¡El Señor es maravilloso!: En
busca de la Teología adventista
Gerald
Klingbeil, director asociado de Adventist World, conversó con Ángel Manuel
Rodríguez –quien hace poco se jubiló después de trabajar en el Instituto de
Investigaciones Bíblicas (BRI) de la Asociación General– y que es conocido por
los lectores de Adventist World como autor de la columna «Preguntas bíblicas».
Rodríguez habla de las Escrituras y del papel de la teología en la vida de la
iglesia.
¡El
Señor es maravilloso! Él sabe dónde nos quiere, y poco a poco nos va moldeando.
Esto es algo que también me impresiona de mis colegas [del BRI]. Me gusta escuchar
sus historias de peregrinaje con el Señor. Puedo ver cómo él los fue moldeando,
preparando para lo que hacen ahora. Y cuando miro hacia atrás digo: «Dios
realmente me estaba guiando y preparando para lo que él quería que hiciera».
Durante sus casi veinte años de
servicio en la sede central de la Iglesia Adventista, usted ha presenciado
muchos cambios. Millones se han unido a la iglesia y esta se ha vuelto más
internacional. Creo que hoy día, hay cada vez más miembros que hablan español y
portugués, que inglés, francés o cualquier otro idioma. ¿Tiene esto algún significado
para la teología adventista?
Por
supuesto que sí. La teología adventista se ha vuelto más internacional. Antes
de esta explosión de crecimiento, estaba influida principalmente por teólogos
occidentales de Norteamérica, Europa y Australia. Pero entonces se produjo la
explosión de miembros, y ahora muchos de los teólogos adventistas viven fuera
del mundo occidental. Esto trajo consigo bendiciones maravillosas, pero al
mismo tiempo tremendos desafíos. Una de las cosas que decidimos hacer fue dar
pasos que nos ayudaran a evitar la fragmentación entre ese gran número de
teólogos.
¿Puede mencionar algunas de
esas medidas?
Una
de las primeras cosas que pensamos tuvo que ver con la Comisión del Instituto
de Investigaciones Bíblicas (BRICOM). Esta comisión se reúne dos veces al año
para planificar proyectos relacionados con temas teológicos y doctrinales que
requieren mayor estudio y la producción de materiales. Los miembros de BRICOM
eran mayormente de Norteamérica porque allí era donde vivía la mayoría de los teólogos
adventistas. Pero gracias al crecimiento, una de las primeras cosas que hicimos
fue incorporar teólogos no occidentales. Tenemos una iglesia mundial, y no
podemos hacer teología aislados de ella. Muchos de estos teólogos son personas
relativamente jóvenes. Ese es otro beneficio secundario, porque pueden dar
muchos años más de servicio a la iglesia. Al trabajar juntos para investigar
temas bíblicos, teológicos y doctrinales que afectan la unidad de la iglesia en
el mundo, se vuelven por así decirlo, extensiones en sus regiones, para
cultivar la unidad teológica.
Lo
segundo que decidimos fue capacitarlos, diciéndoles: «Confiamos en ustedes y en
los aportes teológicos que pueden hacer. Trabajemos juntos y hagamos grandes
cosas para la iglesia». Animamos entonces a las Divisiones para que
establecieran Comisiones de Investigación Bíblica (BRC) –no institutos sino
comisiones– en sus propios territorios, para trabajar con temas teológicos
relevantes a esas Divisiones. Muchas lo han hecho, y esas comisiones ya están
trabajando. Hay una comunicación constante entre el BRI y esas comisiones.
Cuando sesionan, uno de nosotros también asiste.
Cuando enfrentamos tensiones
teológicas en nuestras iglesias o Uniones, escucho a la gente que dice: «¿Para qué
necesitamos tanta teología? ¿Por qué invertir tanto en reunir a estos teólogos?
¿No deberíamos enfocarnos en la misión y el evangelismo?» ¿Qué le diría usted a
esas personas?
Necesitamos
enfocarnos en el evangelismo y la misión de la iglesia. Esto no es negociable:
es la comisión evangélica. La pregunta es: ¿Cuál es el papel de la reflexión
teológica en esa misión? Tiene que quedar claro que la reflexión teológica es
parte de la misión de la iglesia. No es un agregado. No es algo que la iglesia lleva
a cabo cuando se produce un problema, sino que el estudio bíblico y el
pensamiento teológico es tan importante para la iglesia como salir y hacer
evangelismo.
La
teología tiene la función de colocarse al servicio de la misión y el
evangelismo, ofreciendo relevancia y pensamiento basado en la Biblia, que sea
de utilidad para el evangelista. Jamás he separado la teología de la misión.
La mayoría de los que leen esta
entrevista no son teólogos. ¿Cómo ayudarlos a pensar bíblica o teológicamente? ¿Es
importante hacerlo, o es tan solo tarea del pastor o profesor universitario?
