Halloween, ¿Cristiano?
Dra.
Jessica Trevithick
Para Vista, Australia
Mientras
entraba y salía de tienda en tienda, hace unos días, no paraba de encontrarme
las mismas cosas, brujas, demonios, fantasmas, sangre, vampiros, máscaras,
esqueletos, muerte e inframundo, a cuál más aterrador. Casi pensé que estaba de
nuevo en Estados Unidos, pero me tuve que recordar a mí misma que estaba en mi
hogar, Australia.[1]
Me
pregunto ¿por qué las tiendas de Australia ponen estos horribles ítems a la
venta? ¿Por qué los australianos se están preparando para celebrar una fiesta
muy americana? Los americanos no celebran las fiestas australianas. La pregunta
para muchos es, ¿realmente importa si celebramos Halloween el 31 de octubre?
Respecto
la Palabra de Dios, siempre hay algo más, un origen, en el principio Dios.
Decidí investigar el origen de Halloween. Definitivamente, no comenzó con Dios.
Fue iniciado por los Celtas, y la élite de su clase intelectual conocida como
los druidas, quienes servían como sacerdotes, jueces, legisladores, y
científicos. Este grupo pagano de adoradores del diablo en Irlanda, Bretaña y
Francia, celebraban el festival del fuego llamado Samhain (en español
pronunciado sonaría “sou-in”), donde se ofrecían sacrificios humanos a los
dioses marcando el final del verano y celebrando el inicio del año nuevo celta.
Los celtas creían que esa noche, la barrera entre el mundo natural y el
sobrenatural desaparecía. Se creía que fantasmas, brujas, duendes, gatos
negros, hadas y demonios recorrían la tierra permitiendo a los espíritus de los
muertos que se movieran libremente entre los humanos. Los malos espíritus
merodeaban por la tierra y atacaban a los humanos, haciendo sucios trucos y
gozándose mientras que el dios sol palidecía y Samhain cobraba fuerza.
Halloween
fue dedicado a honrar al señor de la muerte —Samher. En ese día, se prendía
fuego a incontables hogueras de huesos en las laderas de las colinas, y los
celtas agitaban antorchas humeantes de paja trenzada con horquillas, creyendo
que esto ahuyentaría los malos espíritus de las almas de los que murieron el
año que concluía y que se levantarían de la tumba para perseguir a los vivos.
Los druidas estaban convencidos de que si la paja ardiente fallaba, al
disfrazarse de forma grotesca y terrorífica imitando a los espíritus,
asustarían a los demonios, brujas y espíritus, mientras se paseaban por la
noche mezclándose con los espíritus sin ser descubiertos. Los celtas creían que
cuando esos espíritus visitaban una casa, si no les ofrecían un “trato” (dejar
algo de comida en el exterior), entonces hacían un “truco” a los habitantes de
la casa.
Para
apaciguar al Señor Samher, los druidas mantenían juegos de fuego crueles. Se
quemaban vivos prisioneros de guerra, criminales, o animales en ataúdes de
formas irregulares. La observación de la manera en que cada persona o animal
sacrificado moría, permitía a los druidas augurar el futuro, para bien o para
mal.
Dios
dice por otro lado, en Levítico 20:6-7 “Y si una persona acude a nigromantes o
espiritistas, adorando con ellos a falsos dioses, yo me volveré contra esa
persona y la extirparé de su pueblo.
Santificaos, pues, y sed santos, porque yo soy el Señor, vuestro Dios”
(Versión BLP).
Hace
siglos, en el año 835 d.C., el Papa Gregorio IV, cambió de primavera al 1 de
noviembre la fiesta celebrada por la iglesia y conocida como “el día de todos
lo santos”, sustituyendo la observancia de Samhain. Era difícil para los
druidas continuar con sus viejas prácticas, y eran denunciadas por la iglesia
como brujería. La noche anterior, que se celebraba con una sagrada vigilia, se
llegó a conocer como “All Hallow’s Eve” (en
español “la víspera de todos los santos”), o Halloween, tal y como se
conoce hoy día. El intento de cristianizar una festividad pagana no funcionó.
“El día de todos los santos” ha sido casi siempre obliterado por Halloween y la
mayoría de personas jamás han sabido de su verdadero origen.
Muchos
cristianos celebran Halloween pensando que no hay nada malo en ello, pero el
hecho sí lo es; Halloween es comparable a caminar en un cementerio en medio de
lápidas y observar una extraña combinación
de mal y diversión, y entonces preguntarse quién ha sido el organizador.
La pregunta es: ¿Qué tienen en común asesinos, brujas, demonios, vampiros y
sangre con el pueblo de Dios, a quien Pablo llama “hijos de la luz” en Efesios
5:8? ¿No deberíamos pensar seriamente en si se glorifica a Satanás y sus
ángeles?
Hace
años esta fiesta pagana habría sido prohibida, pero en el siglo XXI Halloween
ha “despegado”. Ahora es lo normal, un día de diversión, un día para asustarnos
mutuamente, comer grandes cantidades de comida basura y pasear por ahí
manchados de sangre en el cuerpo o la cara. Esto junto a la popularidad del
vampirismo y poderes especiales por la serie cinematográfica Twilight lleva a
la humanidad hacia el ocultismo. Satán está pervirtiendo el significado e
importancia de la sangre, deseando que los hijos de Dios olviden su
importancia, y lo que representa. La sangre es sagrada para Dios, los hijos de
Israel comprendían el significado de ella y del sistema sacrificial, al igual
que ahora entendemos que Jesús vertió su sangre por nuestros pecados y la
sacralidad que Dios le otorga a ello.
