7 may 2013


El sello de Dios, el sellamiento y los 144 000


Edgard A. Horna Santillán, hijo

Dale Ratzlaff, un ex adventista, rechaza el sábado como sello de Dios y como prueba de lealtad para el tiempo del fin. Para él, no tiene sentido guardar el sábado y recibir al mismo tiempo el evangelio de Cristo.[1] ¿Por qué? ¿Está en lo cierto lo que declara Ratzlaff? ¿Qué relación tiene el sábado con el evangelio? Además, la Biblia describe dos tipos de sellos divinos, con relación a Apocalipsis 7. ¿Cuál se aplica a este capítulo? ¿Qué mensaje tan importante tiene el sellamiento capaz de cortar la secuencia de los dos últimos sellos?
En este estudio, basándonos sobre Apocalipsis 7, se desea también identificar a los 144 000 sellados ¿Éste número es literal o simbólico? Las respuestas se encuentran en la sola Scriptura.

El sello de Dios en Apocalipsis 7

La Biblia describe dos sellos divinos. Primero, el evangélico, identificado por Pablo como la seguridad de salvación del creyente dada por el Espíritu Santo (Ef 1:13; 4:30; 2 Co 1:21, 22). Cristo nos “ha ungido” y, por lo tanto, “también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Co 1:22). No obstante, el sello del Espíritu Santo “no debe identificarse completamente con el único sello apocalíptico que los ángeles colocarán”,[2] en las frentes de los siervos de Dios (Ap 7:1-3).
Segundo, el sello escatológico o apocalíptico incluye, según Veloso, “un elemento espiritual invisible y un elemento formal visible. Los dos están relacionados con Dios”.[3] El primero es el nombre o el carácter del Cordero y del Padre, escritos en sus frentes (Ap 14:1), mientras que el segundo, implica lealtad a Dios a través de la observancia del sábado, porque establece el título de Dios, su poder creador y su jurisdicción universal.[4] Ezequiel afirma: “y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Yahvéh que los santifico” (20:12). Elena de White comenta: “El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad; pues ése es el punto especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les sea aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de demarcación entre los que sirven a Dios y los que no le sirven. Mientras la observancia del falso día de reposo (domingo), en obediencia a la ley del Estado y en oposición al cuarto mandamiento, será una declaración de obediencia a un poder que está en oposición a Dios, la observancia del día de reposo (sábado), en obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al Creador. Mientras que una clase de personas, al aceptar el signo de la sumisión a los poderes del mundo, recibe la marca de la Bestia, la otra, por haber escogido el signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de Dios”.[5]
En este sentido, el sello escatológico, aparte de ser la señal de protección contra las siete últimas plagas de la ira de Dios (Ap 16), es una señal externa añadida al sellamiento interno del Espíritu, como señal de aprobación divina durante la última prueba de fe. Tiene un “propósito diferente que el de asegurar la salvación personal”.[6] Esto implica que “no hay evangelio sin el sábado y no hay sábado sin el evangelio. La Escritura combina inseparablemente los dos, especialmente en los acontecimientos de los tiempos finales”.[7]

