Apocalipsis:
Terremotos, maremotos, guerras, crisis… ¿Será que se acerca el fin?
Fernando L. Canale
“Todo
—los pueblos y ciudades aplastadas por un torrente de barro y muerte— es
abrumador y casi incomprensible”.[1]
Con estas palabras Paul Theroux expresaba la impresión de millones frente a la
devastación del épico maremoto que recientemente arrasó a Japón. Pero eso no
era todo lo que sucedía en el mundo. En un artículo titulado, “Aumenta el caos
total: Catástrofes nucleares, revoluciones, y tensiones económicas”, la
periodista Tina Brown reflexionaba: “¿Se ha enloquecido el mundo?”.[2]
Sintetizando
los desastres que se sucedieron rápidamente durante los primeros meses de este
año, la portada de la revista Newsweek anunciaba ominosamente: “Llegó el
Apocalipsis: maremotos, terremotos, desastres nucleares, revoluciones,
economías al borde de la ruina. ¿Qué nos depara el futuro?”.[3]
A pesar de los extraordinarios avances de la ciencia y la tecnología, las
perspectivas no parecen alentadoras para la humanidad.
La
pregunta ¿qué nos depara el futuro? nos confronta con nuestro destino personal
y colectivo. Muchos suponen que pensar en el futuro no es posible ni importante
porque, de acuerdo con el dicho, “lo que será, será”; el futuro está fuera de
nuestras manos. Sin embargo, vivir implica anticipar el futuro.
Consecuentemente, todos tenemos algunas ideas acerca de lo que ocurrirá. Aunque
a simple vista nuestras expectativas parezcan meras opiniones personales para
compartir entre amigos, ellas determinan en gran manera lo que hacemos y
llegaremos a ser. Por lo tanto conviene que pensemos en lo que puede depararnos
el futuro.
Anticipando el futuro
La
ciencia, los horóscopos, y los médiums espiritistas son algunas de las maneras
en que los seres humanos intentan anticipar lo que sucederá. Pero la única
forma de hacerlo con seguridad es consultando a Aquel que por naturaleza es
dueño del futuro: Dios. Entonces, nuestra pregunta acerca de lo que nos depara
futuro debiera ser: ¿Qué nos dice Dios acerca de lo que ocurrirá con nuestro
planeta? Para poder contestar esta pregunta debemos considerar lo que nuestro
Señor Jesucristo dijo acerca del futuro a sus discípulos.
¿Temor o esperanza?
¿Debemos
temer las cosas que sobrevendrán a la tierra o podemos abrigar esperanza en un
mundo mejor? En nuestros días asociamos la palabra “Apocalipsis” con la
destrucción total del planeta Tierra, y por lo tanto la relacionamos con eventos
extremadamente destructivos.[4]
Una perspectiva tal solo puede generar temor y ansiedad acerca de las cosas que
sobrevendrán.
Sin
embargo, el mensaje del Apocalipsis no se centra en la destrucción del planeta
sino en su restauración total física y espiritual (Apocalipsis 21:1). Pero de
acuerdo con la Biblia, hay algo más importante en el futuro del planeta Tierra
que la renovación a su perfección original. El Cristo quien ascendió a los
cielos después de su muerte y resurrección prometió que retornaría en las nubes
(Hechos 1:11) para morar con los seres humanos (S. Juan 14:1-3; Apocalipsis
21:3). Estos acontecimientos monumentales solo pueden generar esperanza y una
visión altamente positiva del futuro de la humanidad.
La cercanía del futuro
que anhelamos
Pero
¿cómo se relaciona la multiplicación de hechos catastróficos con la venida de
Cristo y el futuro grandioso de nuestro planeta? Cuando sus discípulos le
preguntaron cuándo su reino sería instaurado, Jesús mencionó, entre otras
cosas, que antes de su retorno a la tierra habría guerras y rumores de guerras;
se levantaría nación contra nación, y reino contra reino; y habría pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares (S. Mateo 24:6–8). Estos acontecimientos
indicarían la cercanía de su venida, como los nuevos retoños de la higuera
indican que el verano está a las puertas (S. Mateo 24:32, 33). Desde la
perspectiva de la fe cristiana, entonces, las catástrofes se transforman en
signos de esperanza. Ellas anuncian el pronto regreso del Salvador del mundo y
la inauguración de su reinado eterno.
