Elena G. de White y sus críticos*
Leonard
Brand
¿Se comunica Dios con los
seres humanos? ¿Hay evidencias de que lo ha hecho por medio de los profetas? El
libro The Prophet and Her Critics,[1]
procura responder a estos interrogantes.
Elena White fue una líder
destacada durante los comienzos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Su
ministerio se extendió desde la década de 1840 hasta su muerte en 1915. Los
adventistas creen que recibió información de origen divino a través de visiones
sobrenaturales para beneficio de este grupo cristiano y del público general.
Ella registró esta información y la publicó en numerosos artículos y libros, lo
que la convierte en una de las escritoras más prolíficas de la historia.
Los críticos no han aceptado
su aseveración de que recibía comunicaciones de origen divino, manteniendo en
cambio que copiaba sus ideas de otras fuentes. Existen porciones de sus
escritos que muestran similitudes con lo que han publicado otros autores en
libros que sabemos que ella poseyó o leyó. El punto clave de la cuestión es
determinar si los otros autores fueron la fuente de sus ideas o si, como ella
afirmó, la lectura de otros libros sólo la ayudó a expresar mejor los conceptos
que Dios le había comunicado.
¿Es válido cuestionar a un
profeta de Dios? 1 Tesalonicenses 5:20, 21, Deuteronomio 18:22 y Mateo 7:15-20
declaran que habrá verdaderos y falsos profetas, y que tenemos el derecho y la
responsabilidad de distinguir unos de otros. También tenemos la obligación de
evaluar críticamente la obra de los que aducen haber juzgado a un supuesto
profeta y haberlo declarado falso.
He evaluado la obra de los
críticos de Elena White. A la vez, he examinado las investigaciones realizadas
por el doctor Don McMahon, las cuales podrían determinar si los principios de
salud enunciados por White provenían de Dios, como ella afirma, o de los
abundantes escritos de otros reformadores de la salud del siglo XIX.[2]
El estudio exhaustivo de McMahon puede constituir la primera evidencia
científica de la naturaleza de la inspiración.
Los
críticos de Elena White
Mi evaluación de tres de los
más prominentes críticos de Elena White, a saber, Walter Rea,[3]
Jonathon Butler[4]
y Ronald Numbers[5]
se concentró en la calidad de sus investigaciones. ¿Utilizaron un buen diseño
de pesquisa? ¿Reunieron sus datos de manera correcta? ¿Apoyan estos datos sus
conclusiones? Si hubieran presentado sus trabajos en forma de tesis para
obtener un título de posgrado, ¿habrían sido aprobados?
La aseveración básica de
Walter Rea es que algunas frases o incluso párrafos de los libros de Elena
White son idénticos o muy similares a otros libros de su biblioteca. Rea aduce
que esto niega su afirmación de que sus escritos tienen un origen divino, y
muestra que copió ideas de otros. Sin embargo, existen varias razones por las
que sus pruebas no apoyan esta aseveración. En primer lugar, las similitudes no
son tantas ni tan próximas como trata de probar. Esto puede determinarse
después de analizar cuidadosamente las muestras de su libro. En segundo
término, Rea cita dos argumentos en contra de sus propias conclusiones, pero
sus esfuerzos por refutar estos argumentos no resultan convincentes. En tercer
lugar, la línea principal de razonamiento de su libro se basa en una lógica
defectuosa. Rea presenta pruebas que refutan la idea de que los escritos de
White eran completamente originales, y de que el material provenía de una
inspiración verbal, o que era dictado por Dios. El problema de Rea es que
entonces llega a la conclusión opuesta de que ella no puede haber recibido
ningún tipo de comunicación divina.
Pero este razonamiento
polarizado, sin matices, deja de considerar una explicación intermedia, que
puede ser hallada en la descripción de White acerca de cómo escribió sus
libros. White afirma que Dios le comunicó ideas que ella luego redactó
empleando sus propias palabras. Dice que a menudo se sentía incapaz de expresar
adecuadamente estos conceptos, pero que se la instruyó de que sería más capaz
de escribir con claridad al leer otros libros acerca del tema.[6]
Esta explicación es consistente con todos los datos de Walter Rea, por lo que
sus argumentos no logran contradecir el papel de la inspiración divina en la
obra de White. Se necesita un tipo diferente de evidencias para evaluar la
aseveración de inspiración.
