El sello de Dios, el sellamiento y los 144 000
Edgard A. Horna
Santillán, hijo
Dale Ratzlaff, un
ex adventista, rechaza el sábado como sello de Dios y como prueba de lealtad
para el tiempo del fin. Para él, no tiene sentido guardar el sábado y recibir
al mismo tiempo el evangelio de Cristo.[1]
¿Por qué? ¿Está en lo cierto lo que declara Ratzlaff? ¿Qué relación tiene el
sábado con el evangelio? Además, la Biblia describe dos tipos de sellos
divinos, con relación a Apocalipsis 7. ¿Cuál se aplica a este capítulo? ¿Qué
mensaje tan importante tiene el sellamiento capaz de cortar la secuencia de los
dos últimos sellos?
En este estudio,
basándonos sobre Apocalipsis 7, se desea también identificar a los 144 000
sellados ¿Éste número es literal o simbólico? Las respuestas se encuentran en
la sola
Scriptura.
El sello de
Dios en Apocalipsis 7
La Biblia describe
dos sellos divinos. Primero, el evangélico, identificado por Pablo como la
seguridad de salvación del creyente dada por el Espíritu Santo (Ef 1:13; 4:30;
2 Co 1:21, 22). Cristo nos “ha ungido” y, por lo tanto, “también nos ha
sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Co
1:22). No obstante, el sello del Espíritu Santo “no debe identificarse
completamente con el único sello apocalíptico que los ángeles colocarán”,[2]
en las frentes de los siervos de Dios (Ap 7:1-3).
Segundo, el sello
escatológico o apocalíptico incluye, según Veloso, “un elemento espiritual
invisible y un elemento formal visible. Los dos están relacionados con Dios”.[3]
El primero es el nombre o el carácter del Cordero y del Padre, escritos en sus
frentes (Ap 14:1), mientras que el segundo, implica lealtad a Dios a través de
la observancia del sábado, porque establece el título de Dios, su poder creador
y su jurisdicción universal.[4]
Ezequiel afirma: “y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre
mí y ellos, para que supiesen que yo soy Yahvéh que los santifico” (20:12). Elena
de White comenta: “El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad; pues
ése es el punto especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les
sea aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de
demarcación entre los que sirven a Dios y los que no le sirven. Mientras la
observancia del falso día de reposo (domingo), en obediencia a la ley del
Estado y en oposición al cuarto mandamiento, será una declaración de obediencia
a un poder que está en oposición a Dios, la observancia del día de reposo
(sábado), en obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al
Creador. Mientras que una clase de personas, al aceptar el signo de la sumisión
a los poderes del mundo, recibe la marca de la Bestia, la otra, por haber
escogido el signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de
Dios”.[5]
En este sentido,
el sello escatológico, aparte de ser la señal de protección contra las siete
últimas plagas de la ira de Dios (Ap 16), es una señal externa añadida al
sellamiento interno del Espíritu, como señal de aprobación divina durante la
última prueba de fe. Tiene un “propósito diferente que el de asegurar la
salvación personal”.[6]
Esto implica que “no hay evangelio sin el sábado y no hay sábado sin el
evangelio. La Escritura combina inseparablemente los dos, especialmente en los
acontecimientos de los tiempos finales”.[7]
El
sellamiento
El sellamiento de
Apocalipsis 7 es una pausa (interludio) en la secuencia de los siete sellos. Es
parte del tiempo del sexto sello y “ocurre antes del séptimo, durante el tiempo
del juicio investigador”;[8] al mismo tiempo completa el tema del quinto sello (Ap
6:9-11): la gran tribulación del pueblo de Dios. Responde a la pregunta: “¿y
quién podrá sostenerse en pie?” (6:17). Esta cuestión también la plantearon
Joel (2:11), Nahum (1:6) y Malaquías (3:2). La respuesta que dan es: teniendo
un arrepentimiento verdadero (Joel 2:12-27; Nah 1:7; Mal 3:3, 4). Nahum insiste
que solo Yahvéh es “fortaleza en el día de angustia; y conoce a los que en él confían”
(1:7). Promesa similar que aparece en Apocalipsis 7.
Mientras se
realiza el sellamiento, cuatro ángeles (7:1) frenan en la tierra para que no
sea destruida por las guerras (4 vientos, Jer 49:36; Dn 7:2; Zac 6:5). Esto
indica que “la acción bélica es muy inflamable”.[9] Su ubicación en los cuatro ángulos de la tierra
(puntos cardinales, v. 1; cf. Is 11:12; Ez 7:2; Ap 20:8), implica que la crisis
final es universal y que el sellamiento se ejecuta en la tierra.
