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25 mar 2016

Dios, aún con nosotros
Autor: Ángel Manuel Rodríguez - jubilado


¿Significa la ascensión de Cristo que él ya no está con nosotros?

Usaré su pregunta para compartir algunos pensamientos sobre la significación de la ascensión de Cristo. El regreso de Jesús al Padre es un importante capítulo de la historia del conflicto cósmico entre el bien y el mal, y merece mucha más atención que la que suele dársele.

1. La ascensión y la encarnación: En su ascensión, el Hijo de Dios encarnado no abandonó su naturaleza humana. Los discípulos vieron que Jesús fue llevado al cielo (Hech. 1:9-11), y aun allí, sigue siendo «Jesucristo hombre» (1 Tim. 2:5). Al cielo no ascendió una mente incorpórea, totalmente despojada de la materialidad que define la humanidad. Jesús tomó con él su cuerpo humano, porque es un componente inseparable de su naturaleza. En efecto, la resurrección corpórea da testimonio de su ascensión corporal. Su ascensión no significó el fin de su encarnación.

2. La ascensión y la ausencia: Es imposible hablar de la ascensión de Cristo sin afirmar su ausencia. Dejó a sus discípulos, a quienes había dicho: «Poco tiempo me queda para estar con ustedes» (Juan 13:33, NVI). Todo intento de ubicar a Jesús entre nosotros aquí en la Tierra distorsiona la enseñanza bíblica de su ascensión. Esto sucede en particular si pensamos en la enseñanza de la presencia real de Cristo en el pan de la Eucaristía. Jesús ascendió, y nadie puede traerlo a la Tierra. Aun así, Cristo está presente entre nosotros en la persona y obra del Espíritu Santo. Aunque Jesús se estaba yendo, prometió enviar a sus discípulos «otro Ayudador» (Juan 14:16). Llegó inclusive a decirles que aun ausente, vendría a ellos con el poder del Espíritu Santo (vers. 18). La ausencia no significa abandono.

3. La ascensión y la exaltación: La ascensión de Cristo llevó a la exaltación del Hijo de Dios. Fue el momento en que fue «recibido en la gloria» (1 Tim. 3:16, NVI). Dado que esta es la gloria que era suya «antes que el mundo existiera» (Juan 17:5, NVI), la ascensión afirma la preexistencia del Hijo de Dios. El que descendió también ascendió (Juan 3:13; 6:38). El Dios encarnado ahora está sentado a la diestra del Padre (Hech. 2:33) «coronado de gloria y de honra» (Heb. 2:9). Junto con el Padre,  rige desde el trono cósmico de Dios. Posee «toda potestad […] en el cielo y en la tierra» (Mat. 28:18; cf. Fil. 2:9-11). La ascensión proclama la victoria cósmica de Cristo.

4. La ascensión y el espacio: La ascensión implica que la obra de Cristo a favor de la raza humana no terminó. De otra manera, habría establecido su reino en la Tierra después de la resurrección (Hech. 1:6). ¿A dónde fue? Ascendió para ser nuestro Sumo Sacerdote en el Templo celestial (Heb. 6:20; 8:1, 2). La ascensión nos dice que Cristo dejó un espacio/lugar (nuestro mundo) para ir a otro (el Templo celestial), para ministrar a favor de su pueblo. Estos dos lugares están profundamente conectados, porque lo que tiene lugar en el cielo tiene un impacto sobre el pueblo de Dios en la Tierra. No hay desconexión entre lo que sucede en su espacio y lo que sucede en el nuestro. El Señor aún cuida de nuestro planeta.

5. La ascensión y el tiempo: La ascensión de Cristo no lo colocó en un ámbito atemporal desconectado de nosotros. Fue un evento histórico que entrecruzó los ámbitos terrenal y celestial. La entronización de Cristo marcó el momento cuando el Espíritu fue derramado sobre su iglesia (Hech. 2:33). Estos dos eventos diferentes, en lugares diferentes, se produjeron al mismo tiempo. El tiempo profético señala esta conexión temporal. Los eventos en el cielo y la Tierra se producen al momento preciso, como lo indicó la profecía (Gál. 4:4). Por ejemplo, el comienzo de la obra de juicio de Cristo en el Templo celestial está conectado con nuestro tiempo por la profecía de los 2300 días (Dan. 8:14). Lo que Cristo está haciendo ante el Padre está relacionado con la historia de su pueblo. Mientras él intercede por nosotros (Heb. 7:25), estamos aquí en la Tierra cumpliendo la misión de la iglesia (Hech. 1:7, 8). Cuando su ministerio sumo sacerdotal concluya en el cielo, la misión de la iglesia llegará a su fin en la Tierra. Entonces, el Cristo ausente regresará en gloria. Su ascensión anticipa un momento de reunión permanente.

Fecha: octubre de 2015

Fuente: https://adventistbiblicalresearch.org/es/materials/theology-jesus-christ/dios-a%C3%BAn-con-nosotros

8 sept 2014


El presente estudio tiene por objetivo proporcionar una visión general de la enseñanza bíblica sobre el sábado, basada en principios de interpretación que permitan que la propia Biblia exponga lo que tiene que decir sobre el asunto.