Un artículo de Butler,[7]
que afirma que la comprensión de Elena White de los eventos finales de la
historia humana proviene de los acontecimientos de sus días, tampoco resulta
convincente debido a su lógica defectuosa y a evidencias inadecuadas.
Vamos a referirnos ahora al
libro Prophetess of Health de Ronald Numbers. Este autor quiere mostrar que
Elena White extrajo todos sus principios de reforma pro salud de las obras de
otros reformadores de la salud de sus días. Durante el siglo XIX hubo un grupo
de reformadores que publicaron muchos libros y artículos, varios de los cuales
se encuentran en la biblioteca de Elena White y están subrayados por ella.
Elena White recibió su
principal visión sobre temas de salud en junio de 1863, y al año siguiente
comunicó los principios de una vida saludable en su libro Spiritual Gifts. Ella
declaró que después de redactar esta obra, leyó esos otros libros y se
sorprendió al hallar tantos conceptos similares a los suyos. Numbers rechaza
esta aseveración y afirma que antes de la visión de 1863 “los adventistas del
séptimo día ya poseían los lineamientos básicos del mensaje de la reforma pro
salud”.[8]
Los datos que aporta Numbers
sobre estos eventos son útiles, pero la manera en que los utiliza para
determinar si los principios de White le fueron revelados por Dios indica
serios errores de lógica y evidencias inadecuadas. En primer lugar, una
investigación tal debe basarse en una lista completa de sus principios de
salud, así como en los principios de salud de sus supuestas fuentes. Estos
deben ser compilados con el mismo enfoque, a fin de proporcionar datos
objetivos. De esta manera se podrían comparar estos principios con los
hallazgos médicos modernos para determinar cuáles han sido verificados. Por
supuesto, la medicina continúa avanzando y cambiando con nuevos
descubrimientos, de manera que no constituye un estándar absoluto. Sin embargo,
tales listas paralelas permitirían una comparación del nivel relativo de
exactitud de los diferentes reformadores de la salud. Numbers no hizo esto,
sino que utilizó evidencias anecdóticas (la comparación de unos pocos
principios de salud), sin indicar por qué eligió estos ejemplos por sobre
muchos otros que dejó de lado.
En segundo lugar, Numbers se
concentró en similitudes entre los principios de salud de White y de otros
reformadores, pero no analizó las diferencias significativas que existen entre
ellos. Esto es inapropiado, ya que un diseño de investigación imparcial debe
comparar tanto las similitudes como las diferencias.
En tercer lugar, Numbers no
analizó objetivamente la hipótesis de la inspiración divina, sino que expresó
con claridad su suposición de que los datos debían ser evaluados sin recurrir a
esa hipótesis. Pero un estudio erudito que procure determinar la verdad de una
hipótesis no puede comenzar asumiendo que la hipótesis es falsa.
En resumen, los diseños de
investigación utilizados por estos críticos son insatisfactorios, y no
proveyeron los datos necesarios para apoyar sus aseveraciones. Se han publicado
varios libros en respuesta a estos críticos. Y aunque resultan útiles, no
constituyen el estudio cuidadoso y objetivo que se necesita para probar la
hipótesis de la comunicación divina como la fuente de los escritos de Elena
White. Sin embargo, el trabajo de Don MacMahon, un médico que ha estudiado los
principios modernos para una vida saludable, se basa en un diseño apropiado de
investigación y ofrece la posibilidad de probar si los escritos de White sobre
salud tienen o no un origen divino.
La
hipótesis de la inspiración divina
Primero McMahon compiló una
lista de todos los conceptos sobre salud en los escritos de Elena White y en
los de otros prominentes reformadores de la salud de su época. Utilizó el mismo
criterio para compilar cada una de estas listas. Luego los comparó a todos con
la ciencia médica moderna y evaluó cada concepto como verificado o no por la
medicina moderna. Cada concepto de salud fue ubicado entonces en categorías
paralelas como un principio de salud o una explicación fisiológica de un
principio. Por ejemplo, “beber mucha agua” es un principio, una declaración
acerca de qué hacer. Una explicación fisiológica no diría qué hacer, sino por
qué hacerlo. McMahon llamó a los principios los “qué” y a las explicaciones,
los “porqué”. Finalmente, se utilizaron las opiniones de la medicina moderna
para decidir si cada principio (cada “qué”) tenía un efecto menor o
significativo sobre la salud.
