29 nov 2012

Apocalipsis: Terremotos, maremotos, guerras, crisis… ¿Será que se acerca el fin?


Fernando L. Canale

“Todo —los pueblos y ciudades aplastadas por un torrente de barro y muerte— es abrumador y casi incomprensible”.[1] Con estas palabras Paul Theroux expresaba la impresión de millones frente a la devastación del épico maremoto que recientemente arrasó a Japón. Pero eso no era todo lo que sucedía en el mundo. En un artículo titulado, “Aumenta el caos total: Catástrofes nucleares, revoluciones, y tensiones económicas”, la periodista Tina Brown reflexionaba: “¿Se ha enloquecido el mundo?”.[2]

Sintetizando los desastres que se sucedieron rápidamente durante los primeros meses de este año, la portada de la revista Newsweek anunciaba ominosamente: “Llegó el Apocalipsis: maremotos, terremotos, desastres nucleares, revoluciones, economías al borde de la ruina. ¿Qué nos depara el futuro?”.[3] A pesar de los extraordinarios avances de la ciencia y la tecnología, las perspectivas no parecen alentadoras para la humanidad.

La pregunta ¿qué nos depara el futuro? nos confronta con nuestro destino personal y colectivo. Muchos suponen que pensar en el futuro no es posible ni importante porque, de acuerdo con el dicho, “lo que será, será”; el futuro está fuera de nuestras manos. Sin embargo, vivir implica anticipar el futuro. Consecuentemente, todos tenemos algunas ideas acerca de lo que ocurrirá. Aunque a simple vista nuestras expectativas parezcan meras opiniones personales para compartir entre amigos, ellas determinan en gran manera lo que hacemos y llegaremos a ser. Por lo tanto conviene que pensemos en lo que puede depararnos el futuro.

Anticipando el futuro

La ciencia, los horóscopos, y los médiums espiritistas son algunas de las maneras en que los seres humanos intentan anticipar lo que sucederá. Pero la única forma de hacerlo con seguridad es consultando a Aquel que por naturaleza es dueño del futuro: Dios. Entonces, nuestra pregunta acerca de lo que nos depara futuro debiera ser: ¿Qué nos dice Dios acerca de lo que ocurrirá con nuestro planeta? Para poder contestar esta pregunta debemos considerar lo que nuestro Señor Jesucristo dijo acerca del futuro a sus discípulos.

¿Temor o esperanza?

¿Debemos temer las cosas que sobrevendrán a la tierra o podemos abrigar esperanza en un mundo mejor? En nuestros días asociamos la palabra “Apocalipsis” con la destrucción total del planeta Tierra, y por lo tanto la relacionamos con eventos extremadamente destructivos.[4] Una perspectiva tal solo puede generar temor y ansiedad acerca de las cosas que sobrevendrán.

Sin embargo, el mensaje del Apocalipsis no se centra en la destrucción del planeta sino en su restauración total física y espiritual (Apocalipsis 21:1). Pero de acuerdo con la Biblia, hay algo más importante en el futuro del planeta Tierra que la renovación a su perfección original. El Cristo quien ascendió a los cielos después de su muerte y resurrección prometió que retornaría en las nubes (Hechos 1:11) para morar con los seres humanos (S. Juan 14:1-3; Apocalipsis 21:3). Estos acontecimientos monumentales solo pueden generar esperanza y una visión altamente positiva del futuro de la humanidad.

La cercanía del futuro que anhelamos

Pero ¿cómo se relaciona la multiplicación de hechos catastróficos con la venida de Cristo y el futuro grandioso de nuestro planeta? Cuando sus discípulos le preguntaron cuándo su reino sería instaurado, Jesús mencionó, entre otras cosas, que antes de su retorno a la tierra habría guerras y rumores de guerras; se levantaría nación contra nación, y reino contra reino; y habría pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares (S. Mateo 24:6–8). Estos acontecimientos indicarían la cercanía de su venida, como los nuevos retoños de la higuera indican que el verano está a las puertas (S. Mateo 24:32, 33). Desde la perspectiva de la fe cristiana, entonces, las catástrofes se transforman en signos de esperanza. Ellas anuncian el pronto regreso del Salvador del mundo y la inauguración de su reinado eterno.