25 jun 2014

JESÚS Y LA CREACIÓN
 CoPr. Oscar Mendoza Orbegoso
Iglesia Adventista del Séptimo Día “Miraflores”



Texto clave: “Pero al principio de la creación, varón y mujer los hizo Dios” (Mr 10:6).

Es necesario reconocer dos puntos importantes: (1) el mejor intérprete del Antiguo Testamento es el Señor Jesucristo; Él siempre, en su ministerio terrenal, fundamentó su profesión de fe en las escrituras hebreas; (2) el pensamiento de Cristo sobre nuestros orígenes; su entendimiento debe ser el pensamiento de cada cristiano.

5 jun 2014


The topic “The Law and the Gospel” is an issue which is at the heart of Christianity. While theology and Christology are central Christian teachings, humankind needs to know the gospel, the good news of salvation through Jesus Christ, and the way how to experience salvation. The question how the law relates to salvation is a natural and crucial question. In this paper we will concéntrate especially on this second aspect.

4 jun 2014

Reflejemos su gloria
Ángel Manuel Rodríguez – Jubilado
Ex Director del Biblical Research Institute


Explique por favor la frase «el Hijo es el resplandor de la gloria de Dios» (Heb. 1:3)?*

Es un tanto difícil explicar la frase que usted cita sin tomar en cuenta el contexto. Hebreos 1:1-3 funciona como una introducción a la Epístola, y ofrece una poderosa descripción sobre la función y la naturaleza de Cristo. Él es la revelación más plena de Dios, designado por él como heredero de todo lo creado (vers. 1, 2). Dos declaraciones se refieren a la naturaleza del Hijo («el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es»), y las siguientes dos a su función («sostiene todas las cosas», «después de llevar a cabo la purificación»). Es el exaltado, y se sienta como rey a la diestra del Padre (vers. 3). Me ocuparé de tres de las cuatro declaraciones. 

16 may 2014


El ponente trata sobre los títulos reales que recibe el Señor Jesucristo, entre ellos: "Hijo de Dios", "Hijo del Hombre", "Rey y Mesías". El propósito es mostrar la divinidad y poder del Señor Jesucristo.


10 ago 2013



¿Por qué Cristo nos envió a predicar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? ¿Por qué los apóstoles comenzaron bautizando únicamente en el nombre del Señor Jesucristo? Todas estas preguntas serán respondidas en este artículo.


26 abr 2013

Rechazando al más esperado: Un análisis de Mateo 13:53-58
CoPr. Oscar Mendoza Orbegoso
Iglesia Adventista del Séptimo Día "Miraflores"
Asociación Peruana Central




Introducción

Cristo nació en un establo en Belén Efrata (Mt 2:5) y creció en Nazaret (Mt 2:22, 23). En su juventud, ejerció el oficio de carpintería. Su madre, una mujer y madre ejemplar, se llamaba María (Lc 2:4-7). Tuvo también hermanos y hermanas que se relacionaban con él (Mr 6:3).
Aparentemente, Cristo era un ser humano común; pero, nunca lo fue. Su nacimiento fue sobrenatural, por obra y gracia del Espíritu Santo (Mt 1:20, 21). Su vida, más que un plan establecido por él, era el cumplimiento de las profecías veterotestamentarias. Su misión, más que engrandecerse en esta tierra y ser un gran carpintero, fue la de salvar al que se había perdido: el hombre (Lc 19:10; Jn 12:47). En otras palabras, él no era un ser humano cualquiera, él era el Verbo hecho carne (Jn 1:1, 14), el Mesías.
¿Pero cómo saber que él era el Mesías? Precisamente sus actos, su mensaje y su vida responderían esta pregunta. Y así sucedió. Varios comprendieron el cumplimiento profético acerca del Mesías y su misión, en la persona de Jesucristo. No obstante, no todos creyeron. Había pueblos, aldeas y localidades que lo rechazaron. Y una de ellas fue Nazaret, donde se había criado.
Entonces, ante tal rechazo, surgen algunas interrogantes ¿Por qué los vecinos de Jesús lo rechazaron como Mesías? En este artículo, se estudiará el motivo del rechazo a Jesús por parte de Nazaret. Para ello, se analizará Mateo 13:53-57, desde un enfoque gramatical- histórico.

