LAS 28 CREENCIAS FUNDAMENTALES DE LA IGLESIA ADVENTISTA
DEL SÉPTIMO DÍA
Los
Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y mantienen
creencias fundamentales como enseñan las Sagradas Escrituras. Estas creencias
constituyen la percepción y expresión que la Iglesia sostiene con respecto a
las enseñanzas bíblicas.
1. Las
Sagradas Escrituras
Las
Sagradas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son la Palabra de Dios
escrita, dada por inspiración divina por intermedio de santos hombres de Dios
que hablaron y escribieron al ser movidos por el Espíritu Santo. (II Pedro 1:20
y 21; II Tim. 3:16 y 17; Sal. 119:105; Prov. 30:5 y 6; Isa. 8:20; Juan 10:35;
17:17; I Tes. 2:13; Heb. 4:12).
2. La
Trinidad
Hay un
sólo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas.
Dios es inmortal, omnipotente, omnisciente, encima de todo, y siempre presente. (Deut. 6:4; 29:29; Mat. 28:19; II Cor. 13:13; Efes.
4:4-6; I Pedro 1:2; I Tim. 1:17; Apoc. 14:6 y 7).
3. Dios
Padre
Dios,
el Eterno Padre, es el Creador, el Originador, el Mantenedor y el Soberano de
toda la creación. Él es justo y santo, compasivo y clemente, tardo en airarse,
y grande en constante amor y fidelidad. (Gén. 1:1; Apoc. 4:11; I Cor. 15:28;
Juan 3:16; I Juan 4:8; I Tim. 1:17: Éxo. 34:6 y 7; Juan 14:9).
4. Dios
Hijo
Dios,
el Hijo Eterno, se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él se crearon todas las
cosas, se reveló el carácter de Dios, se efectuó la salvación de la humanidad y
se juzga el mundo. Jesús sufrió y murió en la cruz por nuestros pecados y en
nuestro lugar, fue resucitado entre los muertos y ascendió para administrar en
el santuario celestial a nuestro favor. Vendrá otra vez para la liberación
final de Su pueblo y la restauración de todas las cosas. (Juan 1:1-3 y14; 5:22;
Col. 1:15-19; Juan 10:30; 14:9; Rom. 5:18; 6:23; II Cor. 5:17-21; Lucas 1:35;
Filip. 2:5-11; I Cor. 15:3 y 4; Heb. 2:9-18; 4:15; 7:25; 8:1 y 2; 9:28; Juan
14:1-3; I Ped. 2:21; Apoc. 22:20). Ver video (Realvideo 3 minutos).
5. Dios
Espíritu Santo
Dios,
el Espíritu Santo, desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la
Creación, Encarnación y Redención. Inspiró a los escritores de las Escrituras.
Llenó de poder la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y los que
se muestran sensibles, son renovados y transformados por Él, a imagen de Dios.
Concede dones espirituales a la Iglesia. (Gén. 1:1 y 2; Lucas 1:35; II Pedro
1:21; Lucas 4:18; Hechos 10:38; II Cor. 3:18; Efes. 4:11 y 12; Atos 1:8; Juan
14:16-18 y 26; 15:26 y 27; 16:7-13; Rom. 1:1-4).
6. Dios
es el Creador
Dios es
el Creador de todas las cosas y reveló en las Escrituras el relato auténtico de
Su actividad creadora. En seis días hizo el Señor los Cielos y la Tierra y todo
lo que tiene vida sobre la Tierra, y descansó el séptimo día de esa primera
semana. (Gén. 1;2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-6; 33:6 y 9; 104; Heb. 11:3; Juan
1:1-3; Col. 1:16 y 17).
7. La
Naturaleza del Hombre
El
hombre y la mujer fueron formados a imagen de Dios con individualidad y con el
poder y la libertad de pensar y actuar. Como han sido creados como seres
libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y alma, y
dependiente de Dios en cuanto a la vida, respiración y todo lo demás. Cuando
nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y
cayeron de sua elevada posición abajo de Dios. La imagen de Dios en ellos, fue
desfigurada, se volvieron mortales. Sus descendientes comparten esa naturaleza
caída y de sus consecuencias. (Gén. 1:26-28; 2:7; Sal. 8:4-8; Hechos 17:24-28;
Gén. 3; Sal. 51:5; Rom. 5:12-17; II Cor. 5:19 y 20).
8. El
Gran Conflicto
Toda la
humanidad está involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en
cuanto al carácter de Dios, Su Ley y Su soberanía sobre el Universo. Ese
conflicto se originó en el Cielo, cuando un ser creado, dotado de libertad de
elección, por exaltación propia, se convirtió en Satanás, el adversario de
Dios, y condujo la rebelión de una parte de los ángeles. Él introdujo el
espíritu de rebelión en este mundo. Observado por toda la Creación, este mundo
se convirtió en el palco del conflicto universal, dentro del cual será
finalmente reivindicado el Dios de amor. (Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Ezeq. 28:12-18; Gén. 3;
Gén. 6-8; II Pedro 3:6; Rom. 1:19-32; 5:19-21; 8:19-22; Heb. 1:4-14; I Cor.