Los
satanistas y brujos/as de hoy día aún consideran Halloween como su “santísimo
día de reposo”. Durante este tiempo hacen conjuros, adivinan el futuro y se
comunican con espíritus de los llamados “familiares muertos”, ofrecen
sacrificios animales, honran a su maestro —Satán, de la misma manera que
hicieron hace siglos. El propósito de Halloween es representar miedo, horror,
infiltrarlos en nuestra cultura causando ansiedad y deterioro.
Las
tradiciones paganas continúan, e inquietantemente no son los adultos los que
perpetúan los rituales, sino niños inocentes que no conocen nada mejor. Son
animados por sus adultos correspondientes a vestirse y salir a hacer “truco o
trato”. ¿Deberían los niños, que son “herencia del Señor“, vestirse con satánicas representaciones?
Esta
es una noche en la que los niños realmente experimentan el miedo. Recuerdo
cuando trabajé como cuidadora de niños en Estados Unidos y tuve que tratar con
el miedo de una niña pequeña a mi cuidado, durante meses, después de haber
salido a hacer “truco o trato” con sus padres. Ni siquiera los temores y las
pesadillas de la niña detuvieron a sus padres, y la involucraron en Halloween.
Halloween
está intensamente ligado con lo oculto y una preocupación por los muertos —dos
influencias sobre los que la Escritura y la iglesia constantemente advierten.
Investigaciones recientes han mostrado que los números cada vez son mayores
entre adolescentes (incluyendo los cristianos) a la hora de entrometerse en el
mundo sobrenatural y coquetear con la brujería insensibilizándolos cada vez
más. Entonces caen presa de prácticas ocultistas disfrazadas de juegos
“inofensivos”. 1 Tesalonicenses 5:22 y Efesios 5:11 nos dice claramente:
“Evitad toda clase de mal … y no toméis parte en las estériles acciones de
quienes pertenecen al mundo de las tinieblas; desenmascarad, más bien, esas
acciones” (BLP).
La
cultura en la que vivimos desafía cada día a los cristianos y su estilo de
vida. Es impresionante ver cuántos cristianos siguen la fiesta de Halloween sin
inconveniente alguno. Cuando niños y adultos se acostumbran a las doctrinas
ocultas y a las observancias que implican violencia y muerte, se vuelven
insensibles al mal en las celebraciones de Halloween.
El
hecho de celebrar Halloween deshonra nuestro Salvador resucitado. Dios nos pide
que nos apartemos de estas cosas. En norteamérica, la observación anual de
Halloween aporta miles de millones de dólares a la industria, sólo superado por
la Navidad. La venta de disfraces, dulces, suministros para fiestas, tarjetas
de visita, visitas a casas supuestamente encantadas y otras formas de
entretenimiento disparan las ventas.
Cuando
se pregunta a algunos cristianos por qué celebran Halloween, responden: “no hay
problema, sólo nos divertimos, todo el mundo lo hace”. Obviamente, esto es por
algo, y ese algo va más allá de Halloween en sí. Efesios 6:12 dice: “Porque no
estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias
invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas
espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno” (BLP).
Mientras
que los que le rodean pueden estar festejando brujería, casas encantadas y
fantasmas, nosotros debemos esforzarnos en, como dice Isaías: “que abras los
ojos de los ciegos, que des libertad a los presos, y que hagas ver la luz a los
que viven en tinieblas” (Isaías 42:7, versión TLA, énfasis añadido).
Pregunté
a varios adolescentes australianos, si comprendían realmente el significado de
Halloween con su “truco o trato”, y respondieron que no. Asumieron que era algo
inocente. Cuando les expliqué el significado, quedaron conmocionados. Halloween
no es divertido, es el mal en su plena expresión, y Jesús quiere que le hagamos
frente en su nombre y con su poder.
Satán
odia ser ridiculizado. Necesita el miedo y la ansiedad para subrayar su ilusión
de poder. Cuando el miedo es desterrado y se reemplaza por confrontación
—“Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar
firmes contra los engaños del diablo.
Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas
fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio
sobre el mundo de tinieblas que nos rodea” (Efesios 6:11-12 versión BLP). Los
grandes esfuerzos de Satanás por reclamar el 31 de octubre, o cualquier otro
día, como suyo, están socavados, y la verdad y bondad de Dios brilla en su
lugar.
El
mal es vencido porque Jesús murió en la cruz y resucitó. Nunca más habrá ningún
“truco”[2] por
parte de Satanás contándonos que este mundo es todo lo que hay, y que vivamos
el presente, porque lo único que queda es la muerte y el miedo en el
inframundo.
Jesús,
por otro lado, nos dice cómo seremos tratados: “Enjugará las lágrimas de sus
ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo
ha desaparecido” (Apocalipsis 21:4, versión BLP).
Defender
lo que es correcto sí importa. Promovamos la vida en Jesús y no la muerte en
Satanás y arrojemos luz en lo que podría ser un 31 de octubre oscuro. Querido
hermano, no sigas los malos ejemplos, sino los buenos. El que hace lo bueno es
de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios” (3 Juan 11, DHH).
Publicación: Revista Adventista (España), octubre, 2013.
Fuente: http://revista.adventista.es/2013/10/halloween-truco-o-trato/
[1]La autora, residente en
Australia, cuenta su experiencia aplicable a cualquier país que, sin ser
Estados Unidos, ya vive la avalancha comercial de la festividad de Halloween.
[2]La palabra inglesa “trick”,
traducida como “truco” en Halloween, también puede traducirse como “estafa” o
“engaño”. En el contexto del artículo, se corresponde mejor una palabra con
connotaciones más negativas, pero por respetar el juego de palabras “truco o
trato” se ha optado por dejar este término.
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