Galilea: Contexto político, social y religioso

En sus inicios, Galilea fue poblada por los cananeos. Sin embargo, al pasar el tiempo, los cananeos llegaron a ser invadidos por los israelitas, por lo cual, cananeos e israelitas se mezclaron, siendo así una población mixta. Después, Galilea fue conquistada por Tiglat-Pileser III (2 R 15:29; 732 AC), transformándose en provincia asiria de Meguido, llegando a ser una región mayormente gentil, llamada  por algunos “Galilea de los gentiles” (Is 9:1; cf. Mt 4:15). Durante el período de los macabeos, habitaban allí pocos judíos (posteriormente fueron trasladados a Judea por Judas Macabeo, véase 1 Mc 5:23; 164 AC),[1] y la influencia gentil llegó a ser tan fuerte que más tarde Galilea se separó de Palestina durante medio siglo. Tal vez perteneció, en esta época, a la zona gobernada por Fenicia.
Posteriormente, Galilea fue colonizada por los judíos, produciendo desestima por parte de los judíos hacia los galileos. Después de unirse al reino de Judea, en tiempos de Herodes, Galilea atrajo a tantos judíos que pronto llegó a ser completamente judía. Por tal motivo es que Cristo toma a Galilea como el escenario principal de su ministerio. Recuérdese que él se había criado allí, y que también la mayoría de los apóstoles procedían del mismo lugar.
En el ámbito religioso, muchos cultos populares originados en las culturas alrededor del Mediterráneo se propagaban en esta región gentilizada de Israel. Ciertos restos arqueológicos demuestran la presencia de estos cultos en Samaria, Fenicia, Siria y las grandes ciudades de Galilea, especialmente en Tiberias.[2] Sin embargo, a pesar de este sincretismo religioso y de la helenización que imperaba en Galilea, mantenía con Judea unos rasgos esencialmente judíos. Con relación a la influencia helena hacia Jesucristo no había ningún problema, puesto que Galilea, al tener un poblado numeroso de judíos y rasgos parecidos a Judea, caracterizaba a Cristo, más que ser un galileo, como un judío de Galilea.[3]
Nazaret, en el tiempo de Jesús, era una pequeña aldea con una población de entre 1 600 y 2 000 habitantes. En lo laboral, la demanda de carpinteros era grande.[4]

Antes del rechazo

Después de conocer en qué región creció Jesús, se dedicará a estudiar los antecedentes que suscitaron aquel rechazo en Galilea (Mt 13:53-58). Para esto, se estudiará el contexto de dicho relato.
La historia de Jesús, según el orden que el evangelista Mateo presenta, no es tan clara. Este no está en un orden cronológico sino temático, y esto genera un poco de problemas. Sin embargo, la mayoría de estudios, como el de Ulrich, presenta un modelo para estructurar este evangelio, se llama: el Modelo de cinco libros, que vienen a ser los cinco discursos de Jesús (Mt 5-7; 10; 13:1-53; 18; 23-25).[5]
Según este modelo, la perícopa en estudio está en el tercer discurso de Jesús: las siete parábolas del reino. Este discurso, por cuanto a la fecha, más o menos se desarrolló en el año 31 DC, el tercer año de ministerio de Cristo en Galilea.
Paul N. Benware[6] ubica la perícopa de forma eventual:[7]

1.    La presentación de Jesús, el Rey (1:1-4:11)
2.    Las enseñanzas del Rey (4:12-7:29)
3.    El poder de Jesús el Rey (8:1-11:1)
4.    La oposición al Rey Jesús (11:2-16:12)
a.    El rechazo del Rey (11:2-12:50)
b.    Las parábolas del reino (13:1-52)
c.    Rechazo adicional del Rey (13:53-16:12).[8]

De acuerdo a este bosquejo, ahora se estudiará el contexto que compete mediato: la oposición al Rey Jesús (11:2-16:12).

Primero. En 11:3 registra la duda de Juan el Bautista sobre el mesianismo de Cristo.
Segundo. En 11:20-24 revela la desconfianza de los galileos al mensaje mesiánico. Ante esto, Cristo los exhorta emitiendo los ayees.
Tercero. En 11:25 en adelante, registra los ayees declarados por Cristo, quien analiza la realidad de Galilea. Por este motivo, Él los comprende y les hace una nueva invitación (11:28).
Cuarto. En Jesús explica y hace entender las implicancias del reino mesiánico en relación al sábado: se pide misericordia y servicio, que puro formalismo (12:1-13).
Quinto. A pesar de las enseñanzas y milagros de Jesús, aun el pueblo no cree. Piensan que él es el representante de Belcebú, y para que cambien su manera de pensar, exigen una señal (12:22-37). Esto, por supuesto, era un pretexto.
Sexto. Antes de enseñar las parábolas, por la incredulidad del pueblo, Jesús hace un paréntesis muy interesante. “Los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo, los tales son mis hermanos”- afirma (12:46-50). En otras palabras, los que creen en su mesianismo y aceptan el Reino de los cielos, están haciendo la voluntad de su Padre. Después de mencionar estas palabras, inicia con las parábolas.
Séptimo. En 13:1-52, Cristo enseña parábolas sobre el reino de los cielos.[9]
Octavo. Mateo utiliza la frase “ho ejon ota akouéto tres veces (11:15; 13:9,43), especialmente en el contexto cercano de la perícopa en estudio (11:2-13:58). Las tres guardan relación con las enseñanzas de Jesús sobre el reino. En este aspecto, el Señor les previene para que luego no tengan excusa ante el juicio.

Ahora se enfocará en la perícopa

vv. 53, 54: “Y sucedió  que cuando Jesús terminó estas parábolas, se retiró de allí. Y viniendo a su tierra, les enseñaba en la sinagoga […]”.[10]

Cristo termina de enseñar las parábolas sobre el reino de los cielos y se retira de allí. ¿A dónde va? A su tierra Nazaret.
Llega a Nazaret y va de frente a la sinagoga. Mateo no registra el día, pero Marcos sí (Mr 6:1, 2). Era día sábado. Un día preciso para predicar e invitar a las personas al reino de los cielos.

