Crisis en la Pareja
Ana Escobedo Ríos
Universidad Peruana Unión
escorry@hotmail.com
Resumen:
Los matrimonios enfrentan crisis de diferentes tipos. El presente
artículo divide las crisis de pareja en crisis vitales y crisis inesperadas. A
partir de esa división, se hace un recorrido por las diferentes causas de
crisis en el matrimonio, y se propone algunos consejos valiosos que ayudarán a
los casados a fortalecer su matrimonio usando la crisis como un desafío que
contiene el enorme potencial de lograr el crecimiento personal y familiar.
Palabras clave: Familia, esposos,
crisis, separación, divorcio, matrimonio, pareja, conflictos.
“A pesar de las
dificultades, las congojas y los desalientos que puedan suscitarse, no abriguen
jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que su unión es un error o una
decepción” (Elena de White)
Introducción
Una crisis
es considerada como “Percepción de un evento o situación como una dificultad intolerable
que excede a los recursos y a los mecanismos de lucha de una persona”
(Gilliland y James 1988).
Existen
algunas parejas que durante las crisis vitales o inesperadas olvidan los votos
matrimoniales y el pacto matrimonial de confianza, fidelidad, permanencia y
compañerismo que hicieron en el altar. Para prevenir las crisis, o durante ellas,
la pareja debe perseverar y luchar constantemente por su vida matrimonial.
Experiencia personal
Cuando
empezamos a criar a nuestra primera niña, enfrentamos una crisis menor que
felizmente superamos rápidamente. Es común que cuando un niño se tira al piso,
los padres no saben cómo reaccionar. En nuestro caso, lo hicimos con conductas diferentes,
y esto causó una ligera confusión en la niña. De inmediato hablamos al respecto
dejando a un lado nuestras ideas preconcebidas y centrándonos en el bienestar
de la niña. Llegamos a un acuerdo y empezamos a “hablar el mismo idioma” en
relación a la conducta de nuestra pequeña. Esa solución ha funcionado hasta el
día de hoy.
En mi
experiencia como psicoterapeuta, al analizar casos resueltos y algunos por
resolver, he constatado que la mayoría de las parejas experimentan crisis por una
inadecuada comunicación, en segundo lugar por casos de infidelidad, y luego por
problemas económicos, por celos, insatisfacción sexual, crianza de los hijos y
la rutina.
Crisis
en el matrimonio
El
matrimonio es un constante aprendizaje. Aun en las parejas mejor consolidadas
pueden surgir diferencias en la convivencia, y es que no se trata que nuestra pareja
sea apenas la prolongación de nuestros deseos, sino se trata de complementarse
mutuamente, de proveerse el uno siempre la dicha de estar juntos, y ese proceso
no está libre de dificultades.
La
vulnerabilidad o fragilidad frente a las crisis va a depender en gran parte de
las características de la personalidad, herencia, experiencias pasadas y
carencia de habilidades para tomar decisiones. Estas características frecuentemente
debilitan la posibilidad de enfrentar adecuadamente las crisis en cualquiera de
sus modalidades.
Las crisis vitales y
las crisis situacionales
Entre los
diferentes tipos de crisis sobresalen las llamadas crisis vitales que son
aquellas que forman parte del ciclo de vida: la época de recién casados, el inicio
de la crianza de los hijos, los desafíos de tener hijos en la etapa preescolar
y luego en la etapa escolar, las crisis con hijos adolescentes e hijos jóvenes,
las preocupaciones propias de los adultos en la mediana edad y la jubilación.
Estas crisis, a pesar que son parte del desarrollo evolutivo del individuo,
pueden llegar a producir desde una separación hasta un divorcio legal.
En lo
posible, es preciso tratar de prevenir o anteponerse a lo que vendrá en cada
edad o etapa vivencial. Por otro lado, están también las crisis situacionales o
inesperadas como inestabilidad económica, intromisión de los familiares, infidelidad,
inestabilidad en la comunicación efectiva y afectiva, separación y divorcio, desgaste
en la convivencia, rutina, enfermedad, incompatibilidad de caracteres, muerte, etc.
Cualquiera que sea la situación nunca debemos dejar pasar por alto una crisis
por más pequeña que sea, porque con el tiempo ésta irá creciendo y se convertirá
en una crisis mayor y será más difícil lidiar con ella.
Las crisis
menores no resueltas son un peligro. Pasar por alto estas “pequeñeces” es de
alto riesgo. En el caso de la relación con los hijos, si no se resuelven las
crisis a tiempo, puede ser que cuando los padres se den cuenta, el niño ya
llegó a la adolescencia, y aquello que antes se hubiera superado con mayor facilidad
y en un corto tiempo, se convierte en un descomunal desafío.
