El sellamiento y el fuerte pregón
Michael
Orellana Méndez
Introducción
¿Se puede descubrir lo que significa el sello de Dios en Apocalipsis
7? Es un desafío muy grande y requiere la máxima atención a las diversas
porciones de las Escrituras que guardan relación con este tema.
El
sellamiento
El sellamiento no es una figura totalmente nueva en las
Escrituras. Su verdad recorre el texto bíblico, desde el inicio hasta el final.
De hecho, se dice del mismo Abraham que éste fue sellado por la circuncisión (Ro
4:11).[1]
Por lo tanto, es necesario recordar lo que la Escritura enseña sobre el
sellamiento a lo largo de la historia de la salvación y de esa manera estar en
condiciones de interpretar correctamente lo que Apocalipsis intenta describir.
Justamente, antes del éxodo se necesitó una distinción
especial para el pueblo de Dios. Dentro de las especificaciones de la pascua se
le pidió al pueblo de Israel que pintara el dintel de sus puertas con la sangre
del Cordero (Éx 12:7). Esta señal sirvió para distinguir al israelita de quien
no lo era. Todo primogénito de la casa que no tenía esta marca simplemente
murió durante la noche de la décima plaga sobre Egipto. En este hecho, podemos
observar que el sellamiento tiene el propósito de distinguir al pueblo de Dios
justamente antes del castigo divino sobre los paganos.
Entre todas las imágenes relacionadas con el sellamiento
en el Antiguo Testamento, ninguna es tan cercana al Apocalipsis, tanto en género
como en contenido, como la visión que Ezequiel tiene acerca del escribano (Ez
9). Esta visión muestra que, justamente antes de la destrucción de Jerusalén,
un varón vestido de lino quien llevaba en su cintura un tintero de escribano
colocó una señal en la frente de los justos.[2] Esto
se hace nuevamente, para diferenciar al justo del injusto, y para que los
castigos no afecten igualmente a los dos.
Por otro lado, si estudiamos la palabra griega traducida por
sello (sfragis)[3]
descubriremos que todos sus usos en el Nuevo Testamento caen en la metonimia.
Es decir, esta palabra alude a otra con un significado fuera del literal. De
tal manera, que cuando el apóstol Pablo escribe “sello” lo hace para describir
realidades espirituales como la certificación, marcación y verificación del
verdadero cristianismo o incluso de su apostolado (1 Co 9:2; 2 Ti 2:19). Esto
rememora la costumbre de sellar los documentos antiguos con símbolos de la autoridad
del emisor. Esto se hacía para evitar suspicacias de todo tipo y, por lo cual,
las marcas inconfundibles eran vitales ¡Incluso la tumba de Jesucristo fue
sellada![4] A
través del sello se asegura la veracidad y origen de un documento. Además, este
sellamiento asegura la protección del objeto sellado, la inaccesibilidad a él y
su pertenencia.[5]
Este hecho es ilustrado ampliamente por los sellos encontrados en las
excavaciones arqueológicas en Asiria[6] y
en el propio Israel.[7]
Adicionalmente, el apóstol Pablo se refiere al
sellamiento en términos sacerdotales cuando lo equipara con la unción del
Espíritu Santo (2 Co 1:22; Ef 1:13; 4:30). De acuerdo con lo que él escribió, solamente
el Espíritu Santo puede producir este sello en la vida del creyente. La cita de
Pablo es simplemente una nueva presentación del ungimiento que era practicado
en el sistema sacerdotal del Antiguo Testamento. Dentro de este sistema, ningún
sacerdote podía ministrar sin recibir primeramente la unción (Lv 8:12; Éx 40:9-11).
Ni siquiera el santuario podía funcionar como tal sin ella (Éx 40:13-15). De
tal manera, el ungimiento llegó a ser la demarcación territorial de lo que le
pertenece a Dios y está consagrado a él. A fin de cuentas, sólo Dios puede
aprobar o desaprobar a quien quiere (Ro 9:16).