4:9).
9.
Vida, Muerte y Ressurrección de Cristo
En la
vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en Su
sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó el único medio de expiación
del pecado humano, de modo que los que aceptan esa expiación por fe, puedan
tener vida eterna, y toda la Creación comprenda mejor el infinito y santo amor
del Creador. (Juan 3:16; Isa. 53; II Cor. 5:14, 15 y 19-21; Rom. 1:4; 3:25;
4:25; 8:3 y 4; Filip. 2:6-11; I Juan 2:2; 4:10; Col. 2:15).
10. La
Experiencia de la Salvación
En
infinito amor y misericordia, Dios permitió que Cristo se convirtiese en pecado
por nosotros, para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios. Guiados por el
Espíritu Santo reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras
transgresiones y tenemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como Sustituto y
Ejemplo. Esta fe que acepta la salvación, viene del poder de la Palabra y es el
don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados y libertados
del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos
justificados. Permaneciendo en Él, participamos de la naturaleza divina y
tenemos la seguridad de la salvación, ahora y en el Juizo. (Sal. 27:1; Isa.
12:2; Jonas 2:9; Juan 3:16; II Cor. 5:17-21; Gál. 1:4; 2:19 y 20; 3:13; 4:4-7;
Rom. 3:24-26; 4:25; 5:6-10; 8:1-4, 14, 15, 26 y 27; 10:7; I Cor. 2:5; 15:3 y 4;
I Juan 1:9; 2:1 y 2; Efes. 2:5-10; 3:16-19; Gál. 3:26; Juan 3:3-8; Mat. 18:3; I
Pedro 1:23; 2:21; Heb. 8:7-12).
11. El
crecimiento en Cristo
Por su
muerte en la cruz, Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. Él, que durante su
ministerio terrenal subyugó los espíritus demoníacos, ha quebrantado su poder y
asegurado su condenación final. La victoria de Jesús nos da la victoria sobre
las fuerzas del mal que aún tratan de dominarnos, mientras caminamos con él en
paz, gozo y en la seguridad de su amor. Ahora, el Espíritu Santo mora en
nosotros y nos capacita con poder. Entregados continuamente a Jesús como
nuestro Salvador y Señor, somos libres de la carga de nuestras acciones
pasadas. Ya no vivimos en las tinieblas, ni en el temor de los poderes
malignos, ni en la ignorancia y falta de sentido de nuestro antiguo estilo de
vida. En esta nueva libertad en Jesús, somos llamados a crecer a la semejanza
de su carácter, manteniendo diariamente comunión con él en oración,
alimentándonos de su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando
sus alabanzas, reuniéndonos juntos para adorar, y participando en la misión de
la iglesia. Al darnos en amoroso servicio a aquellos que nos rodean y al dar
testimonio de su salvación, Cristo, en virtud de su presencia constante con
nosotros por medio del Espíritu, transforma cada uno de nuestros momentos y
cada una de nuestras tareas en una experiencia espiritual (Sal. 1:1, 2; 23:4;
77:11, 12; Col. 1:13, 14: 2:6, 14, 15; Luc. 10:17-20; Efe. 5:19, 20; 6:12-18; 1
Tes. 5:23; 2 Ped. 2:9; 3:18; 2 Cor. 3:17, 18; Fil. 3:7-14; 1 Tes. 5:16-18; Mat.
20:25-28; Juan 20:21; Gál. 5:22-25; Rom. 8:38, 39; 1 Juan 4:4; Heb. 10:25).
12. La
Iglesia
La
Iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y
Salvador. Nos unimos para adorar, para comunión, para instrucción en la
Palabra, para celebrar la Cena del Señor, para el servicio a toda la humanidad
y para la proclamación mundial del Evangelio. La Iglesia es la Familia de Dios.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. (Gén. 12:3; Hechos 7:38; Mat. 21:43;
16:13-20; Juan 20:21 y 22; Hechos 1:8; Rom. 8:15-17; I Cor. 12:13-27; Efes.
1:15 y 23; 2:12; 3:8-11 y 15; 4:11-15).
13. El
Remaneciente y su Misión
La
Iglesia universal se compone de todos los que verdaderamente creen en Cristo;
pero, en los últimos días, un remaneciente ha sido llamado, a fin de guardar
los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remaneciente anuncia la llegada
de la hora del Juicio, proclama la salvación por medio de Cristo y predice la
aproximación de Su segundo advenimiento. (Mar. 16:15; Mat. 28:18-20; 24:14; II
Cor. 5:10; Apoc. 12:17; 14:6-12; 18:1-4; Efes. 5:22-27; Apoc. 21:1-14).