Por otro
lado, las pequeñas crisis no resueltas se van convirtiendo en montañas muy
altas, transformándose muchas veces en factores desencadenantes de separación y
divorcio. En mi opinión, el divorcio es la última etapa que la pareja enfrenta
luego de una serie de situaciones de crisis que no han sido debidamente resueltas.
El divorcio, es uno de los golpes finales para la familia. Cuando la crisis
matrimonial golpea, hay ocasiones en que el problema se vuelve tan ingobernable
que es difícil saber cómo encararlo y por dónde comenzar.
Es
evidente que las relaciones en el matrimonio son complejas y que no hay
fórmulas totalmente fijas para usar en este ámbito. Sin duda, en ocasiones será
necesario buscar ayuda profesional, pero nunca llegaremos a buen puerto si no
empezamos por lo primero: reconocer cuál es nuestra parte dentro del problema y
qué podemos hacer para resolverlo.
Problemas de
comunicación en el matrimonio
La
comunicación es un tema al que la pareja siempre le debe prestar atención
porque tiene que ver con la expresión de sentimientos y pensamientos. El deseo
natural de expresar pensamientos y sentimientos, hace necesaria la presencia de
alguien muy íntimo como el cónyuge.
La
comunicación es la fuente de la intimidad. En la actualidad, los problemas de
comunicación se han incrementado por la rutina, el cansancio, el estrés, la
ansiedad y un enemigo cruel de la sociedad moderna: la falta de tiempo. En mi
experiencia profesional he escuchado muchas veces la frase: “Él jamás me invita
a salir a solas”. La excusa que frecuentemente presentan los esposos es: “no
tengo tiempo”. Esto ha generado soledad, tristeza y desamparo en la vida de
muchas esposas.
Por otro
lado, no es raro que, en las parejas que no saben afrontar las crisis, la
comunicación esté plagada de palabras destructivas que golpean el alma, así
como los golpes letales causan dolor en el cuerpo. La comunicación destructiva
trae consigo la falta de respeto hacia la opinión del otro, el creer que uno
siempre tiene la razón y el no ponerse en el lugar de otro para comprender lo
que realmente ocurre. Detrás de una palabra destructiva está el veneno del
orgullo que va minando la intimidad. Los lazos afectivos quebrantados y la
soberbia de no saber reconocer la falta producen una lucha constante de ataque
y defensa.
La falta
de comunicación afectiva se ha convertido en una costumbre para muchas parejas.
Hay casos donde la conexión emocional se está perdiendo y apenas existe una
comunicación superficial que se limita a la información de gastos, o lo que se comerá
al día siguiente, pero se está descuidando la comunicación profunda, el interés
por el bienestar emocional del otro, y el contacto físico y afectivo. Imagine,
apreciado lector, a una pareja sentada frente a una chimenea, recordando
momentos lindos y mirando sus fotos; o a una pareja sentada frente al mar
prodigándose besos y caricias.
Es una
imagen linda. Pues bien, es posible que no se cuente con una chimenea, pero hay
mil formas en las que una pareja creativa puede disfrutar de una verdadera
intimidad. Es necesario huir de la rutina y evitar las excusas de siempre: “no
tengo tiempo”, “no me interesa”, etc. Es triste constatar que otras actividades
sean las prioridades de una pareja de esposos, mientras su relación conyugal
languidece con el cultivo de componentes superficiales que no llenan ni satisfacen.
La infidelidad
Lamentablemente,
en el mundo en que vivimos es muy frecuente la infidelidad matrimonial. Vivimos
en un entorno social de tanta falta de lealtad que pareciera que ser infiel se
ha convertido en algo muy común y cotidiano. La infidelidad altera negativamente
toda la dinámica de la familia y se tendrá que recorrer un largo camino para volver
a restructurarla.
Crisis relativas al
dinero
La
sociedad de consumo promueve una lucha en la que muchas familias están
envueltas. Es una lucha por querer tener más, por alcanzar un nivel social más elevado,
por “sobresalir” incluso a costa de la propia familia. Esta desgastante lucha
materialista es otra carga para la pareja. El mal uso de las tarjetas de
crédito, la multitud de gastos innecesarios, los inevitables sobregiros
mensuales, el pago de las hipotecas, etc., se convierten en una fuente permanente
de reproches, insultos, violencia verbal, agresión física, etc.
La rutina
Otro de
los problemas que afectan más comúnmente al matrimonio es la rutina. Con el
paso del tiempo, las parejas se ven envueltas en la rutina y el aburrimiento.
La rutina es uno de los mayores enemigos de cualquier relación. Se hace y se habla
siempre lo mismo, se demuestra poco interés en lo que le ocurre al otro y se
cae en la monotonía y la falta de ilusión.
Es
necesario evitar la pérdida de la alegría y la ilusión por la pareja. Los
esposos deben mantener siempre el deseo de estar juntos y realizar actividades
que les interesen. De esta manera ninguno se sentirá solo o abandonado.