Sin embargo, existe un énfasis adicional dentro de las
profecías apocalípticas. Pues este sellamiento ocurre poco antes de que sean desatados
los vientos impetuosos del océano (Ap 7:1-4). En primer lugar, recordemos que
este sello lo tiene un ángel que sube desde donde nace el sol. Para la mayoría
de estudiosos, ésta es una referencia directa a Cristo.[8] En
segundo lugar, quienes reciben este sello son los miembros del célebre grupo de
los 144 000. Estos mismos aparecen nuevamente de pie sobre el monte Sión junto
al Cordero (Ap 14:1). Es evidente que para entonces se encuentran victoriosos y
gozosos de experimentar algo semejante a lo que Moisés experimentó cuando cruzó
el mar rojo (Ap 14:3; 15:3). Obviamente, su experiencia es aún mayor.
Una característica esencial de este grupo es que en sus
frentes estarán escritos los nombres del Cordero y de su Padre (Ap 14:1). Esto alude
exactamente lo que ocurría con el sumo sacerdote cuando llevaba las palabras
“santidad a Jehová” (heb. qodesh
laYehwah), escritas en una placa de oro sobre su mitra. De esta
manera, queda explicado aún más el sentido de este sello como un retrato de la impresión
del carácter Divino en la vida del hombre.[9] En
resumen, el sello es el trazado hecho por el Espíritu Santo en la vida del
creyente y que consiste en la santidad del carácter.[10]
Por otro lado, Apocalipsis coloca a los sellados en posición antagónica con los
que han recibido la marca de la bestia (Ap 15:3). Estos últimos también
recibieron una marca pero de confección enfáticamente humana (Ap 13:18).[11] Si
comparamos ambas cosas, el sello del capítulo siete de Apocalipsis tendría
además un carácter definidamente específico. El tal apuntaría a la santidad del
carácter, pero reflejada de un modo muy particular en el guardar del cuarto
mandamiento de la ley de Dios (Ez 20:20; Ex 20:8).[12]
Debido a que la señalización de los israelitas ocurrió
justamente antes de que el ángel destructor pasara por Egipto (Ex 12:13) y esto
mismo volvió a suceder en ocasión de la destrucción de Jerusalén (Ez 9:6), se puede
esperar que el sellamiento descrito en Apocalipsis 7 ocurrirá antes de las
plagas. Es necesario saber quién tiene el sello de Dios y quién tiene la marca
de la Bestia justo antes de la primera plaga (Ap 16:2). Este sellamiento, una
obra del Espíritu Santo, se está realizando a lo largo del mensaje de los tres
ángeles.[13]
Este evangelio eterno predicado por los tres ángeles
tiene un efecto creciente similar al de la semilla de mostaza (Mt 13:31-32).
Esta semilla, aunque pequeña, empieza a crecer mucho de manera imperceptible.
La misma realidad es graficada en Proverbios 4:18 cuando se afirma que “…la
senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el
día es perfecto”. Pues bien, el sellamiento sobre los hijos de Israel, el
remanente espiritual, se va acrecentando a tal punto que en los símbolos
apocalípticos se materializa el cumplimiento de las profecías clásicas
referentes a la restauración de Israel y de esa manera alcanzan su clímax en la
disposición de un Israel espiritual plenamente restaurado con sus doce tribus
completamente selladas.[14]
El sellamiento se realiza mientras el mensaje de los tres ángeles es proclamado
por todo el mundo, a cada tribu, lengua y nación. Cuando esto se termine, la
restauración plena del Israel espiritual estará lista y solo faltará la caída
de las plagas antes de entrar en la Canaán celestial para la posesión de las
promesas recibidas.
Cabe preguntar entonces. ¿Existe algo que podamos hacer
para recibir el sello de Dios? El mismo mensaje de los tres ángeles responde: “¡Temed
a Dios y dadle gloria! ¡Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra!” (Ap
14:7). El mensaje no podía ser más claro. La única manera de recibir ese
sellamiento es hacer la parte que nos toca, la cual está explícita en este
mensaje.
El fuerte pregón
El ángel que Juan ve no es totalmente diferente de los
otros que ya vio (Ap 18:1). La palabra “allon”, traducida como “otro”, significa “algo que es del mismo tipo que lo
anterior”.[15]
Es decir, el ángel de Apocalipsis 18 no es algo así como
un cuarto ángel o un ser totalmente diferente con un mensaje controvertidamente
distinto. En realidad, se trata del mismo mensaje del segundo ángel (14:8),
pero amplificado.[16]
Es muy importante distinguir esa semejanza para no construir la falsa teoría de
un nuevo remanente dentro del remanente.
Comparación entre el mensaje del segundo ángel con el otro ángel de Apocalipsis 18:1
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Mensaje del
segundo ángel de Ap 14:8
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Mensaje del ángel de Ap 18
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¡Ha caído, ha
caído Babilonia!
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¡Ha caído, ha caído
Babilonia!
¡Se ha hecho habitación de demonios!
¡Salid de ella, pueblo mío!
¡Sus pecados han llegado
hasta el cielo!
¡En una hora vino tu juicio!
¡En ella se halló la sangre
de los profetas y de los santos!
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En la comparación de estos dos mensajes se puede percibir
la amplificación de su contenido. Los elementos adicionales se encuentran en el
contexto de juicio. Babilonia ha sido juzgada. Sus pecados han sido
descubiertos y el cielo está emitiendo sentencia. El mensaje de Apocalipsis 14
es intensificado en el capítulo 18. Entonces, lo que tenemos aquí no es un
cuarto ángel sino una explicación con más detalle del segundo.
Este aspecto es descrito por el hecho de que “la tierra
fue alumbrada con su gloria”. Esta iluminación es inherente a la misma gloria (do,xa) que puede ser traducida como “esplendor” o “brillo”.[17] Es
importante recordar que la iluminación de todo hombre fue siempre el propósito
del plan de salvación. Tal como lo expresa el evangelio de Juan: “Aquella luz
verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Jn 1:9). Los
propósitos misioneros de Cristo se logran justamente cuando este ángel ilumina
el mundo entero con su luz. Esto no significa obviamente que todo el mundo
responda a su llamado. De hecho, lo hombres suelen rehuir la luz verdadera
porque aman más las tinieblas (Jn 3:19-20).
Es importante leer el capítulo 18 a la luz del capítulo 17.[18]
¿Por qué? Porque el proceso de la caída de Babilonia ocurre justamente en el
tiempo de la sexta cabeza de la bestia escarlata (Ap 17:10)[19] y
porque la destrucción de Babilonia (cap. 18) es la contraparte del triunfo del Cordero
(cap. 17).[20]
No es el propósito de este artículo discurrir la identificación de cada una de
estas cabezas; sin embargo, es esencial recordar que esta sexta cabeza señala
el tiempo cuando justamente no está en acción el poder pleno de la Bestia. El
mismo apóstol lo afirma al escribir que “La bestia que has visto, era, y no es
y está para subir del abismo” (Ap 17:8). El único contexto posible lo
encontramos en el capítulo 13 cuando la bestia empieza a sanar de su herida
mortal. Esto es lo que ocurrirá cuando la Bestia esté por generar una
resurrección de su poder en su propia imagen. Es entonces cuando se cumplirá plenamente
la iluminación del mundo por parte de este poderoso ángel (Ap 18:1). Dicho en
términos más sencillos, cuando el papado esté a punto de recuperar su posesión
de poder total a través de las iglesias protestantes apóstatas, entonces
ocurrirá el fuerte pregón que inundará la tierra del conocimiento de Dios tal
como las aguas cubren el mar (Hab 2:14).
Conclusión
El sellamiento es la impresión del carácter divino en el remanente
que aún queda y que sólo el Espíritu Santo puede realizar. Este sellamiento se
realiza a lo largo del mensaje de los tres ángeles, pero de una manera
muchísimo más notoria al inicio del fuerte pregón, cuando los que reciban el
sello de Dios tendrán pleno poder para terminar la predicación del evangelio.[21] El
aspecto visible de esta inscripción es el guardar el sábado como cuarto
mandamiento de la ley divina. La obediencia a esta ley diferencia
automáticamente a los sellados por Dios de los esclavos de la Babilonia
Mística. Queda al remanente fiel seguir divulgando su mensaje y obedecer para
disfrutar de las bendiciones que implica estar sellado por el Espíritu Santo.
Publicado en la Revista de Teología Estrategias 6, no. 2 (2009): 87-94.
[2]Estos justos son descritos como
israelitas que claman por todas las abominaciones que se cometían en Jerusalén
(Ez 9:4). Esta visión no tiene referencias a un futuro escatológico. Sin
embargo, su naturaleza es muy similar a la contenida en Apocalipsis 7. Para
comentarios adicionales ver Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista
del séptimo día, trads. Ampuero Matta y Nancy Vhymeister (Miami: Publicaciones
Interamericanas, 1990), 4:637.
[3]Timothy Friberg, Bárbara Friberg y
Neva F. Miller, “σφραγίς”, Analytical Lexicon of the Greek New Testament, CD-ROM, Biblioteca Digital
Libronix 3.0c (Grand Rapids: Baker Books, 2000). En adelante ALGNT.
[6]Pauline Albenda, “Of Gods, Men and
Monsters on Assyrian Seals”, Biblical Archaeologist 41, no 1-4 (1997): 15-20.
[7]El sello de esta ilustración contiene
las palabras “Perteneciente a Shema… sirviente de Jeroboam”. Este Jeroboam es, probablemente,
Jeroboam I quien gobernó justamente después de la división del reino del norte
y el reino del sur. De ser así, la figura del león representaba tanto a Israel como
a Judá. Associates for
Biblical Research, “Our Cover”, Bible and Spade 1, no 1 (1972): 2.
[8]Hans K. La Rondelle, Las profecías del fin (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,
1999), 157.
[9]Siempre fue el propósito de la Deidad
que el hombre llevase en sí mismo su propia imagen. Las palabras hebreas
“imagen” (~l,c), y “figura”(tWmD>) de Génesis 1:26 hacen hincapié en esto.
[10]Carlos A. Steger, “O que significa
`Viver sem intercessor”, en O Futuro: A visão adventista dos últimos
acontecimentos, Alberto R. Timm, Amin A. Rodor y Vanderlei Dorneles, eds. (Sao Paulo:
Casa Publicadora Brasileira, 2004), 208. En adelante OF.
[11]El mismo Apocalipsis aclara que el
número es de hombre y que se repite tres veces. La repetición triple no es otra
cosa sino una burlesca imitación del trisagio del libro de Isaías (Is 6:3). En
concordancia con esto, el mismo apóstol Pablo identifica a la entidad emisora
de este falso sello como “el hombre de pecado” (1 Ts 2:3-4).
[12]El mensaje de este remanente (Ap
14:7-9) tiene una relación directa con su sellamiento (Ap 15:2-3). Si el
remanente reclama adoración verdadera (sábado) y luego logra ser vencedor sobre
la marca de la bestia; esto indica que ambas cosas están antitéticamente
conectadas.
[13]“Se denomina sellamiento a un proceso
espiritual, invisible para los ojos humanos, que se halla en marcha y que finalizará bien pronto, al fin
del tiempo de gracia” (énfasis añadido). Fernando Chaij, Preparación para la crisis final
(California:
Pacific Press, 1966), 45.
[14]Es imposible interpretar las doce
tribus de Israel como literales siendo que once de ellas se perdieron después
de la caída de Samaria el año 722 a.C. En los propios días de Ezequiel la
restauración de las doce tribus de Israel solo podían tener un cumplimiento no
estrictamente literal (Ez 48:2; 7:23-29).
[15]alloj denota otra cosa
del mismo tipo. Esto contrasta grandemente con ἕτερος que conlleva la idea de algo
totalmente diferente. T. Friberg, Friberg
y Miller, “alloj”, ALGNT, 44.
[19]Antolín Diestre Gil, El sentido de la historia y la
palabra profética (Barcelona: CLIE, 1995), 2: 535.
[20]Ekkerhardt Müeller, “Insight into
the Christology of the Book of Revelation”, en Cristología, Heber Pinheiro, et. al
(Cochabamba, Bolivia: Universidad Adventista de Bolivia, 2009), 106.
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