11 jul 2012

Una amiga cristiana discutió conmigo el tema del infierno. Está convencida de su existencia y tiene mucho temor de un castigo de fuego eterno por sus pecados. ¿Qué dice la Biblia al respecto?*


 Ekkehardt Mueller

A lo largo de los siglos, los cristianos han predicado acerca de un infierno ardiente y eterno, y algunos han imaginado descripciones horribles de personas que sufren dolores tremendos sin que misericordiosamente se les otorgue la posibilidad de morir. El resultado fue que algunas personas se aterrorizaron y siguieron a Dios por temor, mientras que otras se apartaron por completo de Él. ¿Qué dice en realidad la Biblia acerca del infierno? 

En primer lugar, la Escritura sí habla del infierno. Pero al interpretar la Biblia, no debemos incluir nuestras propias ideas o sesgo cultural. Tenemos que ver la Escritura en sus propios términos. Cuando Jesús habló del infierno, se refería al castigo para los pecadores impenitentes, un castigo que culminará con el fuego y la destrucción eternas (Juan 3:16; Mateo 7:13, 14; 25:31, 32, 41). Destrucción/fuego eterno es un evento futuro conectado con la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, el “infierno” aún está en el futuro.

En segundo lugar, los traductores de la Biblia han traducido “infierno” a partir de términos que en realidad tienen otros significados.

La palabra hebrea seol y el término griego hades se refieren al lugar de los muertos que están en la tumba. Jacob esperaba descender a José hasta el seol sepulcro (Génesis 37:35). No esperaba que su hijo piadoso estuviera en el infierno y acompañarlo allí. Dios hace descender al seol sepulcro y hace subir de allí (1 Samuel 2:6). Esto no concuerda con la comprensión cristiana del infierno. En el seol sepulcro no hay trabajo, ni planes ni sabiduría (Eclesiastés 9:10). No hay fuego ni tormento. Allí están los justos y los injustos. En el hades hay deterioro. Jesús fue la excepción (Hechos 2:27, 31). El seol y el hades son el lugar de los muertos, pero no el infierno.

En 2 Pedro 2:4 dice “Arrojar al infierno o abismo”(tártaro). Esta es la habitación de los ángeles caídos pero no es el lugar de los muertos o un infierno donde se arroja a la gente después de muerta.

El gehenna es el infierno al que se refirió Cristo. Es el lugar del castigo futuro de los impíos. Se asocia con el fuego (Marcos 9:43). Este fuego se da al fin del tiempo como el juicio divino contra el pecado, los pecadores y Satanás (Mateo 25:41). Hasta entonces, las personas “duermen” en sus tumbas. Apocalipsis 20:9, 10 y 15 habla del lago de fuego donde se consumen los impíos después del milenio. Como el gehenna es asociado con el fuego y está en el futuro, asociado con el juicio, es mejor entender el infierno en el contexto de Apocalipsis 20. A ese infierno se refirió Jesús.

En tercer lugar, ¿dura “por los siglos de los siglos” este infierno futuro? (Apocalipsis 20:10) En la Escritura, el término “para siempre/eternamente/por los siglos de los siglos” posee un significado más amplio. Puede describir (a) algo o alguien sin comienzo ni fin (en conexión con Dios); (b) algo o alguien con comienzo pero sin fin (la vida eterna de los redimidos, véase Juan 5:24; Apocalipsis 21:3, 4); y (c) algo o alguien con comienzo y fin con el sentido de “por algún tiempo” (Éxodo 21:5, 6; Jonás 1:17; 2:6). En conexión con el infierno, “para siempre” debe entenderse según la tercera acepción. ¿Por qué? Aunque los impíos sufren el “infierno” durante un tiempo limitado solamente, los resultados son eternos. El fuego los devora (Apocalipsis 20:9). Esta es la muerte segunda (Apocalipsis 20:14, 15). El fuego que nunca se apaga de Mateo 3:12 no puede extinguirse hasta que su obra sea hecha y todo se consuma (Mateo 13:40-42; Jeremías 17:27).

Por último, la vida eterna está disponible solamente para los que son de Cristo. No es otorgada a los que lo rechazaron. Satanás también será destruido y eliminado por completo en el fuego del infierno (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10).

Así es que la Escritura habla del infierno, pero el infierno es futuro y limitado en el tiempo. Dios no es tirano. Por el contrario, es un Dios de amor y justicia y en su reino ya no habrá muerte, llanto, clamor ni dolor (Apocalipsis 21:3, 4).


Ekkehardt Mueller (Th.D., D.Min., Andrews University)
Fue director asociado del Instituto de Investigaciones Bíblicas de la Asociación General, en Silver Spring, Maryland, EE.UU. 
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*Publicado en la revista Diálogo Universitario 18/3 (2006), 34.

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