¿Qué puede decir del orden bíblico de la adoración?
¿Qué es lo correcto? ¿Cómo y cuándo debería llevarse a cabo?
La adoración pública
requiere algún tipo de orden. Por medio de la realización de ritos específicos,
los adoradores expresan su amor y gratitud al Creador y Redentor. No es posible
brindar una secuencia específica de actos que deben llevarse a cabo durante la
adoración, pero puedo mencionar algunos de los principales elementos y su
significado. Todo lo que sucede durante la hora de adoración debería tener una
base bíblica.
1. Adoramos
a Dios: Cuando nos reunimos debemos tener la clara convicción de
que vamos a adorar a Dios. Todo lo que nos distraiga debería ser descartado. De
hecho, cuando Dios es desplazado y los seres humanos se convierten en el
centro, la adoración se transforma en idolatría. Ante la tentación de seguir a
los ídolos, Dios le dijo a Israel: “¿A quién me asemejáis, me igualáis y me
comparáis, para que seamos semejantes?” (Isa. 46:5). Dios parece decir:
Exploren el universo y vean de encontrar a alguien como yo. Si lo hallan,
adórenlo. Pero inmediatamente añade: “Yo soy Dios, y no hay otro Dios, ni nada
semejante a mí” (versículo 9).
2. Oramos: Orar
es uno de los actos más sublimes de adoración privada y colectiva, por el cual
nos ponemos en contacto con el Señor. Las posturas físicas que adoptamos al
orar son significativas; deberíamos pensar en ellas cuando adoramos. Cuando nos
arrodillamos, rendimos nuestras vidas a Dios. Descendemos voluntariamente al
polvo de donde fuimos creados, reconocemos que nuestras vidas pertenecen a Dios
y esperamos que él nos otorgue sus bendiciones. A veces oramos de pie. Esta era
la postura de los que se acercaban al rey en busca de audiencia (véase Ester
5:2). Cuando nos ponemos de pie para orar nos colocamos como congregación
delante de nuestro Rey en audiencia privada. En otras ocasiones, oramos
sentados. Esta es la postura de un estudiante o niño que espera ser guiado o
instruido por el Señor, para poder servirlo (cf. 2 Rey. 4:38; Eze. 8:1; 2 Sam.
7:18). Mediante la oración expresamos nuestra gratitud a Dios por las
bendiciones recibidas y le pedimos que nos dé fuerzas para vencer los desafíos
y las tentaciones.
3. Cantamos: Nuestros
cánticos se dirigen a Dios, no a la congregación. Ésta adopta el mensaje de los
cánticos y los ofrece a Dios como si fueran propios. Los himnos no deberían
hablar de “mí” o de “nosotros”, sino del Ser que estamos adorando. Así es como
expresamos nuestros sentimientos, necesidades, amor y alabanzas a Dios por sus
abundantes bendiciones. El canto congregacional es un ritual por el cual se
expresa colectivamente la unidad de la iglesia, porque los feligreses elevan
sus voces para alabar al Señor con el mismo espíritu, fe y propósito. La unidad
de la iglesia y su unión con el Señor resucitado se expresan de manera única
por medio de este canto conjunto. Esta unión se logra a través de la expresión
de sentimientos religiosos comunes y de una fe que da forma a nuestra identidad
y nos permite incorporarnos a los cánticos de la familia celestial (cf. Sal.
148).
4. Ofrendamos: La
expresión de nuestra gratitud a Dios alcanza un clímax particular durante la
recolección de los diezmos y las ofrendas. Ese momento reafirma nuestro pacto
con el Señor. Mediante nuestros diezmos y ofrendas reconocemos que Dios nos ha
bendecido durante la semana, que es nuestro Señor y que todo lo que tenemos le
pertenece. Nuestras ofrendas indican que nuestro amor por él fluye libremente
de un corazón agradecido.
5. Proclamamos
la Palabra: Cada sábado, proclamamos la palabra desde el centro de
la plataforma. La adoración está centrada en la revelación que Dios hace de sí
mismo por medio de las Escrituras. Es un acto racional, porque la voz divina
resulta inteligible. Vamos a aprender de la Palabra, a ser animados por ella, a
recibir instrucción para el servicio cristiano, a ser disciplinados y a
regocijarnos en las buenas nuevas de salvación por medio de Cristo. Esto coloca
una pesada responsabilidad sobre los predicadores y también sobre los que
escuchan el mensaje. El propósito del sermón no es crear confusión u ocuparse
de controversias teológicas, sino permitir que la congregación oiga el mensaje
del Señor por medio de las Escrituras. Así nos aproximamos a Dios con corazones
abiertos en humildad y sumisión.
[1]Biblical Research Institute,
http://www.adventistbiblicalresearch.org/preguntasbiblicas/orden%20adoracion.htm
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