Accediendo al futuro eterno

Desde la perspectiva humana, las catástrofes que se suceden rápidamente y aumentan en intensidad auguran un futuro incierto y desesperanzador. Pero el poder creador y la fidelidad de Cristo garantizan el cumplimiento de su promesa de restaurar nuestro planeta a su perfección original (Apocalipsis 21:5). Pero, ¿quiénes participarán en el futuro glorioso de la humanidad cuando Cristo regrese? Cristo dejó claro que solo aquellos quienes por fe acepten la primacía de su voluntad y vivan permanentemente de acuerdo con ella participarán en su futuro reino. Consecuentemente, Cristo recomendó a sus discípulos que estuvieran preparados para el día de su venida (S. Mateo 24:42-44). La preparación es necesaria porque el mismo Cristo la tomará en cuenta cuando juzgue quienes participarán en su futuro reino y determine quienes serán excluidos de él para siempre (S. Mateo 25:31-46).

El futuro hoy

¿Qué preparación necesitamos para participar del futuro glorioso de la humanidad? Necesitamos poseer fe y amor en Cristo (Santiago 2:5) que nazcan sinceramente de lo profundo de nuestro corazón (Deuteronomio 6:5; S. Lucas 10:27). Tener fe significa confiar plenamente en Dios como los niños confían en sus padres (S. Mateo 18:3). Confiar en su voluntad, su ley y sus promesas expresadas en las Sagradas Escrituras. Amar a Cristo significa abrirle el corazón completamente y aceptar su consejo y dirección (ver Proverbios 23:26). Al depositar nuestra confianza en Dios y amarlo, nos arrepentimos de los errores de nuestra vida pasada y comenzamos una nueva manera de vivir bajo la dirección y compañía de Cristo (S. Mateo 3:2, S. Juan 3:5). Esta transformación interna y externa nos hace miembros del reino de Cristo ahora y nos asegura por su gracia una parte en la asombrosa renovación del planeta que Cristo ejecutará antes de establecer su reino eterno sobre la tierra.

Conclusión

Recientemente, una secuencia de catástrofes impresionantes ha llamado la atención del mundo y nos invita a pensar acerca del futuro. Al considerar estos hechos catastróficos, la mayoría de los seres humanos percibimos solo proporciones alarmantes de destrucción y desorden social. Nuestra aprensión crece cuando advertimos que la ciencia y la tecnología humanas son impotentes para anticiparlos, prevenirlos y evitarlos. No es de extrañar que la revista Newsweek preguntara: “¿Qué nos depara el futuro?”

Desde la perspectiva humana, el futuro parece ser una fuente inagotable de desastres que amenazan la vida y estabilidad del planeta. La noción que un mega desastre o una secuencia de ellos pueda destruir la vida en nuestro planeta parece ganar credibilidad. Esta situación inevitablemente engendra temor e inseguridad que solo pueden afectar nuestra existencia negativamente.

Pero desde la perspectiva de la fe cristiana, los mismos acontecimientos no se ven como heraldos de más calamidades y destrucción sino como señales de la pronta llegada del futuro eterno deseado por todas las naciones. Nos dicen que la historia como la conocemos se acerca a su final. La aurora de una nueva historia de la humanidad se aproxima vertiginosamente. Querido lector, te animo a considerar ambas perspectivas cuidadosamente. No olvides que el futuro eterno está disponible para ti ahora en la persona de Jesucristo. ¿Depositarás tu fe y amor en él? Lo que el futuro te deparará depende de la forma en que contestes a esta pregunta.


Fernando L. Canale (Ph.D. Andrews University)
Profesor de Filosofía y Teología en Andrews University
Berring Spring, Michigan, EE.UU.