Existen
matrimonios que, a pesar de comer y dormir juntos, enfrentan una atmósfera de
soledad. Es necesario salir de la rutina, ya sea viajando, estableciendo un
negocio o conociendo nuevas amistades. Puede ser cualquier actividad, pero lo importante
es que la realicen juntos y que ambos disfruten haciéndolo. También ayuda mucho
el tratar de sorprender a la pareja con detalles y nuevas ideas. El amor y la
creatividad son los mejores aliados para vencer a la rutina.
Elementos de prevención
y confrontación frente a la crisis
Los
problemas conyugales son muchos y tendríamos que tratarlos por separado. Sin
embargo, me gustaría detallar algunas recomendaciones que servirán como
elementos de prevención y ayuda al momento de enfrentar las crisis.
En primer
lugar se tiene que identificar y reconocer la crisis. No sirve de nada tratar
de guardar las apariencias viviendo la fantasía del “matrimonio feliz” cuando
lo que existe realmente es un grito desesperado por ayuda. Además, es necesario
saber diferenciar si se trata de una crisis vital o una situacional. En el caso
de las crisis vitales, es necesario anticiparse a través de una preparación
permanente, y mantener una visión realista del periodo o etapa de vida que les corresponderá
vivir en un corto o mediano plazo. Esta preparación requiere de hacer planes para
el futuro tanto a nivel personal como a nivel de pareja.
En el caso
del surgimiento de crisis con los hijos en las diferentes etapas de su
crecimiento, es recomendable buscar fuentes de información confiables tanto científica
como espiritualmente. También ayudaría mucho buscar consejería y orientación
con profesionales del área.
Un segundo
aspecto es la unidad. La pareja debe estar más unida que nunca, procurando pasar
juntos el mayor tiempo posible, compartiendo salidas y pasatiempos. Es
necesario mantener una comunicación abierta y sincera, y entender que el amor que
puso Dios en sus corazones es más fuerte que cualquier crisis. También ayudará
mucho el mantener la calma y el buen humor, y el procurar escuchar a personas que
ya han experimentado alguna crisis vital. En esto último, la pareja puede
escuchar, analizar y rescatar lo que sirva para el fortalecimiento de su
relación. También ayuda mucho el aprender a tener tolerancia, ya que la
tolerancia mutua capacita a los cónyuges para vivir juntos en paz, armonía y
amor.
En el caso
de las crisis inesperadas sería bueno considerar lo siguiente: recordar el
compromiso asumido en los votos matrimoniales. Además, es bueno que cada
cónyuge se esmere para que su casa sea un verdadero hogar, dando lugar a las
palabras de bondad, cordialidad, y respeto.
También
deberían cultivar el interés del uno por el otro, encontrando algunos
pasatiempos como leer algún libro, salir a caminar o a pasear. Haga que cada día
el amor sea creativo. Por otro lado, es recomendable marcar en su agenda
familiar las horas de pláticas y, dentro de ellas, los momentos de oración y
lectura de textos edificantes que les ayudarán a fortalecer sus emociones. Los
esposos deben cuidar que, por más fuerte sea la crisis, su fe en Dios nunca
decaiga.
Los
esposos deben procurar ser solucionadores de problemas, identificando con
claridad las dificultades y evitando buscar culpables. Además, es necesario centrarse
en la solución teniendo los roles bien definidos y siendo flexibles en caso de
ser necesario.
En los
casos de separación, divorcio, infidelidad u otra crisis de tipo mayor lo mejor
es buscar ayuda terapéutica y espiritual. Es necesario remarcar que el problema
no está en la crisis propiamente dicha, sino en la percepción que se tiene de
ella y en los recursos que utiliza la pareja para confrontar o afrontar dichas
crisis. Cuando la pareja ve a esa crisis como una oportunidad de crecimiento
personal y familiar, su visión será optimista; pero si la percibe como una desgracia
se generará una visión catastrófica. Cuando se llega a una situación en la que
se trascienden los recursos usados por el individuo, ésta será realmente una
crisis. Filipenses 4: 13 nos dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”,
esto indica que es posible tener el control de la situación aún en medio de una
crisis. Un matrimonio no tiene por qué estar condenado al fracaso, al contrario
es posible alcanzar las cumbres de un amor profundo, verdadero y abnegado.
Conclusión
Para
alcanzar el objetivo de tener un matrimonio feliz, es necesaria una vida
consagrada y dedicada a Dios. Él debe ocupar el primer lugar en nuestra vida.
Ser realmente el primero en nuestros afectos. Cuando el amor de Dios mora en el
corazón de cada esposo y esposa, ellos estarán en condición de enfrentar
victoriosamente las crisis de su vida matrimonial. La presencia de Cristo en el
hogar convertirá a los padres y cónyuges en personas íntegras y con autoridad
frente a sus hijos y la sociedad. Entonces es tiempo de colocar a Cristo en el
trono de nuestro hogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario