El Espíritu Santo y
la Deidad
Ángel Manuel Rodríguez
Ex Director del Biblical Research Institute
Algunas
personas sostienen que el Espíritu Santo no es una persona y que no pertenece a
la Deidad. ¿Es esto verdad?
Algunos adventistas han descubierto que
prácticamente todos nuestros pioneros eran antitrinitarios, y han llegado a la
conclusión de que, en vista de eso, la iglesia de hoy debería rechazar la
doctrina de la Trinidad. Al tratar este tema, debemos recordar que el Señor
guió al movimiento adventista gradualmente hacia una mayor comprensión bíblica
acerca de la naturaleza de Dios. Hoy, fundamentados en su Palabra, afirmamos la
verdad de un único Dios en la pluralidad de tres Personas divinas. Menciono
aquí algunos de los fundamentos bíblicos:
1. El Espíritu como poder. La opinión de
que el Espíritu no es una persona se basa parcialmente en el hecho de que
frecuentemente se lo describe como un poder que vino de Dios, derramándose
poderosamente sobre las personas y capacitándolas para realizar ciertas tareas.
(Ejemplos: Juec. 3:10; Hech. 2:4.) Además, la palabra griega para el término
"espíritu" (pneuma) es neutra, permitiéndonos usarla con minúscula y
favoreciendo la idea de que él no es una persona; pero eso es un fenómeno de la
gramática griega que no tiene necesariamente ningún significado teológico.
2. El Espíritu y Jesús. Con la venida de
Jesús, nuestra comprensión de la Deidad se enriqueció enormemente. Porque Jesús
era Dios en carne humana (Juan 1:1; 20:28; Tito 2:13), era distinto del Padre
(Mat. 3:17) y, al mismo tiempo, era uno con él (Juan 14:10), sus seguidores
comenzaron a percibir que había, en el misterio de Dios, una pluralidad de
personas. El misterio aumentó cuando Jesús describió al Espíritu no como un
objeto sino como una Persona, que ocuparía su lugar en la experiencia de los
discípulos: "Y yo (Jesús) rogaré al Padre, y os dará otro Consolador [...]
el Espíritu de verdad" (Juan 14:16, 17).
Jesús introdujo a sus discípulos en el
misterio de una Deidad que consistía en tres personas diferenciadas: Jesús, el
Padre y el Consolador/Espíritu. En este pasaje en particular, el Espíritu no
aparece descrito como un poder impersonal, sino como una persona. Jesús se
refiere a él como "otro (allos, en el griego) Consolador"; alguien
que intercede por otra persona. Se lo llama "otro" porque Jesús es
también un Consolador (1 Juan 2:1). Solo un ser que es persona puede actuar
como consolador.
Pero, hay algo más. Si el Espíritu iba a
continuar en la gente la función de Jesús como consolador, entonces debía tener
la misma naturaleza que Jesús tenía; es decir, tenía que ser divino. Jesús dijo
que "ningún otro (allos)" podía hacer la obra que él hizo (Juan
15:24); pero aclara que hay alguien que, como él, será un nuevo consolador.
Cuando Jesús se refiere al Espíritu como Consolador, usando el pronombre
masculino singular (él), está identificándolo como una persona: "Él dará
testimonio acerca de mí" (Juan 15:26). Por lo tanto, el Espíritu Santo es
divino y es persona.
3. Los apóstoles y al Espíritu. Es cierto
que cuando los discípulos recibieron el Espíritu Santo, lo sintieron como un
poder derramado sobre ellos por Dios (Hech. 2:23); pero también lo reconocieron
como la Persona divina que Jesús les había prometido.
Por
ejemplo: en el relato del episodio de Ananías y Safira, encontramos una clara
demostración de la comprensión que tenían los discípulos en cuanto a la
naturaleza del Espíritu. Pedro confrontó a la pareja culpada con su pecado, al
decirles: "¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo [...]. No has mentido a los hombres, sino a Dios" (Hech.
5:3, 4). Aquí tenemos dos importantes informaciones. Primera: el Espíritu es
una persona, porque solamente podemos mentirles a las personas, no a las cosas.
Segunda: él es divino, porque mentir a él equivale a mentir a Dios.
En el Nuevo Testamento encontramos claras
evidencias de que los apóstoles creían que el Espíritu era una persona en
paridad con el Padre y el Hijo. Ellos sabían que el Espíritu Santo habla (Hech.
21:11); ejerce su voluntad (Hech. 16:6); envía mensajeros (1 Cor. 12:11);
intercede (Rom. 8:26, 34); promueve alegría (Rom. 14:17); etc. Todas esas son
características de las personas, que nos permiten referirnos definitivamente al
Espíritu como tal. Al mencionarlo en conjunción con el Padre y con el Hijo, los
escritores bíblicos estaban testificando respecto de la unidad de las tres
Personas (2 Cor. 13:14; 1:21, 22; Rom. 15:30; Efe. 2:18; 1 Ped. 1:2; Apoc. 1:4,
5). Como iglesia, sencillamente proclamamos la clara enseñanza bíblica sin
tratar de explicar el misterio de la unidad de Dios.
Copyright ©
Biblical Research Institute General Conference of Seventh-day Adventists®
Fecha
de publicación: julio, 2012
Fuente: https://www.adventistbiblicalresearch.org/es/materials/holy-spirit/el-esp%C3%ADritu-santo-y-la-deidad
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