Accediendo al futuro
eterno
Desde
la perspectiva humana, las catástrofes que se suceden rápidamente y aumentan en
intensidad auguran un futuro incierto y desesperanzador. Pero el poder creador
y la fidelidad de Cristo garantizan el cumplimiento de su promesa de restaurar
nuestro planeta a su perfección original (Apocalipsis 21:5). Pero, ¿quiénes
participarán en el futuro glorioso de la humanidad cuando Cristo regrese?
Cristo dejó claro que solo aquellos quienes por fe acepten la primacía de su
voluntad y vivan permanentemente de acuerdo con ella participarán en su futuro
reino. Consecuentemente, Cristo recomendó a sus discípulos que estuvieran
preparados para el día de su venida (S. Mateo 24:42-44). La preparación es
necesaria porque el mismo Cristo la tomará en cuenta cuando juzgue quienes
participarán en su futuro reino y determine quienes serán excluidos de él para
siempre (S. Mateo 25:31-46).
El futuro hoy
¿Qué
preparación necesitamos para participar del futuro glorioso de la humanidad?
Necesitamos poseer fe y amor en Cristo (Santiago 2:5) que nazcan sinceramente
de lo profundo de nuestro corazón (Deuteronomio 6:5; S. Lucas 10:27). Tener fe
significa confiar plenamente en Dios como los niños confían en sus padres (S.
Mateo 18:3). Confiar en su voluntad, su ley y sus promesas expresadas en las
Sagradas Escrituras. Amar a Cristo significa abrirle el corazón completamente y
aceptar su consejo y dirección (ver Proverbios 23:26). Al depositar nuestra
confianza en Dios y amarlo, nos arrepentimos de los errores de nuestra vida
pasada y comenzamos una nueva manera de vivir bajo la dirección y compañía de
Cristo (S. Mateo 3:2, S. Juan 3:5). Esta transformación interna y externa nos
hace miembros del reino de Cristo ahora y nos asegura por su gracia una parte
en la asombrosa renovación del planeta que Cristo ejecutará antes de establecer
su reino eterno sobre la tierra.
Conclusión
Recientemente,
una secuencia de catástrofes impresionantes ha llamado la atención del mundo y
nos invita a pensar acerca del futuro. Al considerar estos hechos
catastróficos, la mayoría de los seres humanos percibimos solo proporciones
alarmantes de destrucción y desorden social. Nuestra aprensión crece cuando
advertimos que la ciencia y la tecnología humanas son impotentes para
anticiparlos, prevenirlos y evitarlos. No es de extrañar que la revista
Newsweek preguntara: “¿Qué nos depara el futuro?”
Desde
la perspectiva humana, el futuro parece ser una fuente inagotable de desastres
que amenazan la vida y estabilidad del planeta. La noción que un mega desastre
o una secuencia de ellos pueda destruir la vida en nuestro planeta parece ganar
credibilidad. Esta situación inevitablemente engendra temor e inseguridad que
solo pueden afectar nuestra existencia negativamente.
Pero
desde la perspectiva de la fe cristiana, los mismos acontecimientos no se ven
como heraldos de más calamidades y destrucción sino como señales de la pronta
llegada del futuro eterno deseado por todas las naciones. Nos dicen que la
historia como la conocemos se acerca a su final. La aurora de una nueva
historia de la humanidad se aproxima vertiginosamente. Querido lector, te animo
a considerar ambas perspectivas cuidadosamente. No olvides que el futuro eterno
está disponible para ti ahora en la persona de Jesucristo. ¿Depositarás tu fe y
amor en él? Lo que el futuro te deparará depende de la forma en que contestes a
esta pregunta.
Fernando L. Canale (Ph.D. Andrews University)
Profesor de Filosofía y Teología en Andrews University
Berring Spring,
Michigan, EE.UU.
[1]Paul Theroux, “Nightmare and Defiance”, Newsweek, 20 de marzo, 2011.
[2]Tina Brown, “The Mayhem Mounts: Meltdowns,
Revolts, and Economic Stress”, Newsweek, 20 de marzo, 2011.
[4]Véase por ejemplo “Apocalypse”, New Oxford American Dictionary, (Oxford: Oxford University Press, 2005).
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