14.
Unidad en el Cuerpo de Cristo
La
Iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, tribu,
lengua y pueblo. Todos somos iguales en Cristo. Mediante la revelación de
Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza y extendemos
un solo testimonio para todos. Esta unidad encuentra su fuente en la unidad del
Dios triuno, que nos adoptó como Sus hijos. (Sal. 133:1; I Cor. 12:12-14;
Hechos 17:26 y 27; II Cor. 5:16 y 17; Gál. 3:27-29; Col. 3:10-15; Efes. 4:1-6;
Juan 17:20-23; Santiago 2:2-9; I Juan 5:1).
15. El
Bautismo
Por el
bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y en la resurrección de Jesucristo
y testimoniamos nuestra muerte al pecado y nuestro propósito de andar en
novedad de vida, siendo aceptados como miembros por Su Iglesia. Y por inmersión
en el agua se sigue la instrucción en las Escrituras Sagradas y la aceptación
de sus enseñanzas. (Mat. 3:13-16; 28:19 y 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16;
Rom. 6:1-6; Gál. 3:27; I Cor. 12:13; Col. 2:12 y 13; I Pedro 3:21).
16. La
Cena del Señor
La Cena
del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y de la sangre de
Jesús, como expresión de fe en Él, nuestro Señor y Salvador. La preparación
incluye el examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro
instituyó la Ceremonia del lavamiento de pies para representar renovada
purificación, para expresar la disposición de servir uno al otro en humildad
semejante a la de Cristo, y para unir nuestros corazones en amor. (Mat.
26:17-30; I Cor. 11:23-30; 10:16 y 17; Juan 6:48-63; Apoc. 3:20; Juan 13:1-17).
17.
Dones y Ministerios Espirituales
Dios
concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones
espirituales. Siendo otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual
distribuye a cada miembro como le place, los dones proveen todas las aptitudes
y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus funciones divinamente
ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu
para funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales,
evangélicos, apostólicos y de enseñanza. (Rom. 12:4-8; I Cor. 12:9-11, 27 y 28;
Efes. 4:8 y 11-16; II Cor. 5:14-21; Hechos 6:1-7; I Tim. 2:1-3; I Pedro 4:10 y
11; Col. 2:19; Mat. 25:31-36).
18. El
Don de Profecía
Uno de
los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una característica de
la Iglesia remaneciente y fue manifestado en el ministerio de Ellen G. White.
Como la mensajera del Señor, sus escritos son una continua y autorizada fuente
de verdad y proporcionan consuelo, orientación, instrucción y corrección a la
Iglesia. (Joel 2:28 y 29; Hechos 2:14-21; Heb. 1:1-3; Apoc. 12-17; 19:10).
19. La
Ley de Dios
Los
grandes principios de la Ley de Dios son incorporados en los Diez Mandamientos
y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los
propósitos de Dios acerca de la conducta y de las relaciones humanas, y son
obligatorios a todas las personas, en todas las épocas. Esos preceptos
constituyen la base del concierto de Dios con Su pueblo y la norma del juicio de
Dios. (Éxo. 20:1-17; Mat. 5:17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-13;
Juan 14:15; Rom. 8:1-4; I Juan 5:3; Mat. 22:36-40; Efes. 2:8).
20. El
Sábado
El
bondadoso Creador, después de los seis dias de la Creación, descansó el séptimo
día e instituyó el Sábado para todas las personas, como recordativo de la
Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la
observancia de este sábado del séptimo día como día de descanso, adoración y
ministerio, en armonía con la enseñanza y práctica de Jesús, el Señor del
Sábado. (Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11; 31:12-17; Lucas 4:16; Heb. 4:1-11; Deut.
5:12-15; Isa. 56:5 y 6; 58:13 y 14; Lev. 23:32; Mar. 2:27 y 28).
21.
Mayordomía
Somos
mayordomos de Dios, responsables por el uso apropiado del tiempo y de las
oportunidades, capacidades y posesiones, y de las bendiciones de la Tierra y
sus recursos que Él colocó bajo nuestro cuidado. Reconocemos el derecho de
propiedad de parte de Dios, por medio del fiel servicio a Él y a nuestros
semejantes, y devolviendo los diezmos y dando ofrendas para la proclamación de
Su Evangelio y para la manutención y el crecimiento de Su iglesia. (Gén.
1:26-28; 2:15; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; I Cor. 9:9-14).
22.
Conducta Cristiana
Somos
llamados para ser un pueblo piadoso, que piensa, siente y actúa de acuerdo con
los principios del Cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter
de nuestro Señor, solo nos involucramos con aquellas cosas que producirán en
nuestra vida, pureza, salud y alegría semejantes a las de Cristo. (I Juan 2:6;
Efes. 5:1-13; Rom. 12:1 y 2; I Cor. 6:19 y 20; 10:31; I Tim. 2:9 y 10; Lev.