El rechazo en Nazaret

Sucedió todo lo contrario. Ante la enseñanza por parte de Jesús, se dio una reacción no grata por parte de ellos. En Mateo 13:54-58 se registra lo siguiente:

[…] así que (ellos) se asombraban y hablaban ¿De dónde tuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿Y no todas las hermanas de él  están con nosotros? Por lo tanto ¿De dónde sacó (este) todas éstas cosas? Y se escandalizaban de él, pero Jesús les dijo: no es profeta deshonrado sino en su tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros por la incredulidad de ellos.[11]

Antes de analizar estos textos, es necesario recurrir al evangelista Marcos. Marcos, en 6:1-6,[12] registra la misma escena que Mateo. Ambos narraron el rechazo hacia Jesús por parte de Nazaret. Sin embargo, recuérdese que el evangelio de Marcos, probablemente, se escribió primero.
Por ejemplo, en el primer versículo (v. 53), Mateo registra que Jesús partió solo de Capernaún. Por otro lado, Marcos agrega que Jesús salió con sus discípulos (v. 1). Mateo no registra el día, pero Marcos afirma que los sucesos ocurridos fueron en sábado (v. 2). Marcos enfatiza más la frase “este hombre” (v. 2) como si fuera “una clase de hombre”, de manera despectiva. Marcos es enfático en los preconceptos y el trato de cada nazareno.
Para Marcos, Jesús es carpintero (v. 3); para Mateo, él es el hijo del carpintero. Esto permite concluir que Jesús estuvo laborando como carpintero desde su niñez hasta la adultez; quizá por eso Cristo era muy conocido por todos sus vecinos.
Por cuanto a los milagros realizados, Marcos es más puntual al decir “sanar algunos enfermos” (v. 5), puesto que Mateo solo menciona “no hizo muchos milagros” (v. 58).
Por último, Marcos registra algo importante: el asombro de Jesús ante la incredulidad de sus vecinos. A pesar de todo el mensaje y los milagros que vieron y escucharon, aun no creían.
Ahora, se estructurará los versículos 53 al 58:

A. El Maestro terminó de enseñar (v. 53)
   B. El Maestro vuelve a enseñar (v. 54)
      C. Sorpresa y duda contra el Maestro (vv. 54-56)
         D. Escándalo y deshonra contra el Maestro (v. 57)
     E. Resultado de la incredulidad al Maestro: pocos milagros (v. 58).

Es interesante que, al analizar las cinco preguntas que hacen los de Nazaret, encontrar una estructura quiástica que ayudará comprender mejor la perícopa en estudio:

A: “así que (ellos) se asombraban”
             B: “¿De dónde tuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos?”
    ¿No es éste el hijo del carpintero?
                  X: ¿Su madre no se llama María y sus hermanos […]?
    ¿Y no todas las hermanas de él  están con nosotros?
             B’: “¿De dónde sacó (este) todas éstas cosas?”
A’: “Y se escandalizaban”