Esta advertencia
también la hizo Jesús refiriéndose al tiempo del fin (Mt 24:6). La crisis es
causada por los poderes perseguidores y por la ira del Cordero manifestada en
el castigo a los perseguidores con las siete últimas plagas (Ap 6:16, 17;
15:1). Solo son contenidos por intervención divina, así lo sugieren los
participios estwtaj “de pie” y kratountaj “deteniendo” (v. 1). Un quinto ángel con “el sello del
Dios vivo” (7:2) ordena a los otros ángeles que sigan con su tarea hasta que se
haya completado (v. 3) el sellamiento de los 144 000. Éste ángel es el tercero
de Apocalipsis 14,[10] y por la frase “donde nace el sol” (7:2; cf. Isa
41:2, 25; Ez 43:2; Mal 4:2) representa a Cristo como el sol de Justicia.[11]
El propósito del
sellamiento es “mostrar quiénes se sostendrán en pie en el día de la
retribución”.[12] El
remanente debe integrar a su vida el carácter de Dios y la observancia del
sábado. El creyente se define a favor de Dios. La obediencia al cuarto
mandamiento se convierte en una señal de santificación. Así se alienta al
remanente a ser perseverantes hasta el fin en su fe en Cristo. Los 144 000
pueden “permanecer firmes en el día del Señor sin temor, porque tienen un
refugio contra la ira del Cordero”.[13] Dios ha prometido: “Yo soy tu escudo” (Gn 15:1; cf.
Sal 28:7; 119:114). Note, que el sellamiento estará seguido por el fin del tiempo
de gracia,[14] y
cuando se inicie la gran tribulación, el sello divino protegerá a quien lo
tenga.
Los 144 000 son
identificados como “siervos de Dios” (Ap 7:3). Dios conoce a los suyos (2 Ti
2:19) y el sello indica propiedad. Por eso, ellos serán protegidos en el tiempo
del Fin (Mal 3:16-18). La protección divina es esencial para el pueblo de Dios
que pasará esta prueba. Esta es la promesa adicional, establecida con seguridad
en Ap 7. Dos tipos históricos apoyan el propósito del sellamiento. Para cuidar
a su pueblo del ángel de la muerte, Dios había ordenado a Israel que pintara
los dinteles de sus casas con la sangre de un cordero (Éx 12:13). Esta señal
era una expresión de su confianza en la protección de Yahvéh frente al juicio
sobre Egipto, era además señal de que pertenecían al Dios del pacto. En la
visión de Ezequiel, 6 ángeles son enviados a Jerusalén para matar a los
idólatras que había en el templo y en la ciudad.
Pero un ángel
especial es enviado para colocar una señal en la frente de los arrepentidos (Ez
9:4). Estos fueron protegidos, Dios ordenó: “a ninguno de los marcados toquen”
(9:6). Note que la justicia divina se aplicó después de que el ángel completó
su tarea de señalar (v. 10). En ambos textos se da la misma secuencia: primero
el sellamiento y después la aplicación de los juicios divinos. De esta forma,
Apocalipsis 7 es el anti tipo de los tipos históricos. Ello implica que solo
los sellados sobreviven a las plagas postreras (Ap 16).
Finalmente, el
sellamiento apocalíptico según Apocalipsis 22:11, “significa la fijación
definitiva del carácter”.[15] Esto implica un “afianzamiento en la verdad, tanto
intelectual como espiritual, de modo que los sellados son inconmovibles”.[16] Esto depende del estudio de las Escrituras y nuestra
relación con Dios. Debe considerarse además que el sello apocalíptico lo
recibirán quienes hayan recibido el sello del evangelio del Espíritu de Cristo.
Los 144 000
El número es
simbólico; el texto así lo exige.[17] Este grupo estará con el Cordero en el monte Sión,
porque son sin mancha (Ap 14:1-15) y “representa la totalidad de los redimidos
del último tiempo. Todo el remanente del fin”;[18] es decir, los que fueron sellados para la crisis
final.