11:1-47; II Cor. 7:1; I Pedro 3:1-4; II Cor. 10:5; Filip. 4:8).
23.
Matrimonio y Familia
El
casamiento fue divinamente establecido en el Edén y confirmado por Jesús como
unión vitalicia entre un hombre y una mujer, en amoroso compañerismo. Para el
cristiano, el compromiso matrimonial es con Dios, y con el cónyuge, y solamente
debe ser asumido entre parejas que comparten la misma fe. Referente al
divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia del cónyuge, a no ser por
causa de fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Dios bendice a la
familia y quiere que sus miembros se ayuden uno al otro a alcanzar completa
madurez. Los padres deben educar sus hijos a amar al Señor y a obedecerle.
(Gén. 2:18-25; Deut. 6:5-9; Juan 2:1-11; Efes. 5:21-33; Mat. 5:31 y 32; 19:3-9;
Prov. 22:6; Efes. 6:1-4; Mal. 4:5 y 6; Mar. 10:11 y 12; Lucas 16:18; I Cor.
7:10 y 11).
24. El
Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial
Hay un
santuario en el Cielo. En él, Cristo intercede en nuestro favor, haciendo
accesibles a los creyentes los beneficios de Su sacrificio expiatorio ofrecido
una vez por todas, en la cruz. Él es nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó Su
ministerio intercesor en ocasión de Su ascensión. En 1844, a final del período
profético de los 2.300 días, inició la segunda y última etapa de Su ministerio
expiatorio. El jucio investigador revela a los seres celestiales quien entre
los muertos será digno de formar parte en la primera resurrección. También se
hace manifesto quien, entre los vivos, está preparado para la traslación a Su
reino eterno. La terminación del ministerio de Cristo señalará el fin del
tiempo de gracia para los seres humanos, antes del Segundo advenimiento. (Heb.
1:3; 8:1-5; 9:11-28; Dan. 7:9-27; 8:13 y 14; 9:24-27; Núm. 14:34; Ezeq. 4:6;
Mal. 3:1; Lev. 16; Apoc. 14:12; 20:12; 22:12).
25. La
Segunda Venida de Cristo
La
segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la Iglesia. La venida del
Salvador será literal, personal, visible y universal. (Tito 2:13; Juan 14:1-3;
Hechos 1:9-11; I Tes. 4:16 y 17; I Cor. 15:51-54; II Tes. 2:8; Mat. 24; Mar.
13; Lucas 21; II Tim. 3:1-5; Joel 3:9-16; Heb. 9:28).
26.
Muerte y Resurrección
El
salario del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es imortal, concederá
vida eterna a Sus redimidos. Hasta aquel día, la muerte es un estado
inconsciente para todas las personas. (I Tim. 6:15 y 16; Rom. 6:23; I Cor.
15:51-54; Ecles. 9:5 y 6; Sal. 146:4; I Tes. 4:13-17; Rom. 8:35-39; Juan 5:28 y
29; Apoc. 20:1-10; Juan 5:24).
27. El
Milenio y el Fin del Pecado
El
milenio es el reinado de mil años de Cristo con Sus santos, en el Cielo, entre
la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo serán juzgados los impíos
muertos. Al fin de ese período, Cristo con Sus Santos y la Ciudad Santa
descenderán del Cielo a la Tierra. Los impíos muertos serán entonces
resucitados y, con Satanás y sus ángeles, cercarán la ciudad; pero el fuego de
Dios los consumirá y purificará la Tierra. El Universo quedará eternamente
libre del pecado y de los pecadores. (Apoc. 20; Zac. 14:1-4; Mal. 4:1; Jer.
4:23-26; I Cor. 6; II Pedro 2:4; Ezeq. 28:18; II Tes. 1:7-9; Apoc. 19:17, 18 y
21).
28. La
Nueva Tierra
2 comentarios:
Muy bien comunicado bendiciones
hermano en el nombre de Jesus... yo hace tiempo empece a conocer al Señor no por medio de un pastor ni nada por el estilo.... solo por la biblia y en oracion , pero a mi me fue revelada otra cosa en ves de la trinidad ( palabra que no sale en la biblia) y he sido muy atacado por algunos hermanos trinitarios ....... algunos me decian unicitario hereje etc ............. en realidad no conosco unicitarios y en mi ciudad no me queda otra cosa que congregarme con trinitarios evangelicos o catolicos al final los dos comparten la trinidad catolica romana . que el Señor le bendiga por sus esccritos .solo comento esto . ya que nunca pense que iba hacer aborrecido por el nombre de Jesus y el Señor lo dice en su palabra
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