Al ver la estructura, el aspecto familiar, de procedencia, para aceptar o no a Jesús como Mesías, es importante. En A, los pobladores se asombraron por la sabiduría obtenida; mientras que en A’, ellos, también, se escandalizaron. Ambos términos denotan discordancia y desagrado contra Jesús.
En primer lugar, asombrar viene del término griego "eskandalizo", que significa maravillar. En los cuatro evangelios y Hechos (Mt 7:28; 13:54; 19:25; 22:33; Mr 1:22; 6:2; 7:37; 10:26; 11:18; Lc 2:48; 4:32; 9:43 Hch 13:12), en sus distintos usos (tiempo, caso, persona, etc.), tiene dos aplicaciones: 1) En el sentido de ver algo fuera de lo común. El objetivo es alegrarse, agradecer por algo “sorprendente”, pero creíble. 2) En el sentido despectivo, insensible, indiferente. El objetivo es ser escéptico y despreciativo a la vez. En este caso, según el contexto, se usaría la segunda aplicación. Increíblemente, los de Nazaret se asombraron de la inteligencia de Jesús, no para felicitarlo, sino con el solo hecho de ser despectivos con él. En segundo lugar, la palabra escandalizar viene del término griego "eskandalizo", que significa desconcertar, dar motivo de ofensa, ofender,[13] poner un lazo o trampa en el camino (Mt 5:29,30; 11:6; 13:21,57; 15:12; 17:27; 18:6, 8, 9; 24:10; 26:31, 33[2x]; Mr 4:17; 6:3; 9:42, 43, 45, 47; 14:27, 29; Lc 7:23; 17:2; Jn 6:61; 16:1; 1 Co 8:13 [2x]; 2 Co 11:29).[14]
Como sustantivo, designa el escándalo como ocasión de pecado; incitación a la apostasía y a la incredulidad (Mt 18:7; Ap 2:14; Ro 14:13; 16:17); aquello que escandaliza, algo que choca o indigna, provoca protesta, que constituye un impedimento para la fe (1 Jn 2:10; 1 Co 1:23; Gá 5:11; Mt 13:41).[15]
Como verbo, en voz activa, significa: inducir al pecado, dar escándalo (Mt 5:29s; 18:6; 1 Co 8:13); en pasiva: escandalizarse, caer, ser inducido o seducido (Mt 13:21; 24:10; Jn 16:1; 2 Co 11:29); escandalizarse en Jesús (Mt 11:6; 13:57; 26:31, 33). Por último, irritar, encolerizar; desconcertar, suscitar oposición (Mt 17:27; Jn 6:61; Mt 15:12).[16]
Por lo tanto, A y A’ enfatizan el desacuerdo contra Jesús. Los de Nazaret se maravillaron y escandalizaron. Quedaron desconcertados y ofendieron al Maestro. A pesar de sus milagros, no creyeron en él. Se indignaron y protestaron contra él. Y no solo eso, se opusieron a su enseñanza. Despreciaron el mensaje y al mensajero.
¿Pero, por qué se maravillaron? Por su sabiduría y poder. Sígase con la estructura quiástica. En B se pregunta de dónde Cristo obtuvo su sabiduría y su poder, y en B’ generaliza y expresa el término cosas, refiriéndose a sabiduría y poder.
El término poder proviene de la palabra griega "dynamei", que viene de la raíz duna, que significa capacidad, fuerza, poder (Mt 14:2; 22:29; Hch 1:8; Ro 1:4; Col 1:11; 2 Ti 3:5; Heb 7:16; 2 P 1:3), habilidad, competencia (Mt 25:15; 2 Co 1:8; 1 Co 14:11). Especialmente actos o hechos de poder, milagros (Mt 11:20; Mr 6:5; 2 Co 12:12; Heb 2:4).
En los sinópticos y en Hechos, dynamei connota el poder o acto divino, los poderes celestiales o angelicales (Hch 8:10; Ro 8:38; 1 Co 15:24),[17] el poder de hacer milagros y curaciones,[18] y el poder del mal en contra del poder de Dios (Lc 10:19; 1 Co 15:56; 2 Ts 2:9; Ap 13:2).[19]
En el caso de Jesús, él recibió poder del Espíritu Santo, y este don le confirió la autoridad de expulsar demonios y curar enfermos. Sus milagros son designados como dunamei, esto es, como obras poderosas, ya que con ellas  empieza hacerse operante en la tierra la fuerza del reino de Dios y se emprende la lucha contra el demonio en el campo de la vida humana.[20] Estas obras difieren en tres puntos con las obras que se realizaba en esos tiempos: a) no hay conexión con la magia, b) son realizadas por la palabra y c) se necesita fe para obtenerlo.[21] En el caso de Jesús, había momentos que él hacía milagros teniendo fe en su Padre, afirmando que no podía hacer nada sin él; con todo, muchos de sus milagros revelaban su poder divino.
Entonces, en B y B’ se hace énfasis sobre los atributos de Jesús. Él tenía poder y sabiduría. A través de dicha sabiduría, les estaba manifestando que él era el Mesías que tanto habían esperado. Suponiendo no le crean, por las palabras y enseñanzas expresadas, él manifestaría, y así lo hizo, su poder divino con el fin de que prueben su mesianismo. Serían sus milagros, también, los que revelarían que él era el Cristo que tanto hablaron los profetas. Como declara Betz: “Los milagros de Jesús sirven como prueba  dada por Dios para mostrar que Jesús es el Mesías, el ungido con el Espíritu de Dios”.[22] A través de dichos poderes milagrosos, hasta la persona más desconfiada creería.
Lo paradójico, sin embargo, es que no le creyeron. Y es en la letra X, siguiendo el quiasmo, que se encuentra la respuesta al porqué del rechazo a Cristo. La pregunta, “¿De dónde?”, Expresadas en B y B’, son esenciales. ¿De dónde consiguió estos poderes y esta sabiduría, si su papá es José el carpintero? Él, también, es carpintero ¿De dónde sacó todo lo que hemos visto y oído? Además ¿Su mamá no es María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están sus hermanas con nosotros? Con estos antecedentes ¿Puede decir que él es el Mesías? ¿Podemos creer en lo que nos dice?[23]
Tales preguntas pasaron por las mentes de los vecinos de Jesús y mostraron el desagrado hacia los padres de Cristo. Esto, para ellos, reflejaba la única realidad y autoridad que representaba a Jesús y su mensaje.[24]
Pero, una vez más ¿Por qué era tan importante para los de Nazaret la procedencia y la familia como base para creer si en verdad Cristo era o no era el Mesías? Por una razón, ellos pensaron que el Mesías iba a ser un gran rey que los iba a librar de Roma. Ellos, al mal interpretar y tergiversar las Escrituras, no estaban esperando a un Mesías humilde y sufriente, siervo de los demás (Is 53), sino que esperaban a un Mesías rey, que libere y gobierne Judea y, al final, al mundo entero. Según Gancho, “habían adquirido en la mentalidad judía, oscurecidos por prejuicios de raza y de religión, un carácter totalmente erróneo, al pueblo judío, víctima de la opresión extranjera, el ansia de días mejores y de desquite, le hizo ver tan solo, en las grandiosas imágenes usadas por los profetas, una restauración nacional y temporal de Israel”.[25]
No solo los judíos esperaban un Mesías rey, Horn registra: “Había en todo el mundo gentil gran expectativa por un salvador, cuando Augusto subió al trono (27 AC) y siglos de lucha dieron lugar a una paz casi universal, los sentimientos populares aplicaron leyendas y profecías mesiánicas a él”.[26] El historiador romano Suetonio escribió: “se había difundido por todo el Oriente una antigua y firme creencia de que la suerte quería que en ese tiempo hombre salidos de Judea gobernaran al mundo. A esta predicción, referida al emperador de Roma, como surgía de los acontecimientos, la gente de Judea la tomó para sí misma”.[27]
Por este motivo, ver a Jesús como carpintero, ser hijo de José y María, y tener aquellos hermanos, causaba un enfrentamiento entre la persona de Jesús y los preconceptos y creencias que ellos tenían acerca del Mesías profetizado.
¿Jesús, sin embargo, no les había demostrado con sus milagros y palabras que él era el Mesías? ¿Todo esto no era más que suficiente para demostrar su autoridad? ¿No pesaba más sus palabras y milagros palpables, que ser hijo de María y de José el carpintero? Al parecer, para ellos no. Más pesaba sus preconceptos, que el cumplimiento de las profecías, sabiduría y poder de Jesús.
Paradójicamente, Cristo, el más esperado, fue rechazado, y ¡por su propio pueblo! Esto, por la incredulidad de ellos, produjo que Cristo no realizara muchos milagros.