El sellamiento

El sellamiento de Apocalipsis 7 es una pausa (interludio) en la secuencia de los siete sellos. Es parte del tiempo del sexto sello y “ocurre antes del séptimo, durante el tiempo del juicio investigador”;[8] al mismo tiempo completa el tema del quinto sello (Ap 6:9-11): la gran tribulación del pueblo de Dios. Responde a la pregunta: “¿y quién podrá sostenerse en pie?” (6:17). Esta cuestión también la plantearon Joel (2:11), Nahum (1:6) y Malaquías (3:2). La respuesta que dan es: teniendo un arrepentimiento verdadero (Joel 2:12-27; Nah 1:7; Mal 3:3, 4). Nahum insiste que solo Yahvéh es “fortaleza en el día de angustia; y conoce a los que en él confían” (1:7). Promesa similar que aparece en Apocalipsis 7.
Mientras se realiza el sellamiento, cuatro ángeles (7:1) frenan en la tierra para que no sea destruida por las guerras (4 vientos, Jer 49:36; Dn 7:2; Zac 6:5). Esto indica que “la acción bélica es muy inflamable”.[9] Su ubicación en los cuatro ángulos de la tierra (puntos cardinales, v. 1; cf. Is 11:12; Ez 7:2; Ap 20:8), implica que la crisis final es universal y que el sellamiento se ejecuta en la tierra.
Esta advertencia también la hizo Jesús refiriéndose al tiempo del fin (Mt 24:6). La crisis es causada por los poderes perseguidores y por la ira del Cordero manifestada en el castigo a los perseguidores con las siete últimas plagas (Ap 6:16, 17; 15:1). Solo son contenidos por intervención divina, así lo sugieren los participios estwtaj “de pie” y kratountaj “deteniendo” (v. 1). Un quinto ángel con “el sello del Dios vivo” (7:2) ordena a los otros ángeles que sigan con su tarea hasta que se haya completado (v. 3) el sellamiento de los 144 000. Éste ángel es el tercero de Apocalipsis 14,[10] y por la frase “donde nace el sol” (7:2; cf. Isa 41:2, 25; Ez 43:2; Mal 4:2) representa a Cristo como el sol de Justicia.[11]
El propósito del sellamiento es “mostrar quiénes se sostendrán en pie en el día de la retribución”.[12] El remanente debe integrar a su vida el carácter de Dios y la observancia del sábado. El creyente se define a favor de Dios. La obediencia al cuarto mandamiento se convierte en una señal de santificación. Así se alienta al remanente a ser perseverantes hasta el fin en su fe en Cristo. Los 144 000 pueden “permanecer firmes en el día del Señor sin temor, porque tienen un refugio contra la ira del Cordero”.[13] Dios ha prometido: “Yo soy tu escudo” (Gn 15:1; cf. Sal 28:7; 119:114). Note, que el sellamiento estará seguido por el fin del tiempo de gracia,[14] y cuando se inicie la gran tribulación, el sello divino protegerá a quien lo tenga.
Los 144 000 son identificados como “siervos de Dios” (Ap 7:3). Dios conoce a los suyos (2 Ti 2:19) y el sello indica propiedad. Por eso, ellos serán protegidos en el tiempo del Fin (Mal 3:16-18). La protección divina es esencial para el pueblo de Dios que pasará esta prueba. Esta es la promesa adicional, establecida con seguridad en Ap 7. Dos tipos históricos apoyan el propósito del sellamiento. Para cuidar a su pueblo del ángel de la muerte, Dios había ordenado a Israel que pintara los dinteles de sus casas con la sangre de un cordero (Éx 12:13). Esta señal era una expresión de su confianza en la protección de Yahvéh frente al juicio sobre Egipto, era además señal de que pertenecían al Dios del pacto. En la visión de Ezequiel, 6 ángeles son enviados a Jerusalén para matar a los idólatras que había en el templo y en la ciudad.
Pero un ángel especial es enviado para colocar una señal en la frente de los arrepentidos (Ez 9:4). Estos fueron protegidos, Dios ordenó: “a ninguno de los marcados toquen” (9:6). Note que la justicia divina se aplicó después de que el ángel completó su tarea de señalar (v. 10). En ambos textos se da la misma secuencia: primero el sellamiento y después la aplicación de los juicios divinos. De esta forma, Apocalipsis 7 es el anti tipo de los tipos históricos. Ello implica que solo los sellados sobreviven a las plagas postreras (Ap 16).
Finalmente, el sellamiento apocalíptico según Apocalipsis 22:11, “significa la fijación definitiva del carácter”.[15] Esto implica un “afianzamiento en la verdad, tanto intelectual como espiritual, de modo que los sellados son inconmovibles”.[16] Esto depende del estudio de las Escrituras y nuestra relación con Dios. Debe considerarse además que el sello apocalíptico lo recibirán quienes hayan recibido el sello del evangelio del Espíritu de Cristo.