Este método sí nos ofrece los
datos necesarios para demostrar una de estas dos hipótesis: (1) “Los conceptos
de salud expuestos por Elena White pueden ser explicados satisfactoriamente
como extraídos de los reformadores de su época”, o (2) “Los escritos de Elena
White sobre salud contienen información que no puede ser explicada como
proveniente de los conceptos de salud de sus días; lo que probaría que ella
debe haber recibido información de una fuente sobrenatural”.[9]
En la década de 1950 las
opiniones médicas estaban claramente en contra de los principios de salud
comunicados por Elena White; sin embargo, las nuevas investigaciones médicas en
la segunda mitad del siglo XX han cambiado el cuadro. Veamos. De los 46 “qué”
sobre salud que se encuentran en Spiritual Gifts, el 96 por ciento ha sido
verificado por la medicina moderna (un 70 por ciento es significativo para la
salud y un 26 tiene una influencia menor). En contraste, los principios de
salud de los otros cinco reformadores estudiados poseen una verificación de
entre 35 y 45 por ciento. Cuando se comparan las listas de los principios sin
verificar de los demás reformadores, se nota aún más la diferencia entre White
y sus contemporáneos. Los dos principios de White que McMahon considera sin
verificar son: evitar la levadura en el pan y comer por lo general dos comidas
al día. En contraste, estos son algunos de los principios de salud sin
verificar de los otros reformadores: no calentar la casa, si se come carne,
comerla cruda: no consolar a los niños (es bueno que lloren); que los niños no
coman fruta; no beber agua (sino sólo jugo de fruta); no utilizar absolutamente
nada de sal; usar ropa liviana aun cuando hace frío; no usar jabón; bañarse
sólo una o dos veces por semana; la relación sexual entre esposos es
perjudicial para la salud; los niños no deben comer papa; evitar aromas fuertes
(aunque sean agradables, como el perfume de las flores).
Siendo que Elena White tenía
muy poca educación formal y ninguna formación médica, ¿cómo supo evitar esos
principios que pueden haber parecido válidos 150 años atrás pero que, ahora se
sabe, son errados? ¿De dónde obtuvo ella los numerosos principios de salud que
los otros reformadores no adoptaron? Este último punto es especialmente
significativo, ya que los principios que le son únicos tienen un nivel más alto
de exactitud que los demás principios tanto de sus escritos como de uno o más
de los demás reformadores y que no puede ser derivada de ninguna fuente humana
disponible en su tiempo. Esto parece refutar la primera hipótesis, y es
consistente con la segunda hipótesis: la comunicación proveniente de una fuente
sobrenatural. ¿Tiene alguien otra explicación?
Elena White afirma que después
de haber redactado los principios de salud que recibió en 1863 leyó otras
publicaciones de los reformadores y utilizó parte de ese material. Esto puede
explicar que el porcentaje de los principios de salud verificados en su libro
The Ministry of Healing, de 1905, había descendido del 96 a 87 por ciento. Aun
así, los principios no verificados de ese libro podrían discutirse, pero no
incluyen ninguno de los extraños conceptos propuestos por otros reformadores.
Los “porqué” presentan un
cuadro diferente y revelan otro aspecto de la naturaleza de la inspiración. Los
“porqué”, vale decir, las explicaciones que ofrece Elena White, no son más
exactos que los “porqué” de los otros reformadores, lo cual sugiere que
provienen de una fuente de información diferente. Pareciera que Dios nos
comunicó los principios de salud para que tengamos una vida más saludable, pero
nos dejó la tarea de descubrir las explicaciones fisiológicas. De hecho, a
menudo hubiera sido imposible dar explicaciones fisiológicas correctas de
muchos principios de salud en el siglo XIX sin utilizar la terminología médica
y conceptos desconocidos hasta bien avanzado el siglo XX.