* Publicado en la revista El Centinela, agosto 2011.
[1]Paul Theroux, Nightmare and Defiance, Newsweek, 20 de marzo, 2011.
[2]Tina Brown, The Mayhem Mounts: Meltdowns, Revolts, and Economic Stress, Newsweek, 20 de marzo, 2011.
[3]Portada de Newsweek, 20 de marzo, 2011.
[4]Véase por ejemplo Apocalypse, New Oxford American Dictionary, (Oxford: Oxford University Press, 2005).

19 nov 2012

EDITORIAL



Los libros de Daniel y Apocalipsis le han dado identidad, mensaje y misión a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Si estos no son entendidos correctamente, a la luz del principio de SolaPrima y Tota Scriptura, se corre el riesgo de afectar la relevancia de nuestra iglesia en el tiempo del fin.

El problema, sin embargo, es que la comprensión de la apocalíptica bíblica del adventismo está siendo desafiada. Virtualmente, nuestra iglesia es la única en el cristianismo que mantiene el método historicista de interpretación profética; el mundo católico y protestante se ha inclinado por el preterismo, el futurismo y el idealismo.

Penosamente, la influencia católica y protestante, en el adventismo, está latente. Varios adventistas ya no optan por el método historicista, prefiriendo los otros enfoques. Esto ha generado un sinnúmero de interpretaciones que están muy lejos del pensamiento original de Daniel y Apocalipsis. Esta situación motiva a investigar más y comprender mejor estos libros. Sin lugar a dudas, esto se logrará únicamente con la iluminación del Espíritu Santo.

Daniel y Apocalipsis también son necesarios para la comprensión bíblico-sistemática de la Escritura, puesto que ambos proveen un mejor panorama sobre los actos redentores de Dios en el pasado, presente y futuro; con el único propósito de prepararnos para la crisis final y la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.

Por estas razones, el Ministerio de Investigación Adventista (MIADV), reconociendo que la comprensión bíblica de la verdad es progresiva, presenta el primer número de la Revista Bíblico-Teológica Didajé con investigaciones relacionadas a los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis. En esta revista encontrarán aportes que ayudarán a entender mejor estos libros. Esperamos que sea de gran ayuda para cada uno de ustedes.

Si desea leer más, puede descargar el siguiente archivo aquí.


Oscar Mendoza Orbegoso
Director

4 nov 2012


¿Qué significa la expresión “cántico nuevo”?


“Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la alabanza. Aclamad a Jehová con arpa; Cantadle con salterio y decacordio. Cantadle cántico nuevo; Hacedlo bien, tañendo con júbilo. Porque recta es la palabra de Jehová, Y toda su obra es hecha con fidelidad.” (Sal. 33: 1-4).

Este salmo hace un llamado a los adoradores a regocijarse en Jehová porque su palabra es recta y toda su obra es hecha con fidelidad. Además, hay que alegrarse y cantar a Jehová porque sus ojos están sobre los que le temen y les libra de la muerte (vv. 4-22). Se menciona el arpa que era el instrumento por excelencia para alabar a Dios en el santuario y el decacordio, que era una lira de diez cuerdas.[1] El cántico nuevo no era un nuevo ritmo musical o la incorporación de nuevos instrumentos, sino el relato de una nueva experiencia con Dios a través del canto.

Isaías dice: “Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas.” (Isa. 42:10)

¿Cuál es el motivo de este cántico Nuevo? Según Isaías 42: 1- 6 el motivo es el siguiente: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley. Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.”

El pueblo es llamado a cantar un cántico nuevo porque Dios enviará su Mesías, sobre quién ha puesto su Espíritu. El cántico Nuevo no tiene absolutamente nada que ver con la implementación de nuevos ritmos o estilos musicales, sino con el mensaje del canto. Es el canto de una nueva experiencia en Dios. Según Edward Young: “El anuncio que Isaías está declarando las próximas cosas nuevas, incluso antes de que cualquier señal de ellos haya aparecido, es garantía suficiente para que la gente cante un cántico nuevo.”.[2]