Las doce tribus en
este sentido tienen que ser espirituales. Corresponde al Israel espiritual de
Dios, perfecto y completo, salido de todos los pueblos de la tierra. El número
144 000 es descompuesto por Juan en 12 x 12 x 1000. El número 12 señala algo
completo. Éste debe “entenderse en su significado en el sistema del pacto como
representando al pueblo del pacto o el reino de Dios. La multiplicación expresa
la totalidad del pueblo de Dios en el tiempo del fin”.[19] Así el “número 144 000 representa al pueblo del pacto
de Dios en todo el mundo durante la crisis final de la era cristiana”.[20] En este sentido, es símbolo de simetría, hermosura
unidad y perfección (Ef 5:25-27; cf. Ap 14:5) del pueblo escatológico de Dios.
Entonces, a la
pregunta de Apocalipsis 6:17, el capítulo 7 responde “el remanente santo que ha
salido victorioso del juicio divino (Ap 7:1-8) y que luego es presentado ante
el trono de Dios como un pueblo glorificado (vv. 9-17)”. Isaías (4:3-6),
Malaquías (3:16-18) y Daniel (12:1) plantean que habrá un remanente en el
tiempo del fin. Daniel afirma que solo los registrados en el cielo como
ciudadanos del reino de Dios serán librados de la tribulación final (vv. 1, 2).
Este grupo es protegido no solo de la muerte física, sino de los poderes
sobrenaturales de destrucción, tanto demoniacos (Ap 9:4) como divinos (Ap 16). Solo
así se cumple la promesa: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia,
yo también te guardaré de la hora de prueba que ha de venir sobre el mundo
entero” (Ap 3:10).
La “gran multitud”
mencionada en la segunda parte de la visión no es un grupo diferente. Es la
gente redimida y glorificada que había “salido de la gran tribulación” (Ap 7:9,
14), están en el cielo “delante del trono y en la presencia del cordero” (Ap
7:9). Estos, los 144 000, son presentados en una escena posterior a la segunda
venida de Cristo. Allí estarán todos los hombres “de toda raza y lengua y
nación” (Ap 5:9, 19; 7:9; cf. Ro 4:12, 16; Gá 3:26-29). En este sentido, se
puede establecer que la primera parte de Ap 7 describe a la iglesia militante, y la segunda a la iglesia triunfante.[21]
Note que Juan no
declara que vio 144 000 israelitas, solo dice: “y oí el número” (Ap 7:4).
Cuando se da vuelta para ver a los sellados, solo vio una gran multitud de
vencedores, “la cual nadie podía contar” (Ap 7:9).[22] En la visión del capítulo 14, Juan ve a los 144 000
también “delante del trono” (v. 3) mientras “siguen al Cordero por dondequiera que
va” (v. 4). De esta forma, “Juan identifica a los 144 000 israelitas espirituales
como los innumerables creyentes en Cristo, el Cordero de Dios”.[23] “El verdadero Israel de Dios no está limitado a 144
000 judíos literales, sino que es un símbolo de la totalidad del Israel
espiritual entre toda la raza humana”.[24]
Este grupo está vestido de blanco (7:9)
y han salido de la gran tribulación (Dan 12:1; Mt 24:21, 22). Ellos “han lavado
sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14). No se
puede interpretar literalmente el texto. Está cargado de significado
espiritual. Ellos “han lavado las ropas de su carácter por la fe y confianza en
la muerte expiatoria del Cordero”.[25] Esto señala la eficacia de la cruz en la redención del
hombre (1 P 1:18, 19; cf. 1 Jn 1:7) y es a su vez, el secreto de la victoria
(cf. 7:15). Solo así se puede entender que no se hayan “contaminado” con otras
ideas religiosas ajenas a la Biblia, “siguen al Cordero por dondequiera que va”
(14:4); en “sus bocas no fue hallada mentira” (14:5) y que sus vidas sean
protegidas durante la gran tribulación.
Apocalipsis 7
termina con la expresión: “el Cordero que está en medio del trono” será el
Pastor (7:14, 17; cf. Is 49:19; Ez 34:23). También se les asegura que “Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap 7:17; 21:4). No hay mejor
promesa en la Biblia para aquellos que pasarán la crisis más difícil que le
tocará vivir al pueblo de Dios.
Conclusión
El sello de Dios
tiene una dimensión externa e interna para los siervos de Jesucristo en el
tiempo del fin. Por un lado, es interna puesto que el Espíritu Santo sella como
una señal de aprobación. Por otro lado, es una señal externa que, sobre la base
de la Biblia y los escritos de la Sra. White, viene a ser el sábado. Este
sellamiento, tanto interno como externo, no abole ni el evangelio ni la
observancia del sábado.
