesitamos
movernos más allá de ver a las iglesias como centros de entretención para los
santos. Necesitamos poner más sacerdotes en el sacerdocio de los creyentes. Si
esperamos que los pastores terminen la obra, el adventismo estará en la tierra
por un poco más que la eternidad. El desafío es crear una generación de
pastores y administradores adventistas que sean preparadores, que tengan la
habilidad de ayudar a la gente a usar sus talentos en la obra de alcanzar al
mundo. Los pastores necesitan llegar a ser capacitadores. No mamás gallinas
cubriendo a sus polluelos.
Se
dice que Al McClure dijo en una convención de plantación de iglesias que
cualquier iglesia que no se divide en dos o planta otra iglesia en tres años
debería perder a su pastor. Y si el pastor McClure no dijo eso, debería haberlo
dicho. El adventismo necesita tomar pasos definidos para re moldear el rol del
pastor en el de un capacitador.
Objetivo: Congregaciones Locales
Si yo fuese el diablo, socavaría la importancia de la
congregación local. Una de las grandes necesidades del adventismo es la
creación y mantenimiento de congregaciones locales vibrantes. Una congregación
saludable no es un grupo de individuos independientes, sino una unidad de
creyentes alcanzando a la comunidad que está a su alrededor.
La
tarea de la iglesia mundial en la organización de la Asociación General es la
de coordinar fondos y personal para enviar el mensaje de Cristo a los rincones
más lejanos de la tierra. De ese modo el congregacionalismo como forma de
organización no es suficiente en sí mismo. Por otro lado, la denominación como
un todo será solo tan saludable como lo sean sus congregaciones locales. ¿Qué puede hacerse para crear salud en
nuestras congregaciones locales?
Objetivo: Administración
Si yo fuese el diablo, crearía más niveles
administrativos y generaría más administradores. De hecho, si fuese
el diablo, pondría a tantos empleados exitosos como pudiera tan lejos del
escenario de acción como fuese posible. Los pondría detrás de escritorios, los
taparía de papeles, y los inundaría con comités. Y si eso no fuese suficiente,
los cambiaría a los así llamados niveles más y más altos hasta que tuviesen
poquísimo contacto directo y constante con la gente que hace andar la iglesia.
No me malentiendan. Creo en la organización eclesiástica. Pero también creo en
el alimento, y sé que demasiado de algo bueno tiene resultados menos que
saludables.
Muchos
adventistas creen que el adventismo necesita recortar el número de sus niveles
administrativos y sus bienes raíces administrativos para así poner más dinero y
energía en pelear la batalla en las líneas del frente. Muchos adventistas están
cansados de pagar la cuenta masiva de un sistema de niveles múltiples.
En
el Concilio Anual en Brasil del año 1999 yo mencioné que no hay iglesia en el
mundo con tantos niveles administrativos que mantener como el adventismo.
Cuando ese artículo fue publicado en la Adventist
Review, el editor quería insertar excepto el Catolicismo Romano. Yo respondí
diciéndoles que añadan incluyendo el Catolicismo
Romano. El sistema Católico Romano tiene dos niveles sobre la congregación
local, mientras que el adventismo tiene cuatro. Nuestro sistema actual fue
desarrollado en la era del carro de caballos, cuando ni siquiera había
aparecido el teléfono. El desafío para la iglesia en el siglo veintiuno
será reorganizarse para la misión a lo largo de líneas que tomen en cuenta los
transportes y comunicación modernos.
Más
y más adventistas se están dando cuenta de que hay otras maneras de estructurar
la iglesia en el mundo posmoderno que liberarían tanto dinero y obreros para
terminar la obra del Señor en la tierra. Demasiado dinero, dicen muchos, está
siendo usado para mover la maquinaria, como si la maquinaria fuese un fin en sí
mismo. Muchas de las oportunidades potenciales del futuro tienen que ver con
una reestructuración exitosa de una manera que libere recursos. Está tarea
podría ser uno de los mayores desafíos que enfrentamos al comienzo del siglo
veintiuno.
Objetivo: Espiritualidad
Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas le
tengan miedo al Espíritu Santo.
Demasiados de nosotros temen al pentecostalismo cuando pensamos en el
tema del Espíritu Santo. Por otro lado, necesitamos recordar la enseñanza
bíblica acerca de la necesidad del Espíritu en el trabajo cristiano. Elena G.
de White enseñó que la recepción del Espíritu Santo trae todas las otras
bendiciones consigo.
