3 oct 2014


En base a la Filosofía griega, la “teología de la cabeza” señala que, como en el cielo se determinó la eterna sumisión del Hijo al Padre, en el Edén se determinó la eterna sumisión de la mujer al varón (así, tal sumisión no sería consecuencia del pecado). Por tanto, la mujer no puede ser líder en la iglesia, a menos que el varón desaparezca. Como Dios determinó esta eterna sumisión, no hay marcha atrás. Aquellos que están a favor de la ordenación de la mujer, van en contra de un plan determinado por Dios.

Por supuesto, tales ideas que propone la “teología de la cabeza” no son bíblicas. ¿Cómo llegó esta idea al adventismo? De la siguiente manera: Filosofía griega → Iglesia Católica → Evangelicalismo → Adventismo. ¿Quiénes son los adventistas que están trayendo tales ideas evangélicas? Edwin Reynolds, John Peters, Alberto Treiyer, Esteban Bohr, Mario Veloso, Daniel Scarone, etc. Como es notorio, penosamente, aquellos que siguen tal teología, están bebiendo de las fuentes de la Filosofía griega, más no de la Biblia.

En este capítulo, el autor quiere llegar a la raíz de porqué se continúa con la “teoría de la cabeza”: la influencia del extinto Juan Calvino.

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Capítulo Cuatro: El calvinismo y la teología de la cabeza

No fue por casualidad que la teología de la cabeza fue desarrollada por calvinistas.
Durante el siglo XVI el teólogo protestante Juan Calvino enseñó lo que los adventistas generalmente llaman predestinación, la creencia que Dios «elige» a quienes serán salvos y quienes se perderán y que no hay nada que alguien pueda hacer para cambiar la decisión hecha por Dios. En relación a esto, las enseñanzas de Calvino eran similares a lo que enseñaba Martín Lutero y Agustín, el teólogo católico. Calvino, Lutero y Agustín[1] enseñaban que Dios sabía desde la eternidad si una persona sería salva o no y que la omnisciencia de Dios determina el destino final: no hay nada que la persona pueda hacer para cambiar lo que Dios ya conoce. La «doble predestinación» de Calvino era más directa, enseñando que Dios elige activamente a unos para ser salvos y elige a otros para quemarse eternamente en el fuego del infierno.

Los Adventistas del Séptimo Día no son calvinistas, o luteranos, sino arminianos.[2] Jacobus Arminius creía que Dios no consigna a nadie a perderse sin tener una opción de su parte. Creía que la predestinación hacia a Dios un dictador y el autor del mal, para nada como Jesús. Enseñaba que la gracia de Dios hace posible que «todo el que lo desee» sea salvo.

La teología del libre albedrío de Arminius —después de haberse tornado todavía más libre por el fundador del metodismo, Charles Wesley— forma la base de la teología wesleyana-arminiana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En su libro El conflicto de los siglos, Elena White recuenta la batalla milenaria entre la religión basada en la fuerza y la verdadera religión de amor, basada completamente en el libre albedrío.[3]

¿Qué tiene esto que ver con la teología de la cabeza? Sencillamente esto: nuestra visión de Dios determina cómo comprendemos las palabras de Pablo en 1 Corintios 11:3: «Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo».

Si Dios toma todas las decisiones, como enseñaba Calvino, y los humanos solamente tienen que someterse, entonces cuando Pablo dice que el hombre es la cabeza de la mujer —como Dios el Padre es la cabeza de Cristo, y como Cristo es la cabeza del hombre—, entonces el hombre como cabeza tiene que ver con sumisión a la autoridad. En esta versión de la teología calvinista los hombres no tienen opciones sino que tienen que someterse a las decisiones de Cristo, así que las mujeres no tienen opciones: tienen que someterse a las decisiones de los hombres. Las clases modernas de matrimonio, basadas en el principio de la cabeza, tales como «El arte del matrimonio» de Grudem, están diseñadas para enseñar a los hombres cómo guiar firme pero justamente y a enseñar a las mujeres y los hijos a someterse gustosa y con agradecidamente. Pero el principio es el mismo: las mujeres se someten a la autoridad conferida por Dios a los maridos.

Quienes enfocan 1 Corintios 11 y Efesios 5 con estas presuposiciones calvinistas (o algunas veces incluso luteranas o católicas), ven que la sumisión de las mujeres a los hombres es el «claro y obvio» sentido de esos versículos. En la fórmula moderna de la teología de la cabeza, un Dios que hace a las decisiones más importantes de los hombres se refleja en el esposo que hace las decisiones más importantes de su familia. Pero, como explica Darius Jankiewicz, maestro de Andrews University, si crees, como los arminianos, que la parte de Cristo en la salvación era completamente voluntaria de principio a fin; si crees que Cristo eligió libremente sufrir y morir por todos, porque ama a todos, y no obliga a nadie por fuerza a someterse, entonces la «cabeza» que es el hombre de la mujer, como Cristo es la cabeza del hombre, es un servicio de sacrificio sin ningún rasgo de sumisión obligatoria o rasgo de violación al libre albedrío.[4] Los Adventistas del Séptimo Día han enseñado por décadas que sin libre albedrío genuino el verdadero amor —ya sea hacia Dios, hacia los hombres, o hacia las mujeres— no es posible.

Cuando los arminianos leen 1 Corintios 11:3-16, no ven un sistema de autoridad y sumisión. Al contrario, ven a Pablo corrigiendo un problema con las mujeres arrogantes y disruptivas de Corinto. Veían instrucciones para que el marido protegiera tiernamente, cultivase y se sometiese (o «prefiriese») a las decisiones de su mujer, como Cristo atiende tiernamente a la iglesia. El arminianos ve a la esposa apoyando amorosamente, respetando, cultivando y sometiéndose (o «prefiriendo») a las decisiones del marido. En lugar de ir de 1 Corintios 11:3 a teorías de la cabeza y sumisión, un arminianos es más propenso a ir de 1 Corintios 11:3 a otros textos que señalan cómo amar y servir a los demás como Cristo nos ama.

La doctrina moderna de la cabeza que pareciera ser tan clara para algunos (pero no todos) calvinistas y el sentido de Pablo tan obvio en el mensaje a Corinto y Éfeso, no es tan claro para la mayoría de los otros cristianos.[5]
La teología de la cabeza no tuvo ninguna función en el desarrollo del adventismo hasta finales del siglo XX, cuando empezaron a llegar invitaciones para asistir a los seminarios de Bill Gothard.






[1]Ver Brian G. Mattson, Double or Nothing: Martin Luther’s Doctrine of Predestination. http://www.contra-mundum.org/essays/mattson/Luther predestination.pdf
[2]Los arminianos, quienes concuerdan mayormente con la teología del libre albedrío de Jacobus Arminius, no se deben de confundir con los armenios, ciudadanos de Armenia, el país, o personas de antepasados armenios. El arminianismo no debe tampoco confundirse con el arrianismo, la creencia que Jesús no fue Dios plena y eternamente.
[3]Woodrow W. Whidden, II, señala en la Review and Herald, 14 de Oct., 2010: «Puesto de manera sencilla: no hay “gracia gratis” y su “albedrío liberado”, ningún tema del Gran Conflicto vindicando a Dios en el Adventismo del Séptimo Día». http://archives.adventistreview.org/article/3799/archives/issue-2010-1533/ grace-free-will-andjudgment
[4]Darius Jankiewicz, «Two Visions of God and Male Headship: A Study in Calvinist and Arminian Presuppositions».
[5]Para una crítica evangélica de la teología calvinista de la cabeza, ver http://www.godswordtowomen.org/headship.htm

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