El sellamiento,
según Apocalipsis 7, tiene dos connotaciones: (1) Es una señal que identifica a
los hijos de Dios que no recibirán las plagas postreras, (2) Es la fijación
definitiva del carácter. Por el contexto del capítulo estudiado, los 144 000 no
pueden ser un número literal sino simbólico. Con relación a la Gran Multitud,
los 144 000 y la Gran Multitud, según las Escrituras, son el mismo grupo.
Artículo publicado en la Revista de Teología Estrategias 6, no. 2 (2009): 29-36.
Artículo publicado en la Revista de Teología Estrategias 6, no. 2 (2009): 29-36.
[2]Hans K. LaRondelle, Las profecías del fin (Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 1999), 153; varios autores creen que el sello de
Apocalipsis 7 es el Espíritu Santo, ver Ralph Bass, Back to the Future: A Study
in the Book of Revelation (Greenville, SC: Living Hope, 2004), 204; Stewart Custer, From Patmos to Paradise: A
Commentary on Revelations (Greenville, SC: BJU Press, 2004), 87.
[3]Mario Veloso, Apocalipsis y el fin del mundo (Nampa, ID: Publicaciones
Interamericanas, 1998), 128.
[4]C. Mervyn Maxwell, Apocalipsis: sus revelaciones (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1991), 190; cf. Elena de White, Sign of the Times, marzo 22, 1910; cf. Ibíd., Review and Herald, julio 13, 1897.
[5]Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Mountain View, CA: Publicaciones
Interamericanas, 1954), 663; Ibíd., Patriarcas y Profetas (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas,
1955), 315.
[6]LaRondelle, 153; cf. Grant R.
Osborne, Revelation, Baker Exegetical Commentary on the
NT (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2002), 310.
[8]Veloso, 128; LaRondelle afirma: “las
señales cósmicas introducen el día del juicio”. Ver LaRondelle, 150.
[9]Veloso, 128; “angustia sin
precedentes”, Ver Gulley, 381, 517; cf. Elena de White, Comentario bíblico adventista, trads. Ampuero Matta y Nancy
Vhymeister (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 7:978,
de aquí en adelante CBA; Carta 79 (1900);
White ve también “terremotos, tempestades y lucha política”, Testimonio para Ministros (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1961), 452; Ibíd., Review and Herald, junio 7 (1887); Osborne, 306.
[11]Heinrich Kraft, Die Offenbarung des Johannes, Handbuch z. NT 16a (Tübingen: J.
C. B. Mohr, 1974), 125.
[13]LaRondelle, 151; cf. Ralph E. Bass, Back to the Future: A Study
in the Book of Revelation (Greenville, SC: Living Hope Press, 2004), 200; Osborne, 302.
[16]Elena White, Eventos de los últimos días (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1992), 224; ver CBA, “Comentarios de Elena de White”, 7A:171; 4:1183.
[17]Una interpretación literal tiene varios
problemas sin solución: (1) la gracia divina limitada solo a 144 000 de cada
tribu en el tiempo del fin contradice la extensión que tiene el mensaje de los
tres ángeles (cf. Jn 10:16; Ef 2:19; Fil 3:20; Heb 3:1); (2) la existencia de
descendientes directos y puros por cada tribu es bien difícil de probar ya que
las tribus se mezclaron durante el exilio babilónico; (3) la lista de Ap 7
(José y Leví se incluyen) no es exactamente la misma que las de Gn 49 y Ez 48;
observaciones similares hacen varios autores, Ver Osborne, 303.
[19]LaRondelle, 156; Ezell afirma que el
número es la multiplicación de doce (apóstoles) por diez (número de lo
completo) y elevado a la tercera potencia (número de la deidad); ver Douglas Ezell,
Revelations
on Revelation (Waco, TX: Word Books, 1977), 60; Ralph, 204; Osborne, 310.
[21]R. C. H. Lenski, The Interpretation of St.
Johh’s Revelation (Minneapolis,
MN: Augsburg, 1963), 245.
[22]Este modelo de oír, y luego volverse a
ver, es usado por Juan en Ap 1:12, 13; 5:5, 6. Lo que él ve es una aclaración
de lo que primero solo había oído; cf. David Aune, Revelation 6-16, en Word Biblical Commentary (Dallas:
Word, 2002), 52B:459.
[24]LaRondelle, 155; cf. R. H. Charles, The Revelation of St. John. 2ts. ICC (Edinburgo: T&T
Clark, 1975), 1:200; Bass, 202; “de todas las épocas”, ver G. K. Beale, The Book of Revelation: A
Commentary on the Greek Text, en The New International Greek Testament Comentary
(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999), 412.
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