Hace
algunos años hice una observación en una presentación en la Asociación General
de que los adventistas no creen realmente en las 27 creencias fundamentales.
Especialmente la que es acerca de los dones espirituales. Creemos en el don
espiritual más bien que en los dones, y
la mayoría de nosotros restringimos ese don a una persona que ha estado muy segura en su tumba desde
hace 85 años.
¿Qué
pasaría si de pronto hoy en el pupito yo recibiese un verdadero don de lenguas?
Posiblemente me sacarían de la plataforma. ¿Que si recibiese un verdadero don
de profecía? Casi seguro que se reuniría un masivo comité para estudiar la situación durante los
próximos diez años. Ahora, tengo que admitir que el solo hablar acerca de esas
cosas me pone nervioso porque el Espíritu es imposible de controlar.
Por
otro lado, tenemos la promesa en Joel 2 del derramamiento espiritual en los últimos
días, un derramamiento espiritual que probablemente dividirá a la iglesia por
la mitad. ¿Cuánto realmente pensamos acerca del Espíritu Santo y el
derramamiento de la lluvia tardía? ¿Estamos tan enfocados en blancos y
estructuras y esfuerzos humanos que hemos olvidado el poder esencial detrás de
cada uno de ellos? ¿Qué pasos pueden ser tomados para permitirle al Espíritu el
lugar que le corresponde dentro del adventismo? ¿O esperamos completar nuestra
obra sin su fastidiosa presencia?
Objetivo: Estadísticas
Si yo fuese el diablo, alentaría a la denominación a
continuar jugando el juego de los números. Lo peor que alguna
vez les paso a los adventistas fue aprender a contar. Contamos números,
iglesias, instituciones, dinero, y todo lo demás. En tanto los números pueden
tener su lugar que les corresponde, tienen muy poco que hacer con la realidad
de una obra terminada.
Un
resultado del juego de los números es que tendemos a poner nuestro dinero donde
podemos obtener la mayor cantidad de bautismos por la mínima cantidad de
dinero, donde podamos obtener el máximo de resultados. Eso ha significado que
no hemos puesto la clase de esfuerzo que se necesita en aquellas partes del
mundo que son más difíciles de alcanzar.
En
la División Norteamericana el grupo más difícil de evangelizar son los
caucásicos. Algunos años atrás escribí al presidente de la división de que si
no empezábamos a poner más esfuerzo hacia evangelizar creativamente ese grupo
satisfecho de sí mismo, en 50 años el mayor grupo no alcanzado en el mundo
serían los norteamericanos blancos.
El
problema de los números toma diferentes configuraciones en las distintas partes
del mundo, pero necesitamos enfrentarlo consistentemente en nuestra
planificación si esperamos alguna vez alcanzar a todos los hijos de Dios.
Objetivo: Profecía
Si fuese el diablo, yo haría que los adventistas del
séptimo día olvidaran, o por lo menos minimizaran, su herencia apocalíptica. El adventismo
nunca se ha visto a si mismo sólo como otra denominación, sino más bien como un
movimiento profético, con sus raíces en Apocalipsis 10-14. Es esa creencia en
el adventismo como pueblo especial llamado a salir con un mensaje urgente lo
que ha empujado a la iglesia a los confines de la tierra. Cuando esa visión
desaparezca, el adventismo llegará a ser solo otra denominación desdentada que
tiende a ser un poco más peculiar en alguna de sus creencias que otras.
Nuestro
enfoque en lo apocalíptico en la planificación futura determinará si el
adventismo continuará siendo un movimiento o se transmutará en un monumento del
movimiento y eventualmente en un museo acerca del movimiento.
Mientras
estamos en el tema de lo apocalíptico, es importante que hablemos a la gente de
nuestra época. No hace que la gente se excite respecto de la cercanía del
advenimiento el decirles que hubo un gran terremoto en Lisboa en 1755 y que las
estrellas cayeron en 1833.
No
tengo ningún problema con esos eventos y su historicidad y su poder sobre la
gente en el siglo diecinueve. Pero necesitamos ayudar a la gente a que vea los
eventos apocalípticos que están sucediendo en el marco de nuestros días.