Conclusión

[1] El deseo de Cristo, al ir a Nazaret, fue presentarse como Mesías e invitar a sus vecinos al reino de los cielos.
[2] Para que ellos crean, Él utilizó sus poderes y manifestó su sabiduría, con el fin de demostrar que él es el Mesías, el Deseado del pueblo de Israel.
[3] La mala interpretación y comprensión de las profecías mesiánicas, como también fiarse en las creencias populares del mundo oriental de aquellos días, provocaron en los pobladores de Nazaret prejuicios que, sin darse cuenta, terminaron rechazando al mismo Mesías. Principalmente, por los preconceptos acerca de la procedencia del Mesías, para ellos les era imposible reconocer que su salvador sea el hijo del carpintero.
[4] Por la incredulidad en el Reino Mesiánico de Jesucristo, el Señor no hizo muchos milagros. Aquellas personas, que no aceptaron a Jesucristo como Mesías, no recibieron las bendiciones que otorga al estar en del reino de los cielos.
[5] La invitación continúa para cada creyente: venid al Reino de los cielos y serán bendecidos.


Publicado en la revista bíblica– teológica Berit Olam 5, no. 1-2 (2008): 85-93.





[1]Siegfried H. Horn, Diccionario bíblico adventista (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), 478.
[2]Wilton M. Nelson, Nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (Nashville, TN: Caribe, 2000), 435.
[3]Jonathan L. Reed, El Jesús de Galilea: Aportaciones desde la arqueología (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2006), 90, 271-3.
[4]Capernaún, una de las ciudades de Galilea, fue una pequeña aldea de pescadores con no más de 1 000  personas, que posteriormente el número aumentó de 12 000 a 15 000 habitantes. Esto hace suponer que las localidades y ciudades no eran tan grandes. Por otra parte, el carpintero era aquella persona que fabricaba objetos de madera o de piedra, como casas o herramientas. A pesar que este trabajo tenía bastante demanda, era tan solo un trabajo manual, más no una profesión (véase Craig Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento [TX: Mundo Hispano, 1993], 79; Reed, 90; Ulrich Luz, El evangelio según Mateo: Mt 8-17 [Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001], 2:508).
[5]Ulrich Luz, El evangelio según San Mateo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1993), 1:33-5.
[6]Comentario bíblico Portavoz: Panorama del nuevo testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 1993), 79, 80.
[7]Solo se estudiará hasta el capítulo 16.
[8]Mateo enfatiza bastante el “reino de los cielos”. Como declara Everett F. Harrison, la enseñanza respecto al reino “es dominante en todo este evangelio”  (Introducción del Nuevo Testamento [Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1999], 164).
[9]Son siete las parábolas que enseña a la gente, y estas guardan relación con el reino de los cielos: [1] El sembrador: “Cuando alguno oye la palabra del reino” (vv. 18, 19); [2] Trigo y cizaña: “El reino de los cielos es semejante a…” (v. 24); [3] Grano de mostaza: “El reino de los cielos es semejante al…” (v. 31); [4] La levadura: “El reino de los cielos es semejante a…” (v. 33); [5] El tesoro escondido: “Además, el reino de los cielos es semejante a…” (v. 44); [6] La perla: “También el reino de los cielos es semejante a…” (v. 45) y [7] La red: “Asimismo el reino de los cielos es semejante a…” (v. 47). En las seis últimas parábolas se utiliza la frase “ho basileía ton oujranon seis veces, y en la primera se utiliza “ton basileíauna vez, enfatizando así el tema principal del capítulo: el reino de los cielos.
[10]Traducción personal. Las palabras en cursiva es para énfasis.
[11]Ibíd.
[12]Véase, también, Lucas 4:16-30, donde el autor, probablemente, se basa a Marcos e incorpora nueva información.
[13]Ortiz, 234.
[14]W. E. Vine, “escandalizar”, Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville, TN: Caribe, 2000), 125.
[15]Ortiz, 235; Guhrt, 2:98.
[16]Ibíd.
[17]Véase O. Betz, “dunamei”, Diccionario teológico del Nuevo Testamento, eds. Mario Sala y Araceli Herrera (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1984), 3:386. En adelante DTNT. W. Grundmann, “dunamei”, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento, ed. Gerhard Kittel, et. al (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 187. En adelante CDTNT.
[18]Betz, “dunamei”, DTNT, 3:387; Eugene E. Carpenter y Philip  W. Comfort, “Milagro”, Glosario Holman de temas bíblicos (Nashville, TN: Broadman&Holman, 2003), 330.
[19]Pedro Ortiz, “dunamei”, Concordancia manual y diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento (Madrid: Sociedad Bíblica, 2000), 256. En adelante CMDGENT.
[20]Betz, 3:387.
[21]Grundmann, 189.
[22]Betz, 3:387.
[23]La pregunta de manera clara y específica, que resumiría las cinco registradas en Mateo, se registra en Juan 6:42; 7:15: “Siendo sus padres María, José y teniendo hermanos ¿Cómo dice que ha venido del cielo?(la cursiva es para énfasis).
[24]Donald A. Hagner, Matthew 1-13, en Word Biblical Commentary, eds. David A. Hubbard, et al (Dallas, TX: Word Books, Publisher, 1993), 33A:405.
[25]C. Gancho, Enciclopedia de la Biblia, ed. Pablo Termes Ros (Barcelona: Ediciones Garriga, 1969), 5:84.
[26]Horn, 633, 4.
[27]Ibíd.