Por
supuesto, la pregunta es: «¿Qué significa pensar teológicamente?» Su respuesta
es muy simple: es ser capaz de expresar una convicción bíblicamente, de manera
racional y atractiva, basados en las Escrituras. Eso es lo que necesitamos y
por supuesto lo hacemos, según la preparación, en diferentes niveles. La
función del teólogo es proporcionar materiales para que los pastores,
profesores de Biblia y laicos puedan enriquecer su comprensión de cualquier
doctrina particular.
Reflexionar después de cuarenta
años de ministerio proporciona una gran ventaja. ¿En qué estado cree usted se encuentra
la teología adventista actual? ¿Qué preguntas necesitamos enfrentar como
iglesia?
Creo
que el tema teológico clave es y seguirá siendo la eclesiología: la doctrina de
la iglesia. Siempre ha sido un tema importante para la iglesia, pero
primordialmente debido al crecimiento de la iglesia, este tema ha llegado a ser
extremadamente importante. Como nunca antes, hemos entrado en contacto con las
religiones mundiales. Es importante interactuar con ellos y también que ellos
conozcan a la Iglesia Adventista, que sepan quiénes somos, qué hacemos y cuál
es nuestra misión. La iglesia ha crecido y por lo tanto ya no es invisible.
Otras denominaciones no pueden dejar de vernos, porque estamos en todas partes.
Día a día, nuestra escatología se está volviendo más relevante. Por ello, necesitamos
tener respuestas bíblicas y teológicas; respuestas atrayentes. Necesitamos
reafirmar nuestro compromiso con nuestro Salvador, el compromiso con el mensaje
y la misión de la iglesia entre los feligreses. Ellos lo necesitan porque la mayoría
de nuestros miembros son nuevos conversos.
¿Hay temas teológicos que se
desprendan de este tremendo crecimiento que estamos viendo?
Creo
que uno de los temas más importantes acaso tenga que ver con los nuevos
conversos. El crecimiento es tan rápido que es muy difícil estar al corriente
de todo. Por ello, necesitamos pensar por un momento en los peligros. Y el peligro
que mencionaré es muy real. Es el peligro de bautizar personas de una tradición
cristiana diferente, o de trasfondo no cristiano, sin que conozcan bien el
mensaje bíblico; gente que recibe una breve presentación del mensaje adventista
y es bautizada. Pero hay escaso seguimiento. Son adventistas sobre la base de
lo poco que conocen, pero conservan algunas de las ideas que trajeron consigo.
Existe casi un elemento de sincretismo, porque jamás entendieron bien el
adventismo. En las congregaciones locales se está introduciendo la diversidad doctrinal
y teológica.
Hasta
hace poco, le echábamos la culpa a los teólogos. Ellos estaban creando
polarización teológica y doctrinal. La verdad es que no puedo negarlo. Pero
ahora tenemos un nuevo fenómeno, dado que a menudo los nuevos conversos no
entienden bien el adventismo.
¿Quiere decir que le preocupa
el discipulado bíblico?
Así
es. No es solo decir: «Sí, estoy emocionado. Quiero ser bautizado». No; tiene
que ver con lo importante, con enseñarle a la persona a que entienda el mensaje
y sea capaz de compartirlo con otros.
¿Tiene usted algo especial que
compartir con los lectores? ¿Algo que haya aprendido y haya llegado a ser
importante para usted a lo largo de sus años en el ministerio?
Bueno,
acaso dos cosas. He aprendido que todo lo que sabemos, que la seguridad de
nuestra peregrinación, se encuentra en las Escrituras. Cuando nos apartamos de
ella, estamos en peligro. En mis momentos de dificultades, en mi trabajo, al tratar
de hallar soluciones, voy a las Escrituras. Y junto con ello recurro a Elena
White. No tengo dudas de hacer uso de ese maravilloso don que el Señor nos ha
dado.
La
segunda es cómo nos relacionamos con los demás. Necesitamos saber cómo
tratarnos unos a otros. Aprendamos del Maestro, nuestro Señor, y de su bondad y
su amor aun para sus enemigos. Aprendamos a hablar y escribir de una manera que
nos brinde la oportunidad de reconciliación y comprensión mutua. Soy consciente
que al enfrentar desacuerdos teológicos e ideas radicales en la iglesia,
tenemos que asumir una posición. Así debe ser. No tengo temor de ello. Pero
siempre he procurado hacerlo con amabilidad. No es necesario incurrir en
debates personales, herirnos verbalmente o ser groseros. Creo que el Espíritu
de Cristo nos tiene que impulsar hacia la bondad.
Publicado: Adventist World, diciembre, 2011, 11-13.
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