Los 144 000

El número es simbólico; el texto así lo exige.[17] Este grupo estará con el Cordero en el monte Sión, porque son sin mancha (Ap 14:1-15) y “representa la totalidad de los redimidos del último tiempo. Todo el remanente del fin”;[18] es decir, los que fueron sellados para la crisis final.
Las doce tribus en este sentido tienen que ser espirituales. Corresponde al Israel espiritual de Dios, perfecto y completo, salido de todos los pueblos de la tierra. El número 144 000 es descompuesto por Juan en 12 x 12 x 1000. El número 12 señala algo completo. Éste debe “entenderse en su significado en el sistema del pacto como representando al pueblo del pacto o el reino de Dios. La multiplicación expresa la totalidad del pueblo de Dios en el tiempo del fin”.[19] Así el “número 144 000 representa al pueblo del pacto de Dios en todo el mundo durante la crisis final de la era cristiana”.[20] En este sentido, es símbolo de simetría, hermosura unidad y perfección (Ef 5:25-27; cf. Ap 14:5) del pueblo escatológico de Dios.
Entonces, a la pregunta de Apocalipsis 6:17, el capítulo 7 responde “el remanente santo que ha salido victorioso del juicio divino (Ap 7:1-8) y que luego es presentado ante el trono de Dios como un pueblo glorificado (vv. 9-17)”. Isaías (4:3-6), Malaquías (3:16-18) y Daniel (12:1) plantean que habrá un remanente en el tiempo del fin. Daniel afirma que solo los registrados en el cielo como ciudadanos del reino de Dios serán librados de la tribulación final (vv. 1, 2). Este grupo es protegido no solo de la muerte física, sino de los poderes sobrenaturales de destrucción, tanto demoniacos (Ap 9:4) como divinos (Ap 16). Solo así se cumple la promesa: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (Ap 3:10).
La “gran multitud” mencionada en la segunda parte de la visión no es un grupo diferente. Es la gente redimida y glorificada que había “salido de la gran tribulación” (Ap 7:9, 14), están en el cielo “delante del trono y en la presencia del cordero” (Ap 7:9). Estos, los 144 000, son presentados en una escena posterior a la segunda venida de Cristo. Allí estarán todos los hombres “de toda raza y lengua y nación” (Ap 5:9, 19; 7:9; cf. Ro 4:12, 16; Gá 3:26-29). En este sentido, se puede establecer que la primera parte de Ap 7 describe a la iglesia militante, y la segunda a la iglesia triunfante.[21]
Note que Juan no declara que vio 144 000 israelitas, solo dice: “y oí el número” (Ap 7:4). Cuando se da vuelta para ver a los sellados, solo vio una gran multitud de vencedores, “la cual nadie podía contar” (Ap 7:9).[22] En la visión del capítulo 14, Juan ve a los 144 000 también “delante del trono” (v. 3) mientras “siguen al Cordero por dondequiera que va” (v. 4). De esta forma, “Juan identifica a los 144 000 israelitas espirituales como los innumerables creyentes en Cristo, el Cordero de Dios”.[23] “El verdadero Israel de Dios no está limitado a 144 000 judíos literales, sino que es un símbolo de la totalidad del Israel espiritual entre toda la raza humana”.[24]
           Este grupo está vestido de blanco (7:9) y han salido de la gran tribulación (Dan 12:1; Mt 24:21, 22). Ellos “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14). No se puede interpretar literalmente el texto. Está cargado de significado espiritual. Ellos “han lavado las ropas de su carácter por la fe y confianza en la muerte expiatoria del Cordero”.[25] Esto señala la eficacia de la cruz en la redención del hombre (1 P 1:18, 19; cf. 1 Jn 1:7) y es a su vez, el secreto de la victoria (cf. 7:15). Solo así se puede entender que no se hayan “contaminado” con otras ideas religiosas ajenas a la Biblia, “siguen al Cordero por dondequiera que va” (14:4); en “sus bocas no fue hallada mentira” (14:5) y que sus vidas sean protegidas durante la gran tribulación.
Apocalipsis 7 termina con la expresión: “el Cordero que está en medio del trono” será el Pastor (7:14, 17; cf. Is 49:19; Ez 34:23). También se les asegura que “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap 7:17; 21:4). No hay mejor promesa en la Biblia para aquellos que pasarán la crisis más difícil que le tocará vivir al pueblo de Dios.

Conclusión

El sello de Dios tiene una dimensión externa e interna para los siervos de Jesucristo en el tiempo del fin. Por un lado, es interna puesto que el Espíritu Santo sella como una señal de aprobación. Por otro lado, es una señal externa que, sobre la base de la Biblia y los escritos de la Sra. White, viene a ser el sábado. Este sellamiento, tanto interno como externo, no abole ni el evangelio ni la observancia del sábado.
El sellamiento, según Apocalipsis 7, tiene dos connotaciones: (1) Es una señal que identifica a los hijos de Dios que no recibirán las plagas postreras, (2) Es la fijación definitiva del carácter. Por el contexto del capítulo estudiado, los 144 000 no pueden ser un número literal sino simbólico. Con relación a la Gran Multitud, los 144 000 y la Gran Multitud, según las Escrituras, son el mismo grupo.

Artículo publicado en la Revista de Teología Estrategias 6, no. 2 (2009): 29-36.