1 abr 2013


Segunda parte de una serie de tres artículos, donde el Dr. Fernando Canale trata la relación entre "Estilo de vida" y "Salvación" desde las perspectivas del Señor Jesucristo y del apóstol Pablo.



Las Escrituras tratan acerca de las cuestiones más importantes que los humanos formulan: ¿Qué somos? ¿De donde venimos? ¿A donde iremos? ¿Por qué estamos aquí? Aunque el Nuevo Testamento (NT) habla sobre las buenas noticias de la salvación y señala a un futuro maravilloso para los que elijan seguir a Cristo, también hace referencia a la creación.

La divinidad de Cristo según la Biblia
Gerhard Pfandl
Director Asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General



La evidencia bíblica demuestra en forma contundente que Cristo es plenamente Dios.

Un elemento sumamente importante de la doctrina de la Trinidad es la divinidad de Cristo. De acuerdo con la enseñanza de que hay un Dios en tres Personas, y que cada una de ellas es plenamente divina, es importante que verifiquemos lo que las Escrituras enseñan acerca de la divinidad de Cristo. Hay pasajes en el Nuevo Testamento que confirman su plena divinidad.

Cristo es Dios

Juan 1:1-3, 14. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. La frase “en el principio” nos lleva al comienzo del tiempo. Si el Verbo estaba “en el principio”, entonces no tuvo principio; esta es una manera de decir que es eterno.
La expresión “el Verbo era con Dios” nos dice que el Verbo es una persona diferente, separada. El Verbo no estaba “en” Dios, sino “con” Dios.
“Y el Verbo era Dios”. El Verbo no era una emanación de Dios, sino Dios mismo. El versículo 14 identifica claramente quién es el Verbo: nuestro Señor Jesucristo.
Juan 20:28. “Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” Ni Cristo ni Juan desaprobaron la declaración de Tomás cuando llamó a Cristo “Dios mío”; al contrario, este episodio constituye un punto culminante en el relato del evangelista, que inmediatamente después comunica a sus lectores: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (vers. 30, 31). Este evangelio –dice Juan– fue escrito a fin de convencer a otras personas para que imiten a Tomás en el reconocimiento de Cristo como “Señor mío y Dios mío”.
Filipenses 2:5-7. Este pasaje se escribió para ilustrar la humildad de Cristo, pero es uno de los textos que apoyan su divinidad. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma (morphé) de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Sino que se despojó (se anonadó) a sí mismo, tomando forma (morphé) de siervo, hecho semejante a los hombres”.
MORPHÉ, que significa “forma” o “apariencia visible”, es una palabra que describe la naturaleza genuina, la esencia de una cosa. “No se refiere a una forma mutable, sino a una forma específica de la cual depende la identidad y la condición de algo”.[1] Morphé contrasta con SJEMATI (Fil. 2:8), que también significa forma, pero en el sentido de apariencia superficial y no de esencia.
El texto deja muy en claro que Jesús no codició el hecho de ser “igual a Dios”; no intentó aferrarse de la igualdad a Dios que poseía por derecho propio. En otras palabras, no intentó retener por la fuerza su igualdad con Dios. Al contrario, “lo consideró una oportunidad para renunciar a toda ventaja o privilegio derivados de ese hecho; y como una ocasión para empobrecerse y sacrificarse a sí mismo sin reserva alguna”.[2] Ese es el significado de la expresión “se despojó a sí mismo”. Su igualdad con Dios era algo que le correspondía por derecho propio; y alguien igual a Dios debe sin duda ser Dios. Por eso, según este pasaje, Jesús era divino en el más pleno sentido de la palabra.
Colosenses 2:9. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. En Colosenses 1:19 y 2:9, Pablo usa la palabra “plenitud” con el fin de describir la suma total de cada función de la Deidad.
Esa plenitud moraba corporalmente en Cristo incluso durante su encarnación. Retuvo todos los atributos esenciales de la Divinidad, aunque no los empleó en beneficio propio.
Tito 2:13. Pablo describió a los creyentes como personas que aguardaban “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Notemos que: 1) el pronombre queoel 2:32, donde otra vez la palabra “Señor” es la traducción del hebreo Yahweh.
Estos y otros pasajes (Juan 19:37, comparado con Zac. 12:1, 10; Heb. 1:10-12, comparado con Sal. 102:25-27) indican que, al menos en varias ocasiones, el nombre Yahweh se aplica a Cristo.