Objetivo: Equilibrio
Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas
sostengan que todas sus creencias son de igual importancia. Por el contrario,
el hecho simple es que el tener una relación salvadora con Jesús está en el
centro mismo del cristianismo. Esa relación no está al mismo nivel que el comer
unas chuletas de cerdo.
He
conocido guardadores del sábado que son más malos que el diablo. He conocido
vegetarianos que son más malos que el diablo. La iglesia necesita pensar en sus
creencias en términos de qué es primario y qué es secundario, o de qué es
central y qué está en el borde.
La
imagen bíblica es clara de que todo el cristianismo genuino fluye de una
relación salvadora con Jesucristo. Es muy fácil ser adventista sin ser
cristiano. En la totalidad del programa misionero del adventismo la centralidad
de Cristo tiene que ser clara como el cristal.
Objetivo: Unidad
Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas se
peleen entre ellos. Cualquier tema
antiguo serviría estilos de adoración, teología,
normas del vestir. Después de todo, si los adventistas estuviesen ocupados
disparándose todas sus balas entre ellos, no les quedarían
muchas para mí.
El
diablo ha sido bastante exitoso en esta estrategia. ¿Qué puede hacerse para
ayudarnos a encontrar y derrotar al enemigo real?
Yo
haría que tantos adventistas como fuese posible piensen tribal, nacionalista, y
racialmente. Haría de la iglesia una gran pugna por el poder, sin hacer caso de
la misión y la eficiencia. Habiendo hecha esa declaración, me apresuro en
agregar que hay injusticias que necesitan ser rectificadas y situaciones
complejas que nunca podrán ser completamente enderezadas.
Mi
súplica es que aun en las situaciones más difíciles e injustas necesitamos
comportarnos como hermanos y hermanas nacidos de nuevo, capaces de discutir
estas cosas sin perder de vista la misión de la iglesia, lo que hace que cada
asunto sea significativo en primer lugar.
El
adventismo necesita desarrollar mecanismos para enriquecer e iluminar su
multiculturalismo y su internacionalismo.
Objetivo: Estilo de
Vida
Y finalmente, si yo fuese el diablo, haría que los
adventistas se vean seres miserables el sábado. Permítame preguntar:
¿Cuándo se regocijan los adventistas? ¿El viernes al atardecer o el sábado al
atardecer? Muchos de nosotros actuamos como si el sábado fuese el castigo por
ser adventista, en vez de una señal de nuestra salvación y la bendición más
grande de la semana.
Esta
actitud desafortunada sucede en muchas de nuestras iglesias. He ido a iglesias
adventistas en donde nadie me ha saludado.
No queriendo hacerlos sentir incómodos, no dije nada tampoco. La única
cosa que no sabían era que yo era el orador ese día. Y después a la mitad del
sermón les pregunté, si usted no fuese un miembro de la iglesia adventista y
viniese a esta iglesia, ¿regresaría alguna vez?
Entonces
les dije que si yo fuese ese no adventista, nunca regresaría.
Se
necesita más que una doctrina correcta para llenar una iglesia. No solo
necesitamos verdades doctrinales, sino la verdad como esta en Jesús.
Declarando Lealtad
Estoy cansado de jugar al diablo. ¿Dónde entra Dios en
todo esto?
Si
fuese Dios, alentaría a la Iglesia Adventista del Séptimo Día a que empiece a
pensar, planificar, y actuar en una manera que derrote el plan de juego del
diablo. Alentaría al adventismo a multiplicar el poder de sus bendiciones,
tratando sus desafíos en una manera abierta, honesta y cristiana, y a que
pongan todas sus energías en maximizar sus oportunidades misiológicas. El éxito
no vendrá por accidente. Será el producto de pensamiento, planificación, y
acción deliberada.
Para
cerrar, agradezco a la administración de la Asociación General por el llamado a
pensar y discutir significativamente. La tarea de hoy es para cada uno de
nosotros: identificar las mayores oportunidades para la iglesia y los mayores
desafíos que enfrentamos en tanto miramos la misión terminada en el siglo veintiuno.
_________
George
Knight es profesor de historia de la iglesia en el Seminario Teológico
Adventista del Séptimo Día en Andrews University, Berrien Springs, Michigan,
Estados Unidos.
Fuente: Adventist Review
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