Los principios de salud tales
como “beber mucha agua” o “no beber alcohol” son fáciles de comunicar y pueden
ser comprensibles en cualquier época de la historia, aun si no se conocen sus
razones. Nuestra vida y nuestra relación con Dios se beneficiarán si seguimos
los principios de vida que él nos ha comunicado, aun si no entendemos el porqué
de todos ellos.
Los
principios de las relaciones sexuales
Los críticos de Elena White
han aducido que defendía conceptos desequilibrados de las relaciones sexuales
maritales; pero esto parecer estar basado en una lectura superficial de sus
escritos. En sus días era común que los reformadores de salud limitaran el
contacto sexual a quizá una vez al mes. Contrariamente a lo que Ron Numbers
deja entrever, Elena White nunca defendió una restricción tal. En cambio se
refiere a los problemas causados por las “pasiones animales” y por maridos
“peores que los brutos”, y aconseja a las esposas a que desvíen la mente de sus
esposos de las “gratificaciones de las pasiones lujuriosas”. Cabe preguntarse:
¿Condena ella las relaciones sexuales normales de las parejas casadas que se
aman y respetan? ¿O describe la conducta insensible de esposos egoístas y
exigentes, o quizá algún tipo de conducta abusiva? La respuesta es obvia.
Elena White se refiere a la
calidad de las relaciones maritales, no a la frecuencia de las mismas. En
cierta ocasión un hombre trató de conseguir su aprobación para publicar un
folleto en que declaraba que la relación sexual debía limitarse a la
procreación. El único comentario que le hizo Elena White al autor, después de
escuchar su presentación, fue “vaya a su casa y sea un hombre”. Él entendió el
mensaje y nunca publicó el folleto.
Conclusiones
Dios nos permite tomar
decisiones y aceptar las consecuencias de ellas. Esto incluye nuestra actitud
hacia lo que Dios ha comunicado a través de sus mensajeros. Por eso, si alguien
decide cuestionar los mensajes que contiene la Biblia o los escritos de Elena
White, tenemos el derecho de exigir que ese cuestionamiento se base en una
investigación cuidadosa y objetiva. Los críticos de Elena White aquí analizados
han basado sus investigaciones en un diseño inadecuado y una lógica defectuosa,
por lo que tenemos el derecho de dudar de sus conclusiones.
El estudio exhaustivo del
doctor Don McMahon satisface los requisitos de una investigación seria y refuta
la aseveración de que los principios de salud comunicados por Elena White
fueron copiados de otros reformadores. Cuando aplicamos estos principios,
expresamos tácitamente nuestra gratitud al Creador que no sólo se interesa en
nuestra salvación eterna, sino también desea que vivamos vidas más saludables y
felices. Todo esto revela su amor por sus criaturas. La exactitud de los
principios de salud comunicados por Dios a sus profetas puede animarnos a
confiar en sus mensajes respecto de otros temas.
Leonard R. Brand
(Ph.D., Cornell University)
Profesor de biología y paleontología en Loma
Linda University, Loma Linda, California, EE.UU.
[1]Leonard Brand y Don McMahon, The Prophet and Her Critics (Nampa, Idaho: Pacific Press Publ.
Assn., 2005).
[2]Ibíd;
Don S. McMahon, Acquired or Inspired?
Exploring the Origins of the Adventist Lifestyle (Warburton, Australia:
Signs Publishing Co., 2005). Incluye
un disco compacto con todos los datos de la investigación y sus
interpretaciones.
[3]Walter Rea, The White Lie
(Turlock, California: M & R Publications, 1982).
[4]Jonathon Butler, “The World of E. G. White and the End of the World”, Spectrum, 10/2 (1979), 2-13.
[5]Ronald Numbers, Prophetess of
Health: A Study of Ellen G. White (New York: Harper and Row Publishers,
1976).
[6]Elena White, “The Great Controversy”, Introducción (Mountain View, California: Pacific Press Publ. Assn.,
1911).
[7]Butler.
[8]Numbers, 80, 81.
[9]Brand y McMahon, 41.
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