Jesús era consciente de su divinidad

Cristo nunca afirmó directamente su divinidad, pero declaró que era el Hijo de Dios (Mat. 24:36; Luc. 10:22; Juan 11:4). Y, de acuerdo con la idea hebrea acerca de la filiación, todo lo que es el padre también lo es el hijo. Cuando Jesús afirmó que era Hijo de Dios, los judíos entendieron perfectamente que decía que era igual al Padre: “Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18; ver también Juan 10:33).
Muchas veces Cristo dijo ser suyo lo que pertenece a Dios. “Se refirió a los ángeles de Dios (Luc. 12:8, 9; 15:10) como si fueran suyos (Mat. 13:41). Dijo que el Reino y los elegidos de Dios (Mar. 12:28; 19:14, 24; 21:31, 34; Mat. 13:20) eran de su propiedad”.[3] En Lucas 5:20, Jesús perdonó los pecados del paralítico; y los judíos, al recordar Isaías 43:25, cuestionaron: “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Al perdonar pecados, Jesús se estaba identificando como Dios.
La divinidad de Cristo también aparece en la forma en que conjugó el presente del verbo “ser” cuando les respondió a los judíos: “Antes que Abrahán fuese (genesthai), yo soy (ego eimi)” (Juan 8:58). Al usar las palabras genesthai, “que viniera a la existencia”, y ego eimi, “Yo Soy”, Jesús estaba contrastando su existencia eterna con el comienzo históric se encuentra delante de “Dios” y “Salvador” une esos dos sustantivos, de modo que ambos designan al mismo objeto. Por eso, Jesucristo es “nuestro gran Dios y Salvador”. 2) el contexto del versículo 14 se refiere sólo a Cristo. 3) Esa interpretación está en armonía con otros pasajes como Juan 20:28; Romanos 9:5; Hebreos 1:8 y 2 Pedro 1:1, de modo que este texto es una afirmación más de la divinidad de Cristo.

Cristo es Yahweh
           
Mateo 3:3. “Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor”. De acuerdo con el versículo 1, este texto de Isaías se refiere a Juan el Bautista, que era el precursor del Mesías. En Isaías 40:3, la palabra traducida como “Señor” es Yahweh. De manera que el camino que Juan debía preparar no era para otro sino para el mismo Jehová.
Romanos 10:13. “Porque todo aquél que invocare el nombre del Señor, será salvo”. El contexto (vers. 6-12) deja en claro que, al decir “Señor”, Pablo se está refiriendo a Cristo. El texto pertenece a una cita de Jo de la existencia de Abrahám. Por lo menos, así lo interpretaron los judíos: ellos entendieron que Jesús estaba afirmando que era Yahweh, el “Yo Soy” de la zarza ardiente (Éxo. 3:14). Por eso, tomaron piedras para lapidarlo (Juan 8:59).

Finalmente, el hecho de que Jesús haya aceptado que se lo adorara pone en evidencia que él mismo reconocía su deidad. Después de que se les apareció a los discípulos andando sobre las aguas, “vinieron y le adoraron” (Mat. 14:33). El ciego que recuperó la vista después de lavarse en el estanque de Siloé, “lo adoró” (Juan 9:38). Después de la resurrección, los discípulos fueron a Galilea, donde se les apareció, y “lo adoraron” (Mat. 28:17).




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          [1]W. Poehlmann, Exegetical Dictionay of the New Testament [Diccionario exegético del Nuevo Testamento] (Eerdmans, 1981), t. 1, p. 443.
            [2]F. F. Bruce, Philippians [Filipenses] (Hendrickson, 1989), p. 69.
            [3]Millard J. Erickson, Christian Theology [Teología Cristiana] (Baker, 1983), p. 326.