El mismo principio se repite en Apocalipsis 5:8-10: “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” Es interesante notar el hecho que los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos cantan un cántico sobre la experiencia de los que han sido redimidos en la tierra y no sobre su propia experiencia. Los mejores manuscritos griegos omiten las expresiones “nos” en el v. 9 y v.  20. Además, la expresión “reinaremos” debiera traducirse correctamente como “reinarán”. El punto que queremos resaltar es que en este pasaje el cántico nuevo es cónsono con su uso en el Antiguo Testamento. En este caso es un canto que expresa como el Cordero nos ha redimido con su sangre para Dios y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios. El cántico Nuevo es la expresión de una nueva experiencia mediante el canto y no la introducción de nuevos cantos importados del paganismo o nuevos ritmos musicales tal y como algunos enseñan.

En Apocalipsis 14:3 los redimidos cantan un cántico nuevo. Estos son descritos como los que “siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.” (vv.4-5). En Apocalipsis 15:3 dice que este cántico que cantan los 144,000 es el cántico de Moisés y del Cordero. Solamente ellos lo pueden cantar, porque solamente ellos pasaron por tal experiencia. Apocalipsis 15:3, 4 dice: “Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.”

Al hacer un análisis del cántico nuevo en la Biblia, no se puede llegar a otra conclusión que es un canto que relata una nueva experiencia. Aquellos que utilizan la expresión “cántico nuevo” para justificar la introducción de ritmos populares en el culto, han sacado la expresión fuera de su contexto bíblico.

Rafael Montesinos
Máster en Religión de la Universidad de Andrews
Trabajó 20 años como pastor en la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico (1979-2009). Produjo programas de radio y televisión para la Asociación Adventista del Oeste de Puerto Rico y para la cadena de Los Tres Ángeles (3ABN).
Además, también apoya como consejero del Ministerio de Investigación Adventista y consejero editorial de la revista digital bíblico-teológica Didajé.




[1]Frank E. Gabelein. The Expositor’s Bible Commentary (Zondervan publishing House. Grand rapids, 1991), Vol. 5, pág. 277  

[2]Edward J. Young. The Book of Isaiah (William B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, 1996), Vol. 3, pág. 125

2 nov 2012

El pluralismo y la Iglesia Adventista


Gerhard Pfandl

A principios del siglo 20, la Iglesia Adventista había sobrevivido las tensiones de la Conferencia General de 1888 en Minneapolis y su teología se consideraba establecida. Durante  los siguientes 50 años, la Iglesia se concentro en su misión y creció de 75.000 a más o menos 500.000 miembros. Durante este tiempo su teología cambio muy poco. Hubo unos pocos disidentes como A. F. Ballenger  en América, W. W. Fletcher en Australia y L. R. Conradi en Europa pero, en general, administradores y teólogos seguían el mismo camino.

Las cosas comenzaron a cambiar en la década de 1950, con la publicación del libro Preguntas sobre Doctrina. De repente, uno de los teólogos adventistas más destacados, M. L. Andreasen, desafió la teoría del liderazgo. El se mostro en desacuerdo con la enseñanza de los libros sobre la naturaleza de Cristo y la expiación y, al no ser escuchado en la Conferencia General, lo hizo público con su cartas a las iglesias.

Durante los años 60 y 70, el abismo entre teólogos y administradores comenzó a profundizarse. Los teólogos en sí mismos experimentaron una separación entre los profesores conservadores y liberales. Más y más puntos de vista alternativos aparecieron, y durante los 40 años anteriores, diferentes ramas teológicas aparecieron dentro del adventismo.

Algunos teólogos adventistas del séptimo día han comenzado a usar ciertos aspectos del método histórico-critico. Otros están impresionados con las teorías científicas y, cuando las escrituras y la ciencia parecen chocar, siguen a la ciencia en lugar de las Escrituras.

En 1994, R. F. Cottrell, antiguo editor asociado de la Adventist Review, presento cuatro diferentes ramas de la teología adventista en su revista Adventist Today. Él les pregunto a varios representantes de los diferentes puntos de vista para escribir los artículos. Cada una de estas perspectivas clamaba representar al verdadero adventismo.

Para leer el documento completo, click aquí.