6 oct 2012

El Señor es el Espíritu


Rafael Montesinos

En 2 Corintios 3:17 dice: “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”

¿Qué realmente dice el apóstol Pablo en este versículo? Algunos afirman que Pablo está diciendo que el Espíritu Santo y Cristo son la misma persona. El problema con esta interpretación es que en la próxima cláusula del mismo versículo se distingue al Espíritu Santo de Cristo. Se le llama: “el Espíritu del Señor. Además tal idea es contraria a la teología del apóstol. En 2 Corintios 13:13,14 Pablo se despide de los Corintios con una bendición epistolar Triuna: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.” De Cristo y el Espíritu Santo ser la misma persona, tal saludo no tendría sentido alguno. El capítulo tres hace una clara distinción entre Cristo y el Espíritu Santo. En los versículos seis al ocho se menciona el ministerio del Espíritu bajo el nuevo pacto. En el versículo 14 el apóstol dice que cuando los judíos leen el antiguo pacto les queda el mismo velo no descubierto, el cual es quitado por Cristo. Se mencionan a Cristo y al Espíritu Santo por separado.

Jesucristo mismo hizo una marcada distinción entre él y el Espíritu Santo. Cristo dijo: “A cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero el que la diga contra el Espíritu Santo, no le será perdonado ni en esta vida ni en la venidera” (Mt. 12:32). En Juan 14:26 Cristo dijo lo siguiente con relación al Espíritu Santo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” Jesucristo se refirió al Espíritu Santo como “otro Consolador”. Otro no significa “él mismo”, sino otra persona diferente.

Algunos afirman que “otro” (λλοv) en Juan 14.16: significa: “de forma diferente, o de otra manera”[1], sin embargo algunos apelan a una palabra diferente a la que Juan utilizó. Traducen el adjetivo “allon” (λλοv) que significa: otro, como si fuera el adverbio “allōs” (λλως), que significa: “de otra manera, o forma diferente”. No se puede pasar por alto que son dos palabras diferentes. La primera, “allon” (λλοv) se traduce literalmente como: “otro”, mientras que la segunda, “allōs” (λλως), se traduce: “de otro modo, de otra manera”. Lo cierto es que en Juan 14:16 aparece la palabra λλοv (adjetivo) y no λλως (forma adverbial). Por lo tanto, el Espíritu Santo es otra persona diferente a Cristo. El “Léxico Griego del Nuevo Testamento” de Liddell y Scott, dice que la palabra λλος (ALLOS) en Griego Koiné, primariamente significa “otro, o uno al lado”. Por cierto, A.T. Robertson, en su obra “Word Pictures of the New Testament”, dice que “allon” (λλοv) significa: “otro de la misma clase”. Jesús no solamente dijo que el Espíritu Santo era otra persona, sino que hizo claro que era otra persona divina. Eso se desprende del uso de “allon” (λλοv).

Orígenes tradujo 2 Corintios 3:17 así: “Pero el Señor es un espíritu, y donde el espíritu del Señor está, hay libertad.” (Ancient Christian Commentary on Scripture). Según esta posición, Cristo es espíritu, al igual que Dios es espíritu (Jn. 4:24). El problema con esta posición es que en el texto Griego, espíritu lleva artículo en 2 Corintios 3:17: “τ πνεμα” (tò pneúma). En el Nuevo Testamento la expresión griega “τ πνεμα” (tó pneúma) se utiliza para designar al Espíritu Santo. Por lo tanto, el pasaje afirma que el Señor es el Espíritu Santo, no espíritu (naturaleza espiritual). Lo cierto es que en la segunda parte del versículo Pablo hace una clara distinción entre Cristo y el Espíritu Santo, haciendo claro que son dos personas diferentes. ¿Qué significa entonces la expresión “el Señor es el Espíritu”?
Crisóstomo no aceptó la traducción de Orígenes y escribió lo siguiente: “Nosotros no decimos El Señor es un espíritu pero El Espíritu es el Señor” El enseñó que 2 Corintios 3:17 proclamaba el Señorío del Espíritu Santo. El acuñó la frase: “El Espíritu es el Señor”.

Teodoreto de Ciro afirmaba que Pablo quería decir con esta frase que el Espíritu Santo y Dios eran iguales. Para justificar su posición ubicó este versículo en el contexto de 2 Corintios 3:15 donde dice: “Pero hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.” El pensaba que este versículo aludía a Éxodo 34:34, cuando Moisés cubría su rostro con un velo ante la presencia de Jehová. Según Teodoreto de Ciro, el espíritu santo era igual a Jehová.