[1]Dale Ratzlaff, The Sabbath in Crisis (Applegate, CA: Life Assurance Ministries, 1990), 304.
[2]Hans K. LaRondelle, Las profecías del fin (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1999), 153; varios autores creen que el sello de Apocalipsis 7 es el Espíritu Santo, ver Ralph Bass, Back to the Future: A Study in the Book of Revelation (Greenville, SC: Living Hope, 2004), 204; Stewart Custer, From Patmos to Paradise: A Commentary on Revelations (Greenville, SC: BJU Press, 2004), 87.
[3]Mario Veloso, Apocalipsis y el fin del mundo (Nampa, ID: Publicaciones Interamericanas, 1998), 128.
[4]C. Mervyn Maxwell, Apocalipsis: sus revelaciones (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1991), 190; cf. Elena de White, Sign of the Times, marzo 22, 1910; cf. Ibíd., Review and Herald, julio 13, 1897.
[5]Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas, 1954), 663; Ibíd., Patriarcas y Profetas (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas, 1955), 315.
[6]LaRondelle, 153; cf. Grant R. Osborne, Revelation, Baker Exegetical Commentary on the NT (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2002), 310.
[7]Norman Gulley, ¡Cristo viene! (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 379.
[8]Veloso, 128; LaRondelle afirma: “las señales cósmicas introducen el día del juicio”. Ver LaRondelle, 150.
[9]Veloso, 128; “angustia sin precedentes”, Ver Gulley, 381, 517; cf. Elena de White, Comentario bíblico adventista, trads. Ampuero Matta y Nancy Vhymeister (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 7:978, de aquí en adelante CBA; Carta 79 (1900); White ve también “terremotos, tempestades y lucha política”, Testimonio para Ministros (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1961), 452; Ibíd., Review and Herald, junio 7 (1887); Osborne, 306.
[10]Urías Smith, El Apocalipsis (Mountain View, CA: Pacific Press, 1949), 2:116.
[11]Heinrich Kraft, Die Offenbarung des Johannes, Handbuch z. NT 16a (Tübingen: J. C. B. Mohr, 1974), 125.
[12]LaRondelle, 151.
[13]LaRondelle, 151; cf. Ralph E. Bass, Back to the Future: A Study in the Book of Revelation (Greenville, SC: Living Hope Press, 2004), 200; Osborne, 302.
[14]Elena de White, Conflicto de los siglos, 671-2.
[15]LaRondelle, 160.
[16]Elena White, Eventos de los últimos días (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1992), 224; ver CBA, “Comentarios de Elena de White”, 7A:171; 4:1183.
[17]Una interpretación literal tiene varios problemas sin solución: (1) la gracia divina limitada solo a 144 000 de cada tribu en el tiempo del fin contradice la extensión que tiene el mensaje de los tres ángeles (cf. Jn 10:16; Ef 2:19; Fil 3:20; Heb 3:1); (2) la existencia de descendientes directos y puros por cada tribu es bien difícil de probar ya que las tribus se mezclaron durante el exilio babilónico; (3) la lista de Ap 7 (José y Leví se incluyen) no es exactamente la misma que las de Gn 49 y Ez 48; observaciones similares hacen varios autores, Ver Osborne, 303.
[18]Veloso, 129; cf. Maxwell, 190.
[19]LaRondelle, 156; Ezell afirma que el número es la multiplicación de doce (apóstoles) por diez (número de lo completo) y elevado a la tercera potencia (número de la deidad); ver Douglas Ezell, Revelations on Revelation (Waco, TX: Word Books, 1977), 60; Ralph, 204; Osborne, 310.
[20]LaRondelle, 156.
[21]R. C. H. Lenski, The Interpretation of St. Johh’s Revelation (Minneapolis, MN: Augsburg, 1963), 245.
[22]Este modelo de oír, y luego volverse a ver, es usado por Juan en Ap 1:12, 13; 5:5, 6. Lo que él ve es una aclaración de lo que primero solo había oído; cf. David Aune, Revelation 6-16, en Word Biblical Commentary (Dallas: Word, 2002), 52B:459.
[23]LaRondelle, 155.
[24]LaRondelle, 155; cf. R. H. Charles, The Revelation of St. John. 2ts. ICC (Edinburgo: T&T Clark, 1975), 1:200; Bass, 202; “de todas las épocas”, ver G. K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text, en The New International Greek Testament Comentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999), 412.
[25]LaRondelle, 160.

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