Ambrosio escribió lo siguiente sobre 2 Corintios 3:17: “Usted tiene entonces al Señor también llamado Espíritu Santo; no porque el Espíritu Santo y el Hijo sean una persona, sino una sustancia.

¿Quién es el Señor en el versículo 17? Este Señor es Cristo. En las epístolas paulinas Cristo es el Señor (Ro. 10:9; 1Co. 8:6; 2Co. 8:9; Col. 2:6; Efe. 5:24; Filp. 2:11). En el idioma Griego Koiné el predicado se indica omitiendo el artículo. Ejemplo de ello es Juan 1:1u.p., donde Dios (θες) es el predicado de “ho logos”. El texto Griego de Juan 1:1 u.p. dice: κα (kai) θες (theos) ν (en) (ho) λόγος (logos). En esta cláusula, “logos” es el sujeto, pues lleva el artículo definido . θες es entonces el predicado, ya que no lleva artículo, es lo que se dice del λόγος. El Verbo era Dios.

El problema que presenta 2 Corintios 3:17 es que πνεμα (pneúma - espíritu) lleva artículo. Lo que realmente Pablo está diciendo es que “El Señor es el Espíritu”, el Espíritu Santo. No se debe de pasar por alto el hecho de que Pablo no está fusionando dos personas de la Deidad en una sola persona, ya que en la próxima cláusula él escribe: “el Espíritu del Señor”. Definitivamente se mencionan dos personas con una esencia idéntica y los dos realizan la misma obra. Donde está el Señor, está también el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es mencionado en el engendramiento de Jesús (Mt. 1:18; Lc. 1:35), en su bautismo (Mt. 3:16), durante la tentación en el desierto (Lc. 4:1), durante el inicio de su ministerio en la sinagoga (Lc. 4:18), en su resurrección (Ro. 1:4; 1P. 3:18) en su glorificación (Jn. 7:39; 16:7,13,14) e intercediendo por los santos (Ro. 8:26,27). Todos estos versículos presentan al Espíritu Santo tomando parte activa en el plan de salvación y en relación con Cristo.

Pablo simplemente utilizó una figura que Jesús también utilizó varias veces al hablar con sus discípulos sobre su relación con el Padre. En Juan 14:8-11 Felipe le dijo a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta.” Jesucristo le contesto: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?” En otra ocasión les dijo a sus discípulos que él y el Padre eran uno (Jn. 10:30). Además, en Juan 12:45 Cristo utilizó una figura similar: “y el que me ve, ve al que me envió.”.

¿Significa esto que el Hijo y el Padre son la misma persona? No, absolutamente no. En Juan 17: 23 Cristo aclaró lo que él quería decir: El y el Padre trabajan en perfecta unidad. Es en ese sentido que el Padre y el Hijo son uno. Esto también es cierto con relación a Cristo y al Espíritu Santo. Volverse al Señor es volverse al Espíritu Santo y volverse al Espíritu Santo significa libertad. ¿Por qué Pablo menciona al Espíritu y no solo al Señor? La respuesta es obvia. La respuesta la encontramos en Juan 14:16,17, 26,27; 16:7. El Señor siempre obra a través del Espíritu Santo. No se pueden separar.

En 2 Corintios capítulo tres se compara el ministerio de muerte y de condenación bajo el primer pacto. Los judíos convirtieron la ministración de la ley en un ministerio de muerte y condenación por la forma en que la interpretaban y aplicaban. Bajo el nuevo pacto, al aceptar al Señor como salvador personal y ser justificados por la fe, somos sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Jn 7:38,39; Ro. 5:1,5; Efe. 1:13). Al aceptar al Señor aceptamos el régimen nuevo del Espíritu y dejamos atrás el régimen viejo de la letra (Ro. 7:6). Los que son del Señor andan en novedad de vida (Ro. 6:4) y son ministros del nuevo pacto (2Co. 3:6). Ahora el Espíritu nos vivifica y ministra (2Co. 3:6 u.p., 8). Ahora miramos a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, vamos siendo transformados de gloria en gloria a la misma imagen por la acción del Espíritu del Señor” (2Co. 3:18).


Rafael Montesinos
Máster en Religión de la Universidad de Andrews
Trabajó 20 años como pastor en la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico (1979-2009). Produjo programas de radio y televisión para la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico y para la cadena de Los Tres Ángeles (3ABN).
Además, también apoya como consejero del Ministerio de Investigación Adventista y consejero editorial de la revista digital bíblico-teológica Didajé.


[1]James Strong, Diccionario de idiomas bíblicos: Griego antiguo. CD ROM, e-Sword, versión 9.9.1 (USA: Franklin TN, 2000-2011